Anunciada oficialmente por Mediaset el 22 de mayo, solo 20 días antes de su estreno en Telecinco. Con celeridad, necesidad y desesperación tras la suspensión de una Eurocopa que pretendía copar todos los meses de verano en la cadena privada. Estos son los ingredientes principales con los que se puso en marcha La casa fuerte. Algo que, sin demasiadas dudas, la mayor parte de sus espectadores ha logrado apreciar (y criticar) a lo largo de sus doce extrañas, forzadas e improvisadas galas.
El programa veraniego de Jorge Javier Vázquez y Sonsoles Ónega ha finalizado definitivamente dejando un amargo sabor de boca. Los críticos televisivos coinciden en que se trata de "el peor reality emitido por Mediaset este año", y han calificado de vergonzosos y absurdos muchos de los momentos que se han producido en el formato.
Sin embargo, y contra todo pronostico, su confusa mecánica, cambiada sobre la marcha para hacerla más atractiva a ojos del público y las guerras de personajes previsibles y antinaturales no parece haber sido un impedimento a la hora de contabilizar espectadores. Como ya es costumbre en todos los realities de Mediaset, la emisión de los jueves ha funcionando mucho mejor que la de los domingos. Así, las galas conducidas por Jorge Javier Vázquez junto a las presentadas por Sonsoles Ónega los domingos han dejado un promedio de 19% de share y más de 1,9 millones de espectadores.
Si bien estos datos se colocan por debajo de los obtenidos en gigantes como Supervivientes o Gran Hermano Vip, este promedio ha convertido a La casa fuerte en el programa más visto en el prime time veraniego junto a MasterChef. Esto significa que 1 de cada 5 españoles que encendía la televisión a esa hora, lo hacían para ver este reality.
Pero... ¿A qué se debe este éxito? Pues según los críticos, la primera de las razones, la más obvia pero no por ello la menos importante, es que no deja de ser un reality de Telecinco, con todo lo que eso supone. Todo formato de telerrealidad emitido por el grupo termina siendo visto, aunque sea para criticarlo, y ahí están ejemplos como Campamento de verano y otros tantos para demostrarlo.
Asimismo, si a esto se le suma la falta de alternativas en una época tan escasa de contenidos relevantes como es el verano... La casa fuerte, lejos de contar con competidores potentes de entretenimiento, era la única alternativa que daba un poco de alegría a la franja vespertina.
Y es que, a pesar de que el entretenimiento se encuentre infravalorado en muchas ocasiones, es un género que otorga frescura y aporta desinhibición frente a la seriedad y rigidez de la información. Y el verano es la época idónea para experimentar con este tipo de formatos.
Para su realización se ha contado con una Sonsoles Ónega sin experiencia en realities, una Nuria Marín a la que en ocasiones la audiencia no terminaba de 'pillar' y un casting 'muy Telecinco' en el que se pisaba sobre seguro, hasta tal punto que la locura final terminó superando a la presupuesta en las expectativas. Veteranas del espectáculo como Yola y Leticia, personajes con tramas turbias como Estefanía, parejas celosas y morbosas que pusiesen el punto picante a la convivencia y lenguas desquiciadas conocidas como la de Oriana que generase conflictos innecesarios.
Por tanto, se podría decir que con bastante seguridad, que emitir este programa en otra época del año habría sido un auténtico error, que habría rozado la obviedad y el surrealismo, hasta tal punto de no honrar a su esencia, la realidad.
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