La polémica sobre la censura vuelve a salpicar a Instagram, y su empresa matriz, Facebook. Tras poner en marcha hace escasamente una semana la función «control de contenido delicado», Instagram se enfrenta a una nueva oleada de quejas por parte de usuarios de la red social que califican este fenómeno de «censura».
Y es que lo que empezaron siendo pezones femeninos -pero no masculinos-, fotografías de desnudos, madres amamantando a sus hijos, niños con el torso parcialmente descubierto, o imágenes de denuncia a la violencia o acoso, ha colmado en la eliminación este martes de una publicación de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, por «vulnerar las normas sobre violencia u organizaciones peligrosas» en una fotografía en la plaza de toros de Las Ventas junto al periodista taurino, David Casas; y posterior republicación de la misma este miércoles.
«Evita perder el acceso a tu cuenta en el futuro. Tu contenido se ha eliminado por infringir nuestras normas. Sí no quieres perder el acceso a tu cuenta ni que se eliminen definitivamente tus publicaciones, tus seguidores, tus mensajes y tu archivo, debes cumplir con nuestras Normas Comunitarias», señala el encabezado de la notificación en la que se decretó la eliminación de la fotografía de la cuenta de Ayuso. Pero ¿Qué norma comunitaria habría infringido en un primer momento la presidenta diferente a la del periodista -que siempre ha mantenido la publicación en su perfil-, y cuál es el algoritmo que hace que Instagram elimine de forma permanente y luego permita de nuevo (o no) ésta y cualquier otra publicación?
«Las plataformas, ya sea Instagram, Facebook o TikTok, entre otras, se rigen por el principio de la libertad de expresión, con lo cual las mismas podrán publicar y permitir a los usuarios que publiquen cualquier contenido siempre que se respeten los derechos de los terceros, que normalmente están vinculados al derecho al honor, a la intimidad o a la propia imagen, o la protección de datos. Sobre esa base hay que pensar que Instagram no tiene la obligación de publicar todo el contenido, sino que puede filtrar el que estime oportuno y decidir que un determinado tipo de contenido no es apto para su plataforma», asegura en palabras para El Independiente, Alejandro Touriño, socio director del referente en el mercado español en Propiedad Intelectual, Industrial y Derecho Audiovisual, ECIJA.
De acuerdo con la red social, sus normas comunitarias tienen como fin asegurarse de que protejan contra «contenido dañino y de nuevos tipos de abusos». La plataforma añade que para lograrlo «estamos trabajando para eliminar el contenido que pueda resultar dañino agregando políticas que prohíben la coordinación para causar daño, el lenguaje que incite al odio, el bullying, el acoso y la desinformación». Además, específicamente sobre las imágenes, Instagram aconseja publicar fotos y vídeos que resulten «apropiados para un público diverso», aunque en esta misma regla, asegura que «se aceptan las fotos con contextos de lactancia, parto y postparto, en situaciones relacionadas con la salud, o como acto de protesta. También se aceptan desnudos en fotos de cuadros y esculturas. Pero, ahora bien, no tienen cabida personas que apoyen o elogien el terrorismo, el crimen organizado o a grupos que promuevan el odio. Tampoco está permitido ofrecer servicios sexuales, la compraventa entre particulares de armas de fuego y productos relacionados con el alcohol o el tabaco, ni la compraventa de fármacos ilegales o con receta (aunque fuese legal en tu país). Asimismo, Instagram prohíbe la venta de animales vivos entre particulares y nadie puede coordinar la caza o venta de especies en peligro de extinción ni sus productos derivados. Mostramos tolerancia cero con aquellas personas que comparten contenido sexual relacionado con menores o que amenazan con publicar imágenes íntimas de otros usuarios. No se permite bajo ningún concepto compartir imágenes gráficas de prácticas sádicas o que ensalcen la violencia (…) Es posible que también retiremos contenido que identifique a víctimas o supervivientes de autolesiones si este se utiliza como forma de ataque o burla».
Las plataformas no tienen la obligación de supervisar o revisar el contenido que transmiten los usuarios"
alejandro touriño
Con esta explicación, se puede interpretar que la imagen de Díaz Ayuso nunca debería haber sido eliminada de su perfil, como tampoco el pezón de Melo Moreno, el cartel del último éxito de Álmodovar, o la histórica fotografía «La niña del napalm». Según Touriño, determinar si el contenido es adecuado a la red social, no depende únicamente de la Instagram, también de la censura para y entre los mismos usuarios: «Hay limitaciones que quedan dentro de la capacidad que tiene la plataforma a limitar el contenido que se publica, y otras que no. Las plataformas tienen mecanismos de detección automática de infracciones que no permiten o eliminan una publicación, por ejemplo en el caso del desnudo o los insultos -los más recurrentes-. Esos mecanismos son voluntarios y los determina cada red social pero hay otro, bastante frecuente, que es el de reporting masivo por parte de los usuarios. Si un número de usuarios determinado reporta un contenido como ilícito, la plataforma, con carácter preventivo, suele proceder a bloquear el contenido con el fin de evitar que haya contenidos ilícitos no autorizados. Ese contenido no se elimina de forma directa. Digamos que pasa de estar en el escaparate a la trastienda hasta su revisión».
Así, en el caso concreto de Díaz Ayuso, serían los mismos usuarios los que mediante «mecanismos de comunicación con los usuarios» en forma de botones de denuncia o bloqueo, han censurado en primera instancia su publicación: «Cuando el contenido se revisa, Instagram se asegura de si infringe o no el derecho a un tercero. He de decir que si no lo hace, como empresa privada, Instagram estaría igualmente en el derecho de no querer retomar la publicación. La legalidad o régimen jurídico actual hace que las plataformas no tengan la obligación de supervisar o revisar el contenido que alojan o trasmiten. Únicamente tienen que actuar con prontitud a la detección de cualquier contenido que infrinja las normas de su comunidad y sea ilícito para los derechos de los terceros», afirma Touriño.
'Control de contenido sensible', el límite a la censura
Instagram ha introducido recientemente una nueva herramienta que amplía las opciones que limitan los contenidos sensibles que se muestran al usuario en las sugerencias del apartado 'Explora'. De esta forma, el usuario puede decidir la cantidad de este tipo de contenido que quiere llegar a ver: «El contenido delicado no siempre infringe nuestras normas. Consideramos delicado todo el contenido que podría molestar a algunas personas, por ejemplo, las publicaciones sexualmente sugerentes o violentas», señalan desde Instagram.
A desactivar los comentarios o restringir la interacción con alguien mediante la red social, se suma lo que Instagram ha denominado como 'Control de Contenido Sostenible'. Esta nueva función, no disponible para menores de dieciocho años, permite al usuario decidir cuánto contenido sensible se muestra en el apartado 'Explorar'; desde dejar la configuración actual (Limitar) hasta activar el Control de Contenido Sensible para ver más (Permitir) o menos (Limitar aún más) cantidad de algunos tipos de contenido sensible: «Siempre tuvimos reglas, nuestras Normas comunitarias, sobre el tipo de contenido que puede mostrarse en Instagram. El objetivo de estas Normas es que las personas estén seguras. Con esta función nueva, pretendemos ofrecer al usuario el control sobre el contenido delicado. Puede dejarlo todo como está, si es que está de acuerdo con la experiencia actual, o ajustar e control de contenido delicado para ver más o menos contenido de este tipo. Sabemos que todas las personas tienen preferencias diferentes con respecto a lo que quieren ver en la sección 'Explorar'».
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