Hacer un alto en el camino y disfrutar de un tentempié frente a las pirámides de Giza, en mitad del desierto, estaba reservado a quienes alquilaban unos camellos y caballos y celebraban una barbacoa en los alrededores del perímetro. Ahora un restaurante, al alcance solo de los egipcios más pudientes y los turistas extranjeros, ofrece la opción de probar la gastronomía local frente a la última de las maravillas del mundo antiguo en pie.
“Es una buena idea y un buen lugar para visitar. Que los turistas vengan y disfruten de una comida a la sombra de las pirámides”, señala a El Independiente Zahi Hawass, el mediático egiptólogo que desde los tiempos en que era ministro de Antigüedades ejerce de embajador de la tierra de los faraones. El "9 Pyramids Lounge" es el primer restaurante que abre en el recinto de la necrópolis de Giza, un espacio de 1.341 metros cuadrados ubicado frente a la estampa mágica del trío arquitectónico levantado por los monarcas Keops, Kefrén y Micerinos.
La árida carretera que bordea los monumentos y se adentra en el desierto conduce hasta este nuevo rincón de la meseta, regentado por Orascom Pyramids Entertainment, una filial del conglomerado propiedad de los Sawiris, una familia cristiana egipcia que figura entre las principales fortunas de África. El restaurante, emplazado al sur de las pirámides, está formado por cinco ambientes, interiores y exteriores, en una ligera estructura de madera que trata de aliviar el impacto sobre un entorno incluido, con derecho propio, en el listado de patrimonio mundial de la Unesco.
Manjares locales en el icono de Egipto
Ofrece desde desayunos hasta cenas, siempre acompañadas del skyline mágico de las pirámides
Fiel a los ritmos de la ciudad aneja, el "9 Pyramids Lounge" -la cifra refiere al número de deidades a las que se rendía culto en Heliópolis- abre desde las 9 de la mañana hasta las 4 de la madrugada. Ofrece desde desayunos hasta cenas, siempre acompañadas del skyline estelar de las pirámides. Entre las delicias que propone, se cuentan el “baba ghanoush”, un aperitivo a base de berenjena, aceite de oliva y limón; “fattah”, de arroz con carne, pan y salsa de yogurt; “sambusek” (una especie de empanadilla); o "kofta" (albóndiga). El final dulce lo garantiza el "Um Ali", un dulce típico egipcio a base de hojaldre, frutos secos y leche.
Los manjares de la comida egipcia se pueden degustar sentado bajo una pérgola, a lo occidental, o tumbado sobre unos cojines, al estilo local. El precio del menú oscila entre las 75 libras egipcias (unos 4 euros) de un plato y las 175 (unos 9,5 euros) de un completo y calórico desayuno egipcio. “No es una estructura fija y eso permite que no impacte en el monumento”, comenta Hawass, un arqueólogo que despierta tantas filias como fobias entre la legión de aficionados a la civilización faraónica. Tras las revueltas que en 2011 jubilaron a Hosni Mubarak fue defenestrado públicamente pero desde el golpe de Estado de 2013 el régimen de Abdelfatah al Sisi lo ha rehabilitado, con su histrionismo dominando de nuevo la egiptología.
Desde su apertura, el "9 Pyramids Lounge" ha colgado durante semanas el cartel de "completo", colándose entre los lugares favoritos de la jet set egipcia, escenario de eventos y celebraciones varias. Los turistas, de regreso al páramo tras la sequía que impuso la propagación del coronavirus, también lo han convertido en parada de su peregrinación. El restaurante es el primero de los desarrollos de un ambicioso remozado del entorno de las pirámides encargado a una empresa privada.
Una concesión polémica que suscita el debate de la incapacidad de las autoridades locales para gestionar directamente el vasto patrimonio faraónico con estándares de calidad y preservación aceptables, sin entregar los espacios al polvo y la desidia. En diciembre de 2018, el holding del magnate local Naguib Sawiris se adjudicó un contrato que durante los próximos 15 años le concede el derecho de operar y proporcionar las instalaciones y los servicios necesarios para los visitantes de las pirámides.
“Era mi sueño convertir lo que era hasta ahora un zoo de camellos, caballos y gente acosando a turistas en un museo al aire libre”
ZAHI HAWASS, EX MINISTRO DE ANTIGÜEDADES EGIPCIO
La privatización del recinto ha permitido al recinto estrenar logotipo, visible ya desde las taquillas que reciben a los peregrinos. En los últimos meses se ha trabajado, además, en renovar el espectáculo de luz y sonido que cada noche cuenta la historia del terruño, resguardado por la mutilada Gran Esfinge. “En realidad éste es el proyecto que empecé yo cuando era ministro”, advierte celoso Hawass. “Era mi sueño convertir lo que era hasta ahora un zoo de camellos, caballos y gente acosando a turistas en un museo al aire libre”, agrega.
Un remozado completo de la meseta
En las postrimerías de la dictadura de Mubarak, Hawass propuso limpiar la meseta de camelleros y dejar paso a los coches eléctricos y los carritos de golf. “En 2011 levanté un muro alrededor de las pirámides para protegerlas. Gracias a eso hoy no vemos edificios construidos frente a la Gran Pirámide. Lo único que espero es que este proyecto se lleve a buen puerto y se convierta en un lugar especial donde la gente pueda encontrar la magia de la civilización faraónica”, explica el arqueólogo, enfrentando desde entonces a los mercaderes que aún hoy pueblan el perímetro a la caza incansable de turistas.
El plan, bautizado como “Visión Giza 2030”, aspira a aplicar un profundo “lifting” a los alrededores de las pirámides, ahogados todavía por las viviendas del barrio de Nazlet El Seman, pobladas por quienes viven del turismo. Un cordón verde abrazará la meseta. Desaparecerán algunas de las imágenes que jalonan el acceso actual, desde una tétrica comisaría de policía en la que pasan la noche al raso algunos de los condenados a vigilancia durante años por la represión gubernamental hasta otros decadentes inmuebles cercanos.
Las nuevas zonas conectarán la necrópolis donde encontraron su descanso reyes y nobles con el Gran Museo Egipcio, que ultima una apertura aún sin fecha definitiva. “Soy consciente de que los camelleros me odian pero yo diseñé este proyecto con coches eléctricos, un centro de visitantes y un aparcamiento. Si los camellos y los caballos siguen entrando en el complejo, este proyecto quedará en nada. Deben ser expulsados hacia el desierto. ¿Qué sentido tiene montar a caballo bajo las pirámides en lugar de hacerlo a lo lejos?”, se interroga Hawass.
Estoy seguro de que proteger la necrópolis y sus monumentos es una prioridad para ellos como lo es para nosotros
Gaith Fariz, director de la oficina local de la Unesco
La Unesco tampoco pone objeciones, de momento, a los planes de lavado de cara y transformación del actual paisaje de la meseta con la aspiración de llegar en el futuro a los ocho millones de turistas anuales. “Es un proyecto egipcio construido por los egipcios. Nosotros les proporcionamos el apoyo técnico y el asesoramiento”, precisa a este diario Gaith Fariz, director de la oficina local de la Unesco. “Lo están haciendo lo mejor que pueden para renovar la zona. Estoy seguro de que proteger la necrópolis y sus monumentos es una prioridad para ellos como lo es también para nosotros”, indica.
El restaurante es, hasta la fecha, la materialización más concreta de los cambios. Un lugar alejado de la precariedad que lo rodea, más cerca del pasado faraónico que del presente de sus descendientes. “Éste es un gobierno poderoso que ha hecho grandes cosas y que puede expulsar a los camelleros de la meseta. Este lugar es historia y una parte de nosotros, mucho más importante que los derechos de mil personas. Nuestro objetivo debería ser que los turistas se encuentren aquí con la civilización de los faraones”, concluye Hawass.
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