Las últimas lluvias que cayeron hace unas semanas, junto con las temperaturas templadas, noches húmedas y días despejados hacen que nuestros bosques y praderas se hayan llenado de setas. Más allá de disfrutarlas en platos y recetas, acudir a recolectarlas es una actividad que disfrutan expertos y aficionados por igual.

Salir al campo a por setas no es una actividad para alguien que las desconozca

GABRIEL MORENO, SOCIEDAD DE MICOLOGÍA DE MADRID

Estamos en el momento perfecto del año para acudir a nuestros bosques o praderas más cercanas —siempre dentro de las normas para combatir el coronavirus— y poder observar a estas habitantes temporales. Las características atmosféricas que condiciona la aparición de hongos es la humedad, la ausencia de viento y ausencia de sol directo. Además, si se siguen repitiendo las lluvias sin heladas fuertes durante el invierno, la temporada de setas se extenderá más.

Pero esta vez va a estar marcada por la pandemia del coronavirus. Los grupos que acudan a recolectarlas únicamente estarán compuestos por un máximo de seis personas, a pesar de que en el campo estamos al aire libre. Además, en algunas comunidades autónomas tampoco se pueden cruzar los límites del municipio o la comunidad autónoma, algo que presenta muchos inconvenientes.

Boletus (Boletus edulis)

El boletus quizá sea una de las más comunes y conocidas por el público en general. Este género de hongos cuenta con aproximadamente 300 especies, pero sólo unas pocas son comestibles. En gastronomía la variedad más empleada es el
Boletus edulis, y suele encontrarse en bosques de hayas, robles, castaños y pinos.

Níscalo (Lactarius deliciosus)

El níscalo, mízcalo o robellón es quizá el tipo de seta que más abunda en nuestras fruterías, verdulerías o supermercados. El Lactarius deliciosus, nombre científico que recibe, suele crecer en pinares y bosques mixtos, propios por ejemplo del Sistema Central o la Sierra de Madrid. Esta seta comestible es muy apreciada, generalmente suele asarse o guisarse como guarnición en guisos de carne.

Champiñón (Agaricus bisporus)

Agaricus bisporus es el nombre científico que recibe el champiñón común, una de las variedades cultivadas de forma extensiva para su uso gastronómico. En plena naturaleza crece sobre todo en bosques. Con un sabor neutro, es una de las setas más ricas en fibra alimentaria, potasio, vitamina B6, vitamina C y vitamina D.

Rebozuelo (Cantharellus cibarius)

En último lugar el rebozuelo o chantarela, Cantharellus cibarius, posee muchas variedades pero es comestible la mencionada. Esta seta suele aparecer cerca de coníferas, árboles planifolios, sombra de encinas, alcornoques y robles. Además se ser un acompañamiento ideal para carnes, suele confundirse con el «falso rebozuelo», Hygrophoropsis aurantiaca, por su similitud.

Intoxicaciones, uno de los mayores peligros

Desde la Sociedad Micológica de Madrid afirman que la principal dificultad de esta actividad es el conocimiento que posea la persona una vez acude a bosques o praderas, ya que suele haber intoxicaciones. "Muchos de estos casos terminan en hospitales y necesitan recibir tratamientos; siempre es necesario buscar un experto en micología para ver si se trata de una seta común o no", alerta Gabriel Moreno, presidente de esta entidad. "Salir al campo a por setas no es una actividad para alguien que las desconozca".

Desconocer la variedad de setas encierra a veces varios peligros. Moreno recomienda que en caso de ser alguien que no tenga conocimientos necesarios para la recolección, que acuda a bosques y praderas a observarlas y tomar fotografías de ellas. Pero no arrancarlas, puesto que dejarlas allí donde han crecido cumple una determinada función en el ecosistema en el que han aparecido.

Según recoge el informe Consejos para la recolección y el autoconsumo de setas silvestres' elaborado por el Ministerio de Consumo, en caso de no tener seguridad sobre si un hongo es comestible o no, lo mejor es no consumirlas. A la hora de cortarlas ha de hacerse por su base con un cuchillo, en caso de tener dudas es mejor sacar la seta entera empleando la navaja como palanca por debajo de la tierra. Para esto, es recomendable llevar papel de aluminio para cubrirla hasta que un experto determine si es tóxica o no.

Los síntomas de una intoxicación por haber consumido setas venenosas varían según la especie y suelen aparecer a los pocos minutos, horas o incluso días, después de haberlas consumido. De forma general las personas suelen mostrar cuadros gastrointestinales leves, sudoración, mareos, vértigo, agitación, alucinaciones, lagrimeo o enrojecimiento de la piel. Muchas setas comestibles suelen confundirse con otras más peligrosas que pueden llegar a producir la muerte.