Dubái acoge este año la Exposición Universal aplazada por la pandemia que debería haberse celebrado el pasado año: la Expo 2020. 191 países de los cinco continentes se reúnen en sus respectivos pabellones, todos unidos en la capital de Emiratos Árabes Unidos, con el objetivo en esta ocasión de fomentar la sostenibilidad y la movilidad.
Además de las novedades tecnológicas, gastronómicas o culturales que se presentan a lo largo de los meses en los que esta cita tiene lugar, lo que muchos realmente esperan poder contemplar son las edificaciones y monumentos que se estrenan en la ciudad anfitriona.
No son pocas las estructuras que, a lo largo de la historia de las Expos, en un principio se pretendían presentar durante un breve periodo de tiempo en esta celebración y que finalmente se han convertido en todo un símbolo de la ciudad. A continuación, repasamos algunos de los monumentos que han pasado a la historia de sus respectivos espacios expositivos.
La Torre Eiffel (París)
El más famoso monumento de la ciudad del amor es uno de los hijos prodigio de las Exposiciones Universales en la actualidad, aunque esta construcción no recibió en un inicio una muy buena acogida por el público parisino.
París se convirtió en la urbe de la Expo de 1889, año clave en el país al cumplirse cien años de la Revolución Francesa. Por ello, se publicó un gran concurso en el Boletín Oficial francés para que quien estuviese interesado enviase sus propuestas para embellecer la ciudad durante la Exposición Universal. De entre todas ellas, la del arquitecto Gustave Eiffel había sido finalmente escogida. La capital francesa estrenó esta edificación de hierro de 300 metros de altura el 31 de marzo de 1889, tras dos años de construcción.
A pesar de la condecoración de la Legión de Honor que le fue otorgado a su creador por la rapidez con la que se logró acabar el nuevo monumento de la ciudad, numerosas críticas le llovieron durante su elaboración. Además de los continuos artículos publicados por la prensa de la época en contra de la Dama de Hierro a lo largo de 1886, el siguiente año sería especialmente duro para el fundador de la Torre Eiffel.
Entonces el periódico Le Temps publicó Protesta contra la torre del Sr. Eiffel, una pieza firmada por algunos de los artistas más relevantes del momento en el que anunciaban su protesta "con todas nuestras fuerzas, con toda nuestra indignación, en nombre del gusto francés anónimo, en nombre del arte y de la historia francesa amenazadas, contra la erección en pleno corazón de nuestra capital, de la inútil y monstruosa torre Eiffel". Sin embargo, toda crítica se terminó de un plumazo con la finalización de su construcción en la primavera del 86 y su apertura al público. En los meses de la Expo pasaron por la famosa construcción unas dos millones de personas.
La Fuente Mágica de Montjuic (Barcelona)
Bajo el reinado de Alfonso XIII, la ciudad condal se convertía en 1929 en la sede de la Exposición Internacional. Ante un acontecimiento de tal magnitud y relevancia a nivel internacional, desde el Ayuntamiento de Barcelona decidieron que era el momento oportuno de arriesgar, de presentar el lado más moderno y novedoso de la urbe.
Con esta idea en mente, el arquitecto e ingeniero Carles Buïgas pensó en crear todo un espectáculo alrededor de una fuente, que se localizaría a la entrada de Montjuïc. Luces de colores y múltiples formas creadas a través de chorros de agua serían las protagonistas de las noches en la ciudad catalana, explicó el artífice del futuro monumento, aunque en un inicio su presentación resultó demasiado ambiciosa para la organización de la Expo.
La apuesta por su creación, no obstante, resultó finalmente todo un acierto: el show fue un éxito de la Exposición Universal 1929 y sigue siendo un reclamo para los visitantes de la ciudad después de sus 92 años de vida.
La Plaza de España (Sevilla)
En el mismo año que en Barcelona se presentaba la Fuente Mágica, a algo más de 990 km de distancia de la capital catalana se inauguraba uno de los puntos más bonitos y reconocidos de España. Con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1929, Sevilla estrenaba en las inmediaciones del parque de María Luisa la Plaza de España, un espacio de 50.000 metros cuadrados que destaca por su grandiosidad y particular belleza.
Diseñada por el arquitecto sevillano Aníbal González, la plaza pretende evocar el estilo barroco y renacentista a través del ladrillo visto que la conforma. Tampoco olvidar los bancos - uno por cada provincia española - decorados con azulejos, así como los medallones con caras de personajes ilustres que se pueden contemplar en sus muros o el coqueto canal que visten la plaza.
De los 117 edificios que se construyeron para la exposición, hoy en día siguen estando a disposición del público 25, entre las que la Plaza de España se ha convertido en un imprescindible de la ciudad. Tanto es así que los usuarios de TripAdvisor la han llegado a considerar como el monumento más espectacular de Europa y el segundo del mundo.
Atomium (Bruselas)
Este enorme átomo construido para la Exposición Universal de 1958 es uno de los tantos monumentos que, aunque en un inicio únicamente estarían presentes durante los seis meses de duración de la Expo, finalmente y debido al encariñamiento de los bruselenses por esta curiosa construcción se ha convertido en uno de los principales lugares que ver en la ciudad.
Esta edificación, diseñada por André Waterkeyn y André y Jean Polak, representa un cristal de hierro ampliado 165 mil millones de veces. Una obra de arquitectura de 102 metros de altura, formada por 9 esferas de 18 metros de diámetro conectadas por unos tubos que en su interior albergan escaleras mecánicas.
Si ya su exterior sorprende, el interior del Atomium no defrauda: cada una de las esferas contiene exposiciones tanto temporales como permanentes, entre las que destaca la muestra acerca de la misma Expo que motivó su creación.
Space Needle (Seattle)
Esta "aguja espacial" que destaca entre el skyline de la ciudad estadounidense fue inaugurada en 1962 para dar la bienvenida a los países invitados a la Exposición General de segunda categoría de Seattle. Su creador - el ejecutivo de hoteles y organizador de la Expo, Edward E. Carlson - encontró inspiración para diseñar la espectacular estructura en un viaje a Stuttgart, Alemania; donde la Torre de Televisión de la ciudad encantó al empresario.
Bajo el lema «El hombre en la época espacial» con el que se celebró este evento, la torre de 184 metros de altura abrió de cara al público. Únicamente en los seis meses de la feria pasaron por sus instalaciones más de dos millones de personas, entre las que figuras tan destacadas como Elvis Presley, Neil Armstrong o Walt Disney no quisieron perderse la oportunidad de visitarla.
A pesar de que durante décadas y hasta el año 2000 el Space Needle albergó dos restaurantes, hoy este monumento cuenta en la zona de su disco flotante con el restaurante más exclusivo de la ciudad por sus vistas: el SkyCity. Un espacio en el que, además de disfrutar de la comida, gracias al sistema giratorio con el que cuenta este particular punto de la ciudad se pueden contemplar las vistas a 360º sin moverse del asiento.
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