Cuando James Gandolfini (1961-2013) se puso la bata y las zapatillas de estar por casa de Tony Soprano nadie concebía las series como lo hace ahora. El atracón audiovisual, el vídeo bajo demanda o los domingos de "manta y Netflix" existen gracias a Los Soprano, el principal elemento en el cambio de paradigma de estas producciones cinematográficas. Este 18 de septiembre, la estrella de la ficción estadounidense habría cumplido 60 años.
El final de Gandolfini, hace ya más de ocho años, podría corresponder a un capítulo de ese papel que le llevó a conseguir tres premios Emmy y un Globo de Oro y por la que siempre será recordado. Su corazón infartó tras una noche en la que "bebió como un marinero irlandés de permiso de fin de semana", según apuntó un testigo a The New York Post. Este desenlace trágico esconde otra paradoja: la parca le dio caza en un hotel de Roma, la capital del país de sus ancestros.
Gandolfini dio sus primeros pasos como actor en el teatro. Sus profesiones hasta aquel momento -tenía unos 25 años- habían ido desde conductor de un camión de reparto hasta encargado de discoteca. La barrera de los 30 años fue la que marcó su profesionalización como intérprete con su salto a Broadway. Sin embargo, su carrera parecía destinada a un eterno segundo escalón, fuera del foco principal y condenado a ser un actor de reparto vitalicio. La llamada de David Chase, creador y principal guionista de Los Soprano, cambió su sino.
Gandolfini y Tony Soprano
El cineasta tuvo que convencer a Gandolfini para la audición que le daría el papel de su vida. "Yo pensaba que contratarían a un tipo con buena pinta. No a George Clooney, pero sí a una especie de George Clooney italiano", contaba el actor en una entrevista para Vanity Fair.
Lejos de encontrar relación alguna entre él y Clooney, Gandolfini ensalzaba la obra de Chase: "Cuando hicimos el primer episodio pensamos que no regresaríamos a la televisión, que nos mandarían a casa. Mirabas a ese grupo, estábamos gordos y éramos feos, pero no contábamos con unos diálogos fantásticos. El guion era la clave del éxito".
Las tomas de Los Soprano se nutren de la dicotomía existencial de Tony Soprano, el líder implacable de un clan mafioso con un talento inigualable para regir su organización criminal pero que es incapaz de solucionar el desgobierno que reina en su hogar. Gandolfini hace de esa dualidad su géiser interpretativo. Despliega todo su arsenal y muda su comportamiento -empapado de rasgos sociopáticos-, siendo capaz de asesinar a puñetazos a un colaborador estrecho que mató a un caballo de carreras que no ganaba; por el animal sentía una profunda pena pero a su socio lo ejecutó sin remordimiento alguno.
El genio actoral de Gandolfini brilla en esa montaña rusa de emociones y actitudes que distaban de su personalidad real, caracterizada por un carácter afable y tranquilo.
Anécdotas de rodaje y su hijo
Sus compañero en el gigantesco éxito de Los Soprano, Steve Schirripa y Michael Imperioli -Bobby Baccalieri y Christopher Moltisanti en la serie-, desvelaron en su podcast 'Talking Sopranos' la ocasión en la que Gandolfini e Imperioli tuvieron que ser encadenados a un árbol para que su embriaguez no provocara un accidente mortal en pleno rodaje.
En aquella escena Tony y Christopher tenían que ir a un acantilado para deshacerse de un cadáver. "Durante el descanso, mientras montaban las luces, Michael y James se bebieron una botella de whisky Wild Turkey (...) Se emborracharon tanto que tuvieron que encadenar sus piernas a un árbol porque el equipo tenía miedo de que se cayesen del acantilado", explicó Schirripa; mientras que Imperioli narró su versión: "Fuimos dando tumbos hacia el acantilado, teníamos que llegar al borde para tirar el cuerpo. Estábamos demasiado borrachos para darnos cuenta de si estaban molestos, pero les preocupaba que nos cayéramos por el acantilado".
Ocho años después del fallecimiento de James Gandolfini su hijo Michael "resucitará" el personaje de Tony Soprano en una la precuela 'The many saints of Newark'. De nada sirvieron los consejos del mayor de los Gandolfini al pequeño Michael, al que mientras pudo alejó de Los Soprano y no recomendó su misma profesión. La muerte de su padre hizo emerger en Michael su gen artístico a los 14 años, cuando comenzó con las clases de interpretación. Ahora Michael tiene 22 años y pese a que su padre prefería que fuese director, la saga actoral iniciada por James Gandolfini continúa 60 años después de su nacimiento.
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