Que Meghan Markle era una defensora de los derechos de las mujeres era de sobra conocido. También que tiene fuertes simpatías demócratas, que apoyó a Hillary Clinton y que está en contra de Donald Trump, a quien en el pasado no dudó en criticar con fuerza. Sin embargo, desde que se casó con el príncipe Harry, sus esfuerzos parecían más encaminados hacia el activismo internacional y muchos daban por hecho que ella y Harry continuarían el trabajo de la malograda Diana de Gales.
No obstante, ahora parece que Meghan ha vuelto al camino de la política. El miércoles 20 de octubre, la duquesa de Sussex envió una carta a la House Speaker, la presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, Nancy Pelosi, y al Senate Majority Leader, el líder del Senado, Charles Schumer, defendiendo la importancia de los permisos remunerados de maternidad y paternidad. “No soy una oficial electa y no soy una política”, comenzó Meghan. “Os escribo en este tiempo tan importante como madre para defender los permisos remunerados de maternidad y paternidad”.
El tema sale constantemente en los periódicos y no hay duda de que Meghan ha querido aprovechar el tirón.
Para poner esta petición en contexto, en los Estados Unidos no existe actualmente ninguna baja remunerada por maternidad. Actualmente se está trabajando para cambiarlo y, en la ley de presupuestos que se está tramitando, el budget reconciliation plan, de 3,5 trillones de dólares, hay una provisión para establecer una paga por baja maternal de doce semanas. Sin embargo, es muy probable que la cifra se tenga que revisar a la baja y el propio presidente Biden ha reconocido que seguramente se quede en cuatro semanas.
Muchas políticas demócratas, entre ellas la senadora Kirsten Gillibrand de Nueva York, una de las estrellas más en alza dentro del partido, están haciendo campaña para conseguir una baja maternal remunerada más amplia. El tema sale constantemente en los periódicos y no hay duda de que Meghan ha querido aprovechar el tirón.
¿Marketing personal?
Su carta era una mezcla entre activismo y marketing personal. Meghan comenzó insinuando que su propia infancia había vivido dificultades económicas, por lo que, cuando era pequeña, lo máximo que sus padres se podían permitir de vez en cuando era salir a comer una ensalada en Sizzler, un restaurante económico donde los platos no costaban más de cinco dólares. “Cuando era Girl Scout, mientras el resto de mis compañeras se iban a comer fuera para celebrar algo importante, yo regresaba al mismo restaurante de ensaladas o iba a The Old Spaghetti Factory”. También reconocía que desde los trece años tuvo que trabajar “para llegar a fin de mes”.
Su residencia en Montecito, California, les costó la friolera de catorce millones de dólares y está decorado lujosamente.
Algunos medios británicos, como el tabloide Daily Mail, no han tardado en tachar la carta de pura hipocresía. Al fin y al cabo, Meghan no es que tuviera unos orígenes excesivamente humildes. Su padre era un director de Iluminación que trabajaba en Hollywood (llegó a ganar un Emmy) y percibía un buen salario de 200.000 dólares al año. Además, se sabe que Thomas Markle ganó la lotería en 1990 (unos 750.000 dólares de premio), lo que permitió a Meghan acudir a uno de los colegios más prestigiosos de Los Ángeles: el Immaculate Heart High School, cuyo coste ascendía a 9.412 dólares el semestre. Más tarde, Meghan se matriculó en Northwestern, una universidad de Illinois cuya matrícula anual era de unos 24.000 dólares al año.
El Daily Mail también ha recordado que, aunque se quieran hacer pasar por meros miembros de la clase media, los duques de Sussex viven rodeados de comodidades y riquezas. Su residencia en Montecito, California, les costó la friolera de catorce millones de dólares y está decorado lujosamente.
Además, desde que se instalaron en los Estados Unidos, Meghan y Harry no han parado de firmar acuerdos más que lucrativos. Se sabe que tienen uno con Netflix para producir documentales y otro con Spotify para hacer podcasts y, aunque no se ha hecho nunca oficial la cifra concreta que se embolsarán, el Daily Mail asegurar que podría rondar los 150 millones de dólares. Para redondearlo, Harry ha firmado un contrato para escribir cuatro libros de memorias y, de nuevo, aunque no se conoce el detalle de acuerdo, se insinúa que podría haber alcanzado los 18 millones.
De la compasión mundial a la inversión en bolsa
Todas las reuniones se inician con una “sesión de gratitud”, donde el equipo le da las gracias a los demás por su trabajo duro
El último de sus negocios conocido es su colaboración con Ethic, un fondo de inversiones fintech con sede en Nueva York y dirigido por un británico que se educó en uno de los mejores colegios de élite. Jay Lipman, como así se llama el tipo, trabajó en el Deutsche Bank y se ha rodeado de colaboradores venidos de JP Morgan y Goldman Sachs. Todos ellos tienen algo en común, además de su pasión por las finanzas: todos se consideran “hippies” y han introducido prácticas corporativas que parecen sacadas de un libro de autoayuda o una novela de Paulo Coelho. Todas las reuniones se inician con una “sesión de gratitud”, donde el equipo le da las gracias a los demás por su trabajo duro. En la oficina hay un perro, pero no es considerado una mera mascota, sino el Chief Smile Officer, algo así como el Jefe de las Sonrisas.
Los Sussex no han negado su colaboración con este fondo de inversiones, pero prefieren que la atención mediática se centre en su trabajo en la Archewell Foundation, la fundación que crearon para impulsar proyectos personales y generar “actos de compasión”. Se sabe que están colaborando con Global Citizen para distribuir vacunas del COVID-19 a todos los países en vías de desarrollo y participaron en el concierto que esta asociación organizó recientemente en Nueva York —el VAX LIVE: The Concert to Reunite the World— y que consiguió recaudar 360 millones de dólares en todo el mundo. También los Sussex ayudan a la World Central Kitchen, la iniciativa del chef José Andrés para ayudar a comunidades con pocos medios en todo el mundo.
Esta faceta suya, la de dos humanitarios en acción, fue lo que los llevó en septiembre a Nueva York a participar en una reunión con la Vicesecretaria General de la ONU, Amina Mohammed, un encuentro sin excesivo contenido más allá de exponer buenas voluntades, pero que les permitió salir en los medios de todo el mundo. También en septiembre salieron en la portada de la revista TIME, en el número dedicado a las 100 personas más influyentes del mundo del año 2021.
¿Futura presidenta?
Con todo ello, Meghan se está generando la imagen que quería: la de humanitaria global, una suerte de Angelina Jolie con tiara y título de la realeza. No sería extraño que utilizase su fama para dar el salto a la política y la verdad es que todo parece que está tanteando el terreno. No sólo ha escrito la carta a los líderes del Congreso y el Senado, sino que se sabe que ha mantenido encuentros con el gobernador de California, Gavin Newsom, uno de los pesos pesados del partido. Dado que Newsom estaba buscando a alguien que reemplazara a a Kamala Harris en su escaño en el Senado por California, todas las alarmas sonaron: ¿sería Meghan quien ocupase el lugar de Kamala?
El tema llegó a tener tanto eco que incluso algunos analistas fueron más lejos e insinuaron que Meghan podría estar interesada en ser, no ya senadora, sino directamente Presidenta de los Estados Unidos. La posibilidad es remota, pero no por ello imposible. ¿Veremos algún día a la duquesa de Sussex en el Despacho Oval? Quién lo sabe: es improbable, pero Meghan está acostumbrada a darnos muchas sorpresa
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