A pesar de que muchos la siguen conociendo por su carrera musical, Rihanna se ha convertido en el pack completo: en los últimos años ha lanzado su propia marca de maquillaje, Fenty Beauty -que muchos laurearon por promover una gama de productos que se adaptaba a todo tipo de pieles y colores-, se ha atrevido con la moda en diversas ocasiones -como con su última colaboración con Amina Muaddi, reina millennial de los tacones- y también ha apostado por la lencería inclusiva por medio de Savage x Fenty.
Victoria's Secret había sido reina y señora de la industria de la ropa interior: sus shows eran los más esperados del año, todas las modelos soñaban con participar en ellos y la expectación era más grande que la talla media de sus participantes. El sueño rosa creado por Edward Razek parecía no tener rival.
Las mejores modelos de la industria se paseaban en piezas íntimas imposibles, con piernas larguísimas y esbeltas, y un abdomen casi tan duro como un invierno sin pan. El colofón del show era el Fantasy Bra: la pieza más codiciada, cosida con brillantes de Swarovski y que solo podía llevar una de las miles que postulaban por él.
El imperio que parecía no tener rival terminó cayendo en las redes del propio Hades. El New York Times sacó un reportaje titulado Ángeles en el infierno: la cultura misógina dentro de Victoria's Secret, en el que desveló el racismo, abuso y sexismo que muchas modelos habían sufrido mientras trabajaban para la marca de lencería y Ed Razek.
Tras varias destituciones -entre ellas la del consejero delegado, Jan Singer- y las ventas en caída libre, Victoria's Secret decidió poner fin a su mítico desfile entre denuncias de transfobia, machismo y escasez de inclusión.
Las modelos eran una calcomanía: todas rubias, delgadas y caucásicas. La industria pedía a gritos que la marca lencera por antonomasia pusiera su foco en la riqueza cultural de la calle y la mujer común. Sin embargo, Victoria no escuchó y termino cavando su propia tumba.
Aunque todos disfrutaban con el despliegue anual que la marca organizaba en urbes como París, Londres, Shanghái o Nueva York, faltaba realidad, inclusión y una amplia gama de culturas, religiones, razas y géneros.
En ese nicho fue donde Rihanna vio la oportunidad de negocio. Savage x Fenty nace de la necesidad de mostrar a una mujer fuerte, empoderada y cómoda con su fisionomía -y lencería-, independientemente de si su cuerpo cumple o no con los estándares marcados por la sociedad.
Rihanna no solo apostó por la ropa interior, también por un espectáculo a su medida. Su primer desfile fue en 2019, pero ha sido el segundo volumen, estrenado este pasado viernes, el que ha demostrado que la cantante de Barbados no ha venido a jugar a las muñecas.
El Savage x Fenty Vol.2 no solo incluye diversidad corpórea, también cuenta con la participación de drag queens -Gigi Goode, Shea Couleé- , personas del colectivo trans como la actriz de Pose Indya Moore y una gran representación de la cultura afroamericana.
A ritmo de sonidos y colores estridentes, y con actuaciones de élite como Rosalía, Bad Bunny o el rapero americano Travis Scott, Rihanna celebra la diversidad de la manera más jovial posible. Su show es algo más que la ropa que las modelos llevan puesta: es una celebración de la aceptación y el amor propio.
Rihanna presenta una concepción diversa de lo que se considera como bello: convierte una nave industrial en pasarela y las cintas de producción en su alfombra roja. Entre las celebridades que copan su desfile encontramos a figuras como las modelos Bella Hadid, Irina Shayk y Cara Delevigne, la celebrity Paris Hilton, las cantantes Lizzo y Normani o la actriz Demi Moore.
El verdadero triunfo de Rihanna ha sido mostrar en pantalla cuerpos considerados como 'no normativos' y mujeres exudan sensualidad, independientemente de la talla que lleven. Este simple gesto es extremadamente importante, pues responde a la llamada de representación que la sociedad tantas veces había pedido a Victoria's Secret.
A pesar de los aplausos, la comunidad musulmana ha denunciado que la cantante de Barbados haya empleado la «islamofobia» y la «apropiación cultural» en su desfile. En el show de 2019, sus modelos llevaban hijabs mientras posaban con lencería, y en el de este año, varios usuarios han denunciado el empleo de una canción en la que se escuchaban ciertos pasajes de la religión del Islam.
La cantante ha acudido a Instagram para disculparse, alegando «un error humano».
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