Entre protestas, crestas y un eslogan que incitaba a desmarcarse de la multitud, las emblemáticas Dr. Martens dejaban su huella acompañando a la sociedad en sus momentos históricos. Diseñadas para los valientes y nacidas para destacar, las míticas botas han recorrido décadas y crónicas para llegar a una contemporaneidad en la que alcanzan su versión más comercial: tras su venta en 2014 a la empresa de capital privado Permira por 300 millones de libras (cerca de 333 millones de euros), sus ventas han incrementado de 162 millones de libras (181 millones de euros) a 672 (752 al cambio) en el año financiero hasta marzo de 2020.
Ante tales previsiones, la marca de botas más conocida del mundo ha anunciado que va a plantear entrar en la bolsa de Londres, el FTSE100, mediante una OPV (Oferta Pública de Venta). Con una considerable expansión en la última década, con ventas anuales que alcanzan los 11 millones y con una expansión global que hace llegar sus botas a más de 60 países, las Dr. Martens han dejado de representar a la minoría antisistema y radical, y han pasado a copar los escaparates de la tienda más conocida de tu centro comercial de confianza.
60 años después de la creación de su primer modelo en la fábrica de Northamptonshire, en Inglaterra, la marca de calzado británico consiguió dar voz a los afónicos por medio de declaraciones que se relegaron a la moda. Las Dr. Martens no eran para cualquiera, y tampoco pretendían serlo.
De tradición a globalización
Fue en 1901 cuando la familia Griggs, conocida por fabricar botas en el pequeño pueblo de Wollaston (en Northamptonshire, Inglaterra), comenzó a colarse en el centro de la industria del calzado, una reputación que mantendrían por elaborar un modelo idóneo para el trabajo, dado que la bota era resistente y duradera.
En una historia paralela, pero que se convertiría en clave para lanzar a las Dr. Martens al estrellato, hay que ubicarse en la ciudad de Múnich en 1945, tras el final de la II Guerra Mundial. Para intentar curarse antes de un pie roto, el soldado alemán Dr. Klaus Maertens creó una suela única con amortiguación de aire, en vez de la tradicional suela de cuero duro que se solía emplear en ellas. Maertens hizo un prototipo de bota y se la mostró a un viejo amigo de la universidad e ingeniero mecánico, el Doctor Herbert Funk. Ambos terminarían asociándose para producir el novedoso calzado, empleando suministros militares que habían quedado en desuso tras la guerra.
En 1947 comenzaron la producción y en 1959, Funk y Maertens decidieron anunciar su revolucionaria suela y obra en diversas revistas internacionales. Fue así como el diseño llamó la atención de la fábrica de los Griggs, que adquirieron una licencia exclusiva, efectuaron ciertos cambios (incluida la icónica costura amarilla en su suela) y añadieron a la bota la famosa etiqueta de ‘Airwair’. Así, y tomando como referencia la fecha de su creación, 1 de abril de 1960, las Dr. Martens 1460 llegaron oficialmente al mercado.
Aunque inicialmente nacieron para vestir a los trabajadores de fábricas, la fusión de la suela de amortiguación con el modelo de bota de los Griggs salió a la venta en la década de los 60, coincidiendo así con una era de transgresión y revolución social. En este cóctel cultural, los skinheads las adoptaron para defender y reivindicar el orgullo de la clase obrera británica. La primera celebridad que sorprendió calzando las 1460 de Dr. Martens fue el icónico guitarrista del grupo The Who, Pete Townshend. Así, con su publicidad y aceptación, las botas pasaron de elemento funcional a objeto de contracultura underground.
En 1970, las ‘Docs’ se trasladarían a los ambientes y locales del glam rock, de la estridencia de lo gótico y de las tribus londinenses que reclamaban vivir la vida entre acordes. En la década de los 80, pasaron a convertirse en un icono de los subgéneros alternativos del rock como el Psychobilly o el Grebo; en los 90 reinaron por medio del Grunge y su look desaliñado, se alzó entre su antítesis musical, el Britpop, y triunfó en el auge de la cultura de los festivales.
Década tras década, diversos grupos sociales adaptaban el modelo 146o a sus ideas, reivindicaciones y estilos de vida. A partir de los 2000, los diseños personalizados, los colores estridentes y las combinaciones imposibles comenzaron a convertir a las Martens en botas que podrían actuar como un buffet libre: complaciendo los gustos de todos y quitándose la etiqueta de ‘antisistema’ que las diversas tribus sociales habían acuñado previamente para ellas.
Con el auge de las redes sociales, la muerte paulatina de la subcultura y la llegada de lo mainstream, las ‘Docs’ se han convertido en la bota deseada por todos. Desde influencers y habituales de las pasarelas más cotizadas, pasando por los adolescentes que en pleno 2021 siguen queriendo revivir la memoria de Avril Lavigne. Las Dr. Martens han pisado todas las capas sociales para convertirse en un fenómeno global que está a punto de cotizar.
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