La guerra de las cuñadas Windsor o, lo que es lo mismo, las disputas entre Kate Middleton y Meghan Markle siguen su curso y toda arma arrojadiza es buena para ganar puntos.
Kate, desde luego, iba tomando la delantera y cosechó un gran triunfo de imagen personal en el entierro del duque de Edimburgo con esa foto de ella en el coche con la mascarilla negra que se va a volver icónica. Elegante, desde luego, iba con ese maravilloso abrigo negro con lazada en el cuello de la diseñadora inglesa Catherine Walker (una de las diseñadoras favoritas de Diana de Gales).
Hay que ser muy alta y tener un porte muy distinguido para que semejante largura te quede bien —de lo contrario puedes parecer un saco—, pero Kate ya ha aprendido a llevarlos.
Lejos queda ya esa Kate de sus primeros años como duques de Cambridge cuando tenía tendencia a encorvarse y su pasión por los dobladillos por encima de la rodilla le dieron algún que otro susto. Con los años ha ganado mucha prestancia y la prueba es que en el entierro de Felipe de Edimburgo realmente pareció una futura reina.
Y si alguien albergaba la más mínima duda de su estatus, Kate remató su regio atuendo con un exquisito collar de perlas japonesas de cuatro vueltas y un gran broche de diamantes que pertenece a la Reina de Inglaterra y que también llevó Diana en una cena de estado en 1982. El mensaje, desde luego, estaba claro: ella era el futuro de la monarquía, la verdadera heredera de la soberana y su glamurosa, aunque malograda, suegra Diana.
Meghan se lanza a la literatura
Meghan pareció contraatacar y anunció hace unos días que el mes que viene, el 8 de junio para ser exactos, publicará su primera libro, una obra infantil titulada The Bench, el banco de sentarse, que quiere explorar "el lazo especial entre padres e hijos desde los ojos de una madre" y que está inspirada en un poema que Meghan le escribió a Harry por el día del padre. Enternecedor.
Kate, sin embargo, no se ha quedado atrás y también se lanza a la aventura editorial: ha publicado un volumen de fotografías llamado Hold Still que ha editado junto con la National Portrait Gallery y que recoge cien imágenes sobre la vida durante la pandemia.
Para dar publicidad al libro, Kate visitó esta semana la galería luciendo un magnífico abrigo rojo de la boutique londinense Eponine de cuello cerrado y largura hasta un palmo por encima del tobillo. Los complementos eran en marrón claro y el bolso, de DeMiller.
No sólo visitó la galería, también participó en una iniciativa de Book Fairies, un movimiento para que lectores dejen libros en lugares públicos (dejó un ejemplar de Hold Still en una fuente de los jardines de Kensington). El mismo día se desplazó a Royal London Hospital, donde habló con el personal y visitó los esfuerzos de la ONG Vital Arts por poner obras de arte en hospitales y mejorar así la experiencia de los pacientes.
Guillermo y Kate se hacen 'youtubers'
Es sólo una de las acciones que Kate está llevando a cabo últimamente para reforzar su presencia pública. El día 29 de abril, coincidiendo con el décimo aniversario de boda, se hizo público un precioso vídeo de los duques de Cambridge y sus hijos en su casa de campo de Norfolk. Estaba grabado por Will Warr, un productor de Londres especializado en vídeos publicitarios para compañías como UberEats o los grandes almacenes Tesco, y la verdad es que el resultado, aunque muy bien editado, recordaba a un videoclip de una película dominguera de sobremesa.
Sin embargo, a los Cambridge les ha debido gustar la experiencia, porque han anunciado que se unen a Youtube y crean su propio canal. Ya hay un vídeo promocional, increíblemente bien hecho, divertido y simpático, y han colgado un vídeo en donde se reproduce la llamada de teléfono que Kate hizo a una niña con leucemia, Mila Sneddon, de la localidad de Falkirk, que vivió aislada de sus hermanos durante la pandemia.
Letizia recupera traje de su armario
Mientras tanto, por estos lares, doña Letizia sigue con su agenda oficial. Desgraciadamente, nuestros royals no optan por estrategias de comunicación remotamente interesantes y no se salen ni un ápice de actos ultraconservadores, por lo que nos tenemos que conformar con comentar atuendos y, en este caso, vamos a hablar del vestido-abrigo en lana cheviot que la Reina ha lucido en un acto militar de entrega de la bandera a la Academia de Aviación del Ejército de Tierra.
A Letizia se nota que no está excesivamente cómoda en actos militares y en el pasado cometió algún faux pas sonado en cuanto atuendo se refiere: apareció en más de una ocasión con pantalón —a veces incluso algo arrugado— y una simple camisa cuando hubiese requerido algo muchísimo más elaborado. Lo del año 2011 en la base del aire de Virgen del Camino, en León, fue desde luego de nota, uno de sus peores outfits de todos sus años como royal: una chaqueta tipo rockera de ante, una camiseta de flores que parecía sacada del resto de serie de las terceras rebajas, pantalones indescriptibles y unas bailarinas espantosas que ni le quedaban bien ni pegaban con cemento armado.
Con los años, desde luego, Letizia ha aprendido a vestirse para este tipo de actos y ayer, sin ir más lejos, rescató un Felipe Varela de su armario cuyo único interés, eso sí, reside en que es el mismo que se puso para el bautizo de Leonor hace ya quince años.
La Reina decidió desde el principio romper con la tradición de llevar traje negro, peineta y mantilla a actos de amadrinamiento de la bandera, y optó por trajes normalmente en blanco, por la rodilla y con significado. En su primer acto de amadrinamiento, por ejemplo, llevó el mismo traje blanco que se había puesto en la proclamación de Felipe VI.
La Reina ayer se enfundó el traje-abrigo de Felipe Varela, durante muchos —demasiados— años su único modisto de cabecera. El traje, desde luego, nos recuerda todos los topicazos de los Varela: un patronaje exquisito (aprendido en el atelier parisino de Thierry Mugler, donde se formó), pero con diseños anodinos (algunos surrealistas) y tejidos poco apropiados (su pasión por el guipur llegó a límites obsesivos).
Por decir algo positivo del traje del viernes, el color blanco roto del traje-abrigo quedaba bien, aunque el tejido —una lana cheviot con un estampado que quería emular a los tweeds de Chanel pero sin conseguirlo— era quizás algo excesivo para un mes de mayo. También se notaba que la Reina ahora hace muchos ejercicios de musculación en los brazos, porque las mangas se veían estrechas y con unas arrugas poco estéticas.
Los complementos tampoco ayudaban en exceso: doña Letizia se enfundó unos zapatos de tiras en color entre marrón y camel de la marca Magrit y llevaba un bolso de Carolina Herrera que ni pegaba ni conjuntaba ni iba bien con el tipo de acto (un clutch discreto hubiese ido mucho mejor). El maquillaje, eso sí, era discreto y el peinado, un moño, aunque algo alto y con algún mechón rebelde, era apropiado.
Máxima de luto
En el otro extremo de opciones sartorialistas, Máxima de Holanda ha aparecido esta semana vestida a la perfección en un acto solemne. Como cada año, Máxima y su marido, el rey Guillermo-Alejandro de los Países Bajos han participado en el acto de homenaje a las 200.000 víctimas holandesas de las Segunda Guerra Mundial que se celebra cada cuatro de mayo.
Normalmente, la plaza Dam de Amsterdam se llena de gente, pero este año, por causa de la pandemia, todo ha sido en petit comité. Máxima, eso sí, ha aparecido espléndida, enfundada en un abrigo capa hasta los tobillos y un sombrero a modo de turbante.
Y eso que no son días fáciles para Máxima: hace poco se murió su tío, Jorge Cerruti, el hermano de su madre, por causa del coronavirus. Tenía 76 años. Sin embargo, Máxima tiene por delante algunos días importantes. Dentro de poco, el 17 de mayo, cumple años, 50 para ser exactos, todo un hito que seguro que celebrará por todo lo alto.
Ana Polo Alonso es la editora de Courbett Magazine, una publicación digital sobre libros, diseño y cultura. También es la creadora del podcast Sin Algoritmo, centrado en novedades literarias. Publicará próximamente una biografía sobre Jackie Kennedy y está trabajando en una biografía sobre la reina Isabel II de Inglaterra.
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