El 11 de julio de 2010, mientras todo un país saltaba, gritaba y abrazaba tras el gol de Andrés Iniesta, había un español que únicamente lo celebró subiendo los puños durante un par de segundos. Inmediatamente después su cabeza le pidió calma y eso es lo que intentó transmitir a unos jugadores que corrían despavoridos hacia un Iniesta sin camiseta y con el rostro desencajado.
Ese español que no celebró el gol más importante de la historia de nuestro país era el seleccionador nacional, Vicente del Bosque. "Me salió así, con toda naturalidad. O guardas un poco la compostura, o en cuatro minutos pueden pasar muchas cosas", recuerda Del Bosque (Salamanca, 1950) en una entrevista con El Independiente en la que rememora aquel triunfo y analiza el presente. "Se ha perdido un poco la impronta del fútbol con esto del VAR".
Pregunta.- ¿Le gusta este fútbol de pandemia sin público?
En 2010 estábamos en ese momento adecuado de la historia, que de algún modo nos tocaba a nosotros"
Respuesta: El fútbol está concebido para jugarlo con público, eso está claro. Pero también es cierto que han puesto todos los medios para hacerlo bien y a los que nos gusta el fútbol lo estamos disfrutando. Va a haber campeón de Liga y el mes que viene saldrá un campeón de la Champions. Se está consiguiendo el objetivo de que el fútbol profesional siga y colabore en mejorar el ambiente de esta situación que estamos viviendo ahora.
P.- ¿Y el famoso VAR?
R.- Tengo mis dudas. Hay que pensar que va a traer más justicia, pero también ha traído una desazón grande en todo el mundo. No ha dado con la tecla justa. Hay acciones que según se vean con un color o con otro, puedes defender lo uno y lo otro y todo el mundo tiene razón. Ésa, en esencia, es la gracia del fútbol y por eso se ha perdido un poco la impronta con esto del VAR.
P.- ¿Echa de menos el fútbol de antes?
R.- No, no, sólo pienso que esto del VAR hay que perfeccionarlo y aprender de los errores. Pero no, en líneas generales no echo de menos el fútbol de antes, no soy un nostálgico del pasado.
P.- Usted es una persona muy escéptica. ¿Se cree el discurso de que saldremos mejor y más fuertes de la pandemia?
R.- No, no, no, qué va, qué va. Leí el otro día a Javier Marías y no puedo estar más de acuerdo. No vamos a cambiar mucho después de esto que nos ha tocado vivir y vamos a ser más o menos los mismos. Soy muy escéptico con esos mensajes tan positivos.
P.- Pero algo habrá que aprender de todo esto. ¿Qué lecciones se pueden extraer?
R.- Ha habido algo que no ha estado bien. Ha habido mucha crispación en líneas generales y se ha creado un clima extraño que no es propio del tiempo que nos ha tocado vivir. Al contrario, deberíamos haber estado mucho más unidos. Igual es muy banal y es un pensamiento sin mucha profundidad, pero lo digo como me sale y con toda sinceridad. Han sido momentos muy duros y no ha habido colaboración de unos con otros.
P.- Siempre se ha dicho que el título de Sudáfrica levantó el ánimo de un país golpeado por la crisis económica. Ahora vienen tiempos complicados también. ¿Qué papel juega el fútbol en situaciones así?
R.- Es cierto que en aquel entonces ha pasado como ahora con la pandemia. En este contexto nuevo que nos ha tocado vivir, el fútbol, a través del CSD, LaLiga y la Federación, ha estimulado un poco a la sociedad enviando mensajes positivos y optimistas. En aquel entonces también pasó: el fútbol participó de ese país que estaba remontando de la crisis y de las dificultades. Igual es un poco pedante pensar que el fútbol ha hecho todo eso, pero sí que el fútbol y aquel título han ayudado a que seamos un país más moderno y a que seamos un país sin complejos de ningún otro.
P.- Pero también hay gente que opina que el fútbol actúa de alguna manera como un anestésico, que distrae a la gente de los problemas reales.
R.- En el caso del coronavirus y de lo que ocurrió en el 2010 con el Mundial yo creo que no fue así. Sirvió como algo optimista, para vernos un país como cualquier otro. Y ahora es algo similar: Alemania fue el primer país en volver con el fútbol y lo hizo con austeridad y discreción. Aquí en España también se ha hecho todo bien y me siento orgulloso de cómo hemos vuelto de una situación dificilísima. Hace dos meses pensábamos que esto era imposible, pero todo se ha desarrollado muy bien y hemos vuelto de forma estupenda.
P.- En ese sentido, siempre se ha hablado de la diplomacia del deporte, de su capacidad para ayudar a resolver conflictos. Sin embargo, en el caso del procés, da la impresión de que ocurre lo contrario: que el conflicto político contamina el deporte. ¿Qué opina?
R.- Es un asunto bastante complicado. Siempre se dijo que el título unió a un país, pero yo era un poco escéptico en ese sentido. Lo que sí puedo decir es lo que ha sido la selección por dentro: nadie ha venido nunca a disgusto. Todos los jugadores han venido felices y ha habido una convivencia sana independientemente de la ciudad en la que hayan nacido, de los colores que defiendan en sus clubes. Ha sido un grupo de chavales fantástico, no puedo decir lo contrario de nadie.
P.- Volvamos a 2010. ¿Se acuerda del minuto exacto del gol de Iniesta?
R.- Fue en el 116. Un rechace que le cae a Cesc y se la da a Iniesta y así fue. Estábamos casi más pendientes de preparar la tanda de penaltis que del propio partido.
P.- ¡Y usted no celebra el gol!
R.- En ese momento me acordé del partido entre Croacia y Turquía de la Eurocopa 2008, cuando el seleccionador croata (Slaven Bilic) salió al campo a abrazar a todo el mundo después del 1-0 en el minuto 119. Y después Turquía empata en la última jugada y les elimina en los penaltis. Joder, menuda faena. A nosotros nos quedaban todavía unos minutos después del gol de Iniesta y en eso pensé. O guardas un poco la compostura, o en cuatro minutos pueden pasar muchas cosas. Ese equilibrio emocional es el que toda persona tiene que tener en situaciones extremas.
P.- Pero el instinto tiene que llevarle a celebrar un gol así. ¿Había pensado ya antes de la final que no celebraría ningún gol?
R.- Si te digo la verdad, no era una cosa premeditada. Me salió así, con toda naturalidad. Si lo hubiera pensado, seguro que no lo hubiera hecho. Lo que tocaba en aquel momento era meternos todos en la cabeza que el partido no había acabado y que todavía había que jugar unos minutos más.
P.- Al final no hubo susto.
R.- No, todo acabó bien. Fue una historia de una selección que estaba compuesta por muy buenos jugadores, con un estilo de juego muy definido e identificable. Estábamos en ese momento adecuado de la historia, que de algún modo nos tocaba a nosotros. Éramos un país con muchísima historia en el fútbol y nunca nos habíamos acercado ni siquiera a jugar a una final. Y eso que hemos tenido generaciones de futbolistas muy buenas, pero por unas cosas o por otras no tuvieron la suerte que tuvimos nosotros.
P.- La suerte, obviamente, acompaña a todo equipo campeón. ¿Qué más cosas diferencian a una selección campeona?
R.- Tiene que ser un equipo definido, que esté bien organizado defensiva y ofensivamente, que haga bien la presión, que tenga las líneas juntas, que todos se muevan y se ofrezcan y que haya mucha profundidad. Nosotros hicimos bien casi todo, la parte defensiva, la presión, la posesión... Quizás nos faltó profundidad y nos hubiera gustado tener más llegada, pero en torneos como éste eso es algo muy complicado.
P.- Se suele decir que es difícil ganar, pero que lo realmente complicado es mantenerse. España ganó, además del Mundial, las Eurocopas de 2008 y 2012...
R.- Éramos un equipo muy competitivo y en el Mundial 2010 y la Eurocopa 2012 todos los jugadores sabían perfectamente lo que queríamos. Hicimos una transición de jugadores del 30% entre 2008 y 2010 que fue del 50% en 2012. Fuimos haciendo una renovación de una forma natural, que es lo que debe hacer en una selección. No es fácil que los jugadores duren muchos años, pero es verdad que hay unos cuantos que estuvieron del 2008 al 2016. Y los hay que estuvieron en el Mundial 2010 y que todavía están en la selección. Y la gente podrá decir: 'Ya, pero en el Mundial 2014 no ganamos y en la Eurocopa 2016, tampoco'. Efectivamente, el fútbol es complicadísimo. Pero en cuanto a motivación siempre hemos sido un equipo que en la parcela de las relaciones humanas siempre ha sido de diez y luego éramos un equipo muy bueno deportivamente hablando, en cuanto a estrategia del juego.
El Mundial ayudó a que seamos un país más moderno y a que seamos un país sin complejos"
P.- ¿Le cambió la vida aquel título en Sudáfrica?
R.- No, para nada. Yo he estado siempre en un club como el Real Madrid que está acostumbrado a luchar por lo máximo y nos ha pasado lo mismo en la selección. No nos ha cambiado. Simplemente tengo el sentimiento del deber cumplido, pero como en cualquier otra profesión. A mí me ha tocado el fútbol, que tiene un eco mayor en la sociedad. Pero cumplí mi deber, como todo el que tiene que cumplir un objetivo en una empresa y lo hace.
P.- ¿Y cómo cambió la relación de la afición con la selección?
R.- Yo creo que la selección siempre ha sido bien acogida. Desde la propia Federación siempre han intentado repartir juego por toda España, que fuéramos a jugar a todos los sitios. Y si no hemos ido a más es porque las federaciones territoriales no lo pidieron. Ya me hubiera gustado a mí ir a jugar a Cataluña y al País Vasco, pero no sucedió. Yo creo que desde la Federación la idea era repartir juego, hacer ver que la selección era de todos.
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