Au pair americana viaja a una mansión en la campiña inglesa y se encuentra, sorprendentemente, con fantasmas y una casa de época encantada. Aunque la sinopsis parezca fácil de explicar, la historia que lídera el ránking de series más vistas en Netflix es mucho más que eso.
Después del éxito de La maldición de Hill House, los fans de Mike Flanagan esperaban una segunda entrega al nivel de la primera. Sin embargo, las aguas han ido a parar a otro cauce, o lago.
El que sea fan del terror puro encontrará en La maldición de Bly Manor uno más pausado. Apenas hay sobresaltos y la narrativa tiene más peso que el susto. Sin embargo, las apariciones fantasmagóricas hacen su gran entrada y generan un universo en el que lo gótico-romántico lidera la narración.
El director se inspiró esta vez en Henry James y Otra vuelta de tuerca (1898), y declaró al medio Entertainment Weekly que La maldición de Bly Manor era el inicio de un nuevo ciclo, pues «la historia de la familia Crain -Hill House- ya ha sido contada».
Esta vez es Dani Clayton -Victoria Pedretti-, la protagonista de la terrorífica historia. La niñera americana llega a Bly, en Inglaterra, para hacerse cargo de dos niños huérfanos - los Wingrave- con taras y que conocen de lleno los fantasmas que habitan en la mansión.
«Prométeme que no saldrás de tu habitación por la noche», le dice Flora -Amelie Bea Smith- a Dani. Tanto Flora como Miles Wingrave son conscientes de que Bly Manor no es una casa corriente, y poco a poco la propia niñera comenzará a sentir que las presencias sobrenaturales también cuentan con una habitación en la mansión.
Además de la historia que rodea a esta segunda entrega de Flanagan, Dani Clayton trae sus propios fantasmas a Bly Manor, por lo que, una vez más, el director americano apuesta por una trama en la que la diferencia entre realidad o sueño se entremezcla con el presente.
La gran premisa de la serie es que, aunque las personas fallezcan, nunca nos dejan. Por ello, la muerte y los recuerdos son dos de las claves que explican muchos de los fenómenos que habitan en Bly.
A pesar de las premisas y expectaciones, el relato se estanca en varios episodios y pierde el momentum de la narración cuando entra en detalles minuciosos de los personajes.
Durante nueve episodios de casi una hora, Bly Manor presenta una historia entrelazada entre pasado y presente, y Flanagan vuelve a narrar un terror particular, aunque descafeinado en comparación con su primera mansión.
A la espera de la segunda temporada y de las incógnitas que esta primera ha dejado en los espectadores, la casa encantada más famosa de Netflix ha dejado a los groupies del buen terror con ganas de más.
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