Sube el rojo, a la derecha el azul, baja el blanco, a la izquierda el naranja, el verde se mantiene donde está y el amarillo en el centro. A base de traqueteos o con los engranajes funcionado como la seda, lo normal es que el rompecabezas esté en una de las más de 43 trillones de combinaciones erróneas. La curiosidad, el reto y la sencillez que caracterizan al Cubo de Rubik mantienen al juguete, 47 años después de su creación, como un éxito atemporal.
La trascendencia popular del Cubo de Rubik es tal que no parece un invento moderno, sino más bien de algo con lo que abuelos y bisabuelos de las generaciones actuales ya habían nacido. Se trata de un mecanismo que a simple vista puede resultar arcaico pero que resultó un fenómeno mundial.
El Cubo nació hace no tanto, en 1974, cuando las televisiones ya eran a color. Lo hizo como un método mediante el cuál, Erno Rubik (Hungría, 1944), entonces profesor de arquitectura, transmitía una teoría a sus alumnos. Está teoría cobró vida cuando, como señaló en 1986 a Discover, vio cómo el cubo se reorganizaba cada vez de un modo, por lo que decidió dar un color a cada cara para conseguir establecer un patrón para memorizarlo y devolverlo a la forma habitual.
"No piensas en los aspectos técnicos cuando giras el cubo (...) Solo quieres jugar. Solo quieres dominarlo. Y ahí está, un objeto que ha olvidado su pasado, como quien despierta y no puede recordar su sueño", explica en referencia a la magia del Cubo el propio Rubik en sus memorias Cubed: The Puzzle of us all. El boom del Cubo de Rubik, como para su resolución, necesitó ser visto desde diferentes perspectivas. Rubik patentó su obra en 1974 y en 1977 se comenzó a comercializar en Hungría. Ya en la década de los 80, fue donde rompió cualquier tipo de previsión y se comenzó a vender por todo el mundo.
Los ejemplares ideados por Rubik giraban sobre su eje y rozaban entre sus propias piezas lejos de Budapest; gracias en buena medida a la repercusión que tuvo en Nueva York. Las ventas se dispararon hasta que en la actualidad, el Cubo de Rubik es considerado como el juguete más vendido del mundo, con más de 450 millones de unidades vendidas en su historia.
Como declaraba Rubik a Squire recientemente, echó mano a la misma pericia que le llevó a crear el Cubo para promocionarlo: "No fue nada fácil hablar con los empresarios y con los medios de comunicación. ¿Cómo lo resolví? Respondiendo a las preguntas que pensé que deberían haberme formulado, en lugar de las que realmente me hicieron. Y hablé libremente sobre lo que pensaba que era importante aunque no lo hubieran planteado. Esta sigue siendo mi estrategia".
De ejemplo divulgativo a icono mundial. El Cubo de Rubik permanece entre las manos de niños y adultos, para algunos durante segundos y para otros meses. Su mismo creador, Erno Rubik -que cumple hoy 77 años-, tardó un mes en descifrar el rompecabezas que él mismo alumbró y que como ha confesado en varias ocasiones, cambió su vida.
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