Aquellos maravillosos años 20. Lenin al mando de una Unión Soviética descentralizada; carteles publicitarios teñían las gélidas calles de Rusia con colores revolucionarios en una sociedad en su mayoría analfabeta en la que el cine se convertía en el medio de comunicación más eficaz para la formación de las masas; mientras, Kuleshov ya preparaba obras maestras y El acorazado Potemkin se cocía entre la innovadora técnica del montaje, al mismo compás que Aleksandr Ródchenko diseñaba los carteles que promocionarían la nueva revolución cinematográfica. Todo ello desencadenó en 'La edad de oro del cine soviético y los pósteres cinematográficos de la URSS', una época donde el gobierno ruso llevó a cabo importantes inversiones en la industria cinematográfica, alentado por la posibilidad de utilizarla como herramienta política y propagandística para captar e instruir a las masas. Con estas inversiones vino la agencia Sovkino y con ella la producción por parte de Reklam Film de carteles de cine para toda la URSS.
A Ródchenko le acompañaban Aleksandr Naumov, Izrail Bograd, Mikhail Dlugach, Nikolai Prusakov y los hermanos Georgii y Vladimir Stenberg, dueños de unos diseños que hacían gala de un estilo revolucionario y transgresor conocido como 'la visión nueva'. Con sus creaciones trataban de sorprender y captar la atención del espectador mediante la experimentación tipográfica, colores vivos, figuras en primeros planos, composiciones asimétricas y elementos de la imagen desproporcionados.
Aunque en 1920 la producción de estos carteles era masiva, hoy en día son muy pocos los que han conseguido mantenerse en buen estado y muchos menos los que se han podido exponer al público. Sin embargo, una americana publicitaria graduada en Princeton de nombre Susan y apellido Pack comenzó a coleccionar carteles publicitarios raros en la década de 1970, adquiriendo con ello, una de las colecciones de carteles de películas rusas vanguardistas más importantes del mundo. Ahora, ha decidido enseñarle esas 250 producciones a todo el que tenga curiosidad y las ha reunido en un libro bajo el título Film Posters of the Russian Avant-Garde (Carteles de Películas de la Vanguardia Rusa en español), sacado a la venta por Taschen.
La colección forma parte de la historia del cine y del diseño gráfico de la Rusia en la llamada 'Unión Soviética prestalinita' de los años 20 y 30, donde se explora un mundo de estética innovadora y sediciosa con un despliegue de colores llamativos, ángulos de infarto y juegos tipográficos.
A medio camino entre las artes visuales, gráficas y cinematográficas, los carteles de cine constituyen una crónica única y apasionante del espíritu cultural de una época previa a la llegada del realismo soviético como doctrina artística oficial.
Historia del cine ruso pre y post 'stalinista'
El cine en Rusia llegó poco después de la primera proyección cinematográfica de los hermanos Lumière (1896). Años más tarde, en 1908, apareció la primera producción con el título Stenka Razin, basada en la obra del conocido insurgente nacional del siglo XVII, donde se presentaban una serie de imágenes sin una trama concreta. Desde entonces, la producción cinematográfica rusa empezó a crecer con rapidez, y para el año 1913 ya funcionaban más de 1400 salas de cine y 18 empresas cinematográficas. La dama de picas (1916) y El padre Sergio (1918) creadas por Yákov Protazánov fueron madres del cine prerrevolucionario. Entre medias, la revolución bolchevique de 1917 (Revolución rusa) marcó una nueva etapa en la historia del país y el desarrollo del cine nacional. Tras la victoria de los comunistas, el líder de la revolución, Vladimir Lenin pronunció una frase que quedaría marcada para la historia: “De todas las artes, el cine es para nosotros la más importante”, iniciando así la nacionalización de la industria cinematográfica.
Así, surgieron destacados nombres (Lev Kuleshov, Vsévolod Pudovkin y Dziga Vertov, Serguéi Eizenshtéin), internacionalmente conocidos que llevaron el cine a la cima mundial. El acorazado Potemkin, de Eizenshtéin, marcó un antes y un después en el cine ruso, gracias al nuevo lenguaje visual con un método de narración cinematográfica revolucionario para aquellos años, conocido mundialmente como 'montaje' o edición. Esto atrajo la producción propia de países como Georgia, Kazajistán, Armenia, Ucrania y otras repúblicas soviéticas, destacando San Petersburgo (Leningrado en aquella época) con Lenfilm y Moscú con Mosfilm.
Con la entrada en los años 30 y la consecuente llegada de Stalin, las autoridades soviéticas bajo el mando del dictador comenzaron una serie de campañas de represión y persecución política denominada ‘La Gran Purga’. El cine y el arte se vieron ensombrecidos por el aumento del control estatal y se convirtió en el principal medio de divulgación de los ideales socialistas.
En 1931 se puso fin a la época muda con la aparición del sonido en el cine ruso gracias a El Camino a la Vida, una película sobre la dura realidad de un centro de reeducación para niños vagabundos. Su éxito alcanzó hasta 26 países.
Grigori Alexándrov, y Mijaíl Romm fueron los cineastas destacados de auquella época. Alexándrov fue famoso por sus comedias musicales en las que además participaba la estrella de cine nacional y esposa, Liubov Orlova, donde consiguió Rodar la primera comedia musical rusa, llamada Chicos alegres en 1934 consiguiendo una gran popularidad en todo el país. En cambio Romm, ganó fama con dos películas destacadas sobre la vida de Lenin (Lenin en octubre -1937- y Lenin en el año 1918 -1939-, donde mostraba el atractivo y carismático retrato del líder de la revolución bolchevique. Estas películas fueron el inicio de una larga serie de producciones dedicadas a Vladimir Lenin a lo largo de la historia de la URSS y de mucho filmes biográficos sobre diferentes personalidades, desde zares hasta jefes militares o escritores.
El deshielo de Jruschov
Tras la muerte de Stalin en 1953 y la posterior llegada al poder de Nikita Jruschov comenzó una campaña de revelación de los delitos stalinistas y las críticas a la represiones políticas que dieron paso al ‘deshielo de Jruschov’.
Estos años sirvieron como renacimiento a la cultura soviética y en particular para el cine, donde llegaron obras maestras como Cuando pasan las cigüeñas (1957) de Mijaíl Kalatózov, coronándose como la única película rusa que ha alcanzado el máximo galardón del Festival de Cannes. El filme trata sobre el trágico destino de dos amantes separados por la guerra, donde destaca la maravillosa maestría camarógrafa de Serguéi Urusevski con un travelling que casi quita el hipo para aquella época.
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