El año pasado y con la pandemia como obstáculo, las entregas de premios de la industria del entretenimiento registraron mínimos de audiencia, una tendencia que los Emmy intentaron cambiar este domingo al recuperar cierta normalidad, aunque con una gala descafeinada y de formato reducido.
En lo relativo a los premios, Netflix arrasó gracias a las cosechas de The Crown (mejor drama) y Gambito de dama (mejor miniserie). Pero entre agradecimientos y discursos, la Academia de Televisión no consiguió dar ritmo a la ceremonia, que contó con unos 600 invitados presenciales en una pequeña carpa, según informa Agencia Efe.
A principios de verano, los Emmy anunciaron un gran despliegue de invitados gracias a la campaña de vacunación, aunque los contagios que aún registra EE.UU. obligaron a un cambio de planes de última hora que cobró su factura en directo.
El aforo se redujo a cinco personas por cada producción nominada, los invitados se sentaron en mesas redondas y el evento se ubicó en una carpa cerrada a los pies del Staples Center de Los Ángeles.
Sin embargo, los propios asistentes no terminaron de entender el cambio.
"Déjenme empezar diciendo que hay demasiada gente en esta pequeña sala", aseguró Seth Rogen al anunciar el primer premio de la noche, despertando risas incómodas del resto de asistentes.
Algunas estrellas, como Jennifer Aniston, declinaron acudir para minimizar el riesgo de contagio y otras, entre ellas la ganadora a mejor actriz dramática Olivia Colman, intervinieron desde Londres porque no pudieron volar a California.
La carpa y su diminuto escenario no lograron dar bien en cámara a pesar de los esfuerzos del presentador de la gala, Cedric the Entertainer, al frente de un guion que intentó ser más ácido y dejó de lado el sentimentalismo de ceremonias anteriores, organizadas en los momentos más duros de la pandemia.
Hubo incluso espacio para satirizar el movimiento antivacunas, con chistes sobre los polémicos comentarios de la rapera Nicki Minaj.
Michaela Coel, el discurso más emotivo: "escribe sobre lo que te asusta"
De todos los discursos de agradecimiento, el más conmovedor fue el de Michaela Coel, la protagonista de la miniserie Podría destruirte.
La actriz no logró el Emmy a la mejor actuación por encarnar a una mujer que trata de superar el trauma de una violación. Sin embargo ganó uno con mayor significado, el de mejor guion, ya que la serie está basada en su experiencia personal.
"Escribe sobre lo que te da miedo, lo que te hace sentir incierto, lo que no es cómodo", dijo ante un silencio sepulcral.
"Podría destruirte, una coproducción de la BBC y HBO, arrasó en los BAFTA británicos pero en EE.UU. fue ignorada por los Globos de Oro. El triunfo de Coel se entendió como justicia poética.
"En un mundo que nos incita a mirar las vidas de otros para determinar cómo nos sentimos con nosotros mismos y, a su vez, a sentir la necesidad de ser constantemente visibles con una exposición que estos días parece equipararse al éxito, no tengas miedo de desaparecer por un tiempo y mirar lo que te llega en silencio", sentenció Coel.
"Le dedico esta historia a cada superviviente de agresión sexual", concluyó.
La alegría de Kate Winslet y la sorpresa de Olivia Colman
Entre el resto de premios, tres veteranas de la industria se repartieron los galardones más importantes y, de paso, los minutos más destacados de la noche: Kate Winslet (miniserie), Olivia Colman (drama) y Jean Smart (comedia).
Winslet ganó el Emmy a mejor actriz por dar vida a una apática policía en Mare of Easttown. Su reacción fue de todo menos apática.
"Vale, respira...", se dijo a sí misma emocionada sobre el escenario.
Luego, dio las gracias a los guionistas por crear el personaje de "una mujer de mediana edad e imperfecta y una madre con fallos "que hizo que muchas se sintieran reflejadas con lo que veían en la pantalla."
Minutos después, Colman, vencedora en la categoría de drama por The Crown, no podía ocultar su sorpresa.
"Muchas gracias, aposté dinero a que eso no pasaría", dijo con la boca abierta y arropada por el resto del reparto desde Londres, ya que no pudo visitar Los Ángeles por las restricciones de la pandemia.
Por su parte, Smart, que sumó su cuarto Emmy gracias a Hacks, dedicó el premio a su marido, fallecido hace seis meses.
Más discretos fueron los chicos, Josh O'Connor (drama), Ewan McGregor (miniserie) y Jason Sudeikis (comedia), quien apostó por llevar un discreto traje azul al recibir su premio por Ted Lasso y dejó en el armario sus habituales camisetas con mensajes reivindicativos.
Los homenajes se centraron en el actor Michael K. Williams, recientemente fallecido, y en un premio tributo a Debbie Allen, protagonista de Fame.
"La fama cuesta", repitió Allen. Los Emmy aún siguen luchando por la audiencia
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