Calamar fresco, harina, sal, aceite de oliva virgen extra y un pedazo de pan. Tan sencilla como exitosa, la receta del bocadillo de calamares es un clásico de la gastronomía madrileña, además admite mayonesa, aceitunas y una cerveza como acompañantes perfectos. Los turistas, tanto nacionales como extranjeros, incluyen "comer un bocadillo de calamares" en su lista de cosas que hacer cuando visitan la capital.
Como cada lugar tiene su receta y sus secretos de cocción, a continuación listamos los imprescindibles de Madrid para disfrutar de un auténtico bocadillo de calamares.
El mítico bar El Brillante es uno de los principales responsables de la popularización del bocadillo de calamares en Madrid. Fue inaugurado en 1967 frente a la estación de Atocha, local que mantiene; sin embargo, su buen hacer le ha llevado a la apertura de más establecimientos en Boadilla del Monte, Arroyomolinos y Getafe.
La Campana es uno de esos lugares que sin ellos cuesta imaginar Madrid. Hace 151 años que se inauguró en la calle Botoneras 9, mismo lugar que ocupa en la actualidad. Un rincón histórico pero en plena forma. "Por 3€/ud hay que decir que iban bien repletos y el calamar tierno y rico"; "Tapas y bocadillos muy generosos. Muy bueno todo. El bocadillo el mejor de Madrid. Merece la pena hacer cola para probarlo", escriben sus clientes.
El Bar Postas no sólo ha conquistado a Bigas Luna, también a todos los gastrofooders que han podido saborear el rebozado de sus calamares junto con su crujiente pan. Aunque elegir el mejor lugar donde probar esta delicia castiza no siempre resulta fácil, Bar Postas es un seguro. Está situado en el número 13 de la calle que da nombre al lugar.
Bautizado como "El Castizo Madrileño", el bocadillo de calamares de Manero es un clásico entre los clásicos. Situado en Claudio Coello 3, sus ingredientes elevan a un pedestal más elevado el concepto clásico del bocadillo de calamares.
Con un toque más actual y con rabas en vez de calamares, el bocata de Celso y Manolo pretende conquistar a clásicos y vanguardistas. Sus rabas cántabras y la salsa alimonada le otorgan un toque fresco y novedoso en el que tradición y modernidad se aúnan en la cocina. Si tienes ganas de probarlo, acércate a Calle de la Libertad, 1.
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