Ayer por la noche, la periodista Pilar Eyre avanzaba en su Twitter que la revista Lecturas iba a sacar hoy en portada una gran exclusiva “que provocará un tsunami de consecuencias devastadoras”. Y no exageraba: esta mañana Lecturas llegaba a los quioscos con una fotografía que no deja lugar a dudas: Iñaki Urdangarín paseando a plena luz de día de la mano de otra mujer.
Se trata de Ainhoa Armentía
En el momento de publicarse la noticia, no se sabía nada de la misteriosa acompañante del todavía marido de la infanta Cristina, más allá de que era una mujer de estatura mediada, relativamente joven y rubia. Las especulaciones, por supuesto, crecieron como la espuma. Que si podría ser alguien a quien Urdangarín hubiese conocido en el Hogar Don Orione, en Pozuelo de Alarcón, el centro religioso que atiende a personas con discapacidad intelectual y en donde Iñaki Urdangarín hizo de voluntario dos días a la semana mientras estaba en la cárcel. Que si es una amiga de la familia. Que si ya se conocían. Que si no.
Esta tarde, finalmente, se ha conocido la identidad de la joven. El diario El Correo ha sido el primero en identificarla: se trataría de Ainhoa Armentía, una victoriana (supuestamente de 43 años y madre de dos hijos) que trabaja como analista contable en el despacho Imaz & Asociados, donde también trabaja desde hace unos meses Urdangarín como "consultor" (sería en ese despacho donde supuestamente se habrían conocido). Según afirma el diario El Correo, fuentes cercanas a la pareja consultadas por este medio han confirmado la relación.
Desde luego, en las imágenes que publicaba Lecturas se veía una clara complicidad entre ambos y, sobre todo, sorprendía que no les importase en absoluto ser pillados. En las fotos interiores no había besos, pero sí se les veía claramente de la mano y mirándose con cierta ternura mientras contemplan la puesta de sol.
No hay besos, pero sí se les ve claramente de la mano y mirándose con cierta ternura (...) La imagen fue tomada cerca de la playa de Bidart, la localidad francesa donde la familia Urdangarín tiene una casa de vacaciones".
Por las informaciones que ha ofrecido Lecturas, la imagen fue tomada cerca de la playa Bidart, la localidad francesa donde la familia Urdangarín tiene una casa de vacaciones y en donde Cristina e Iñaki han pasado muchos veranos juntos con sus hijos en el pasado. Iñaki y su acompañante van vestidos con ropa de invierno, lo que hace pensar que la fotografía se tomó justo después de Navidades (se cree que fue el 11 de enero). Según ha explicado Saúl Ortiz en el ABC, se rumorea que ha habido "una guerra de talonarios"por las imágenes, aunque finalmente Lecturas se habría alzado con el trofeo.
Como explicaba Eyre, las fotografías suponen realmente un “gran tsunami”. No es la primera vez que surgen rumores de infidelidades dentro del matrimonio de los ex duques de Palma --los rumores, de hecho, comenzaron incluso antes de su boda en la catedral de Barcelona--, pero sí es la primera vez que hay imágenes gráficas que no dejan margen a las conjeturas.
Tampoco es la primera vez que se habla de que Cristina e Iñaki están separados de facto: como también adelantó Pilar Eyre, el matrimonio comenzó a distanciarse bruscamente en los últimos meses del 2019. Si bien seguían hablando por teléfono, las visitas a prisión se hicieron cada vez más infrecuentes. La primavera del 2020, cuando a Iñaki le concedieron el tercer grado penitenciario en la prisión de Brieva, en Álava, (es decir, que podía pasar tres noches a la semana fuera de prisión), él pidió que lo trasladaran a la prisión de Zaballa, en Vitoria, con el argumento que “debía cuidar a su madre, Claire Liebaert". Cristina sigue viviendo en Suiza. Los hijos del matrimonio, además, también hacen ya vidas por su cuenta: Miguel vive en Inglaterra, Juan en Madrid y Pablo en Barcelona (es jugador de balonmano en el Barça). Tan sólo Irene, la benjamina de la familia, vive en Ginebra con su madre.
Parecía que iba a arreglarse... O no.
La pregunta que surge ahora es: ¿y qué pasará ahora? La palabra divorcio comienza a tomar mucha fuerza, aunque no es la primera vez que suena. Hace dos años, en noviembre del 2019, también fue la periodista Pilar Eyre quien adelantó en la revista Lecturas que había fuertes rumores de cese definitivo del matrimonio. Incluso se dijo que dijo que podría haber visitado a un abogado especializado en divorcios. “Ella sigue considerando a Iñaki inocente”, decía la revista, “pero no olvida que le fue infiel con la mujer de uno de los testigos de su boda”. Semejante humillación no fue una mera sospecha de una mujer celosa: en algunos de los correos electrónicos privados que se desvelaron en el 2013, durante el juicio, salieron pruebas bastante sólidas sobre las aventuras extramatrimoniales de Urdangarín. Urdangarín se dirigía a la mujer de un amigo suyo (con la que se rumoreó que el propio Iñaki había salido también hacía años) con frases como "Hola, pedazo de mujer" o "sé que estás bien, tu marido me lo dice. Me tranquiliza, me mata".
En las últimas semanas, sin embargo, parecía que la cosa se había calmado o que, al menos, Cristina e Iñaki se daban una nueva oportunidad. Fueron vistos en octubre en Barcelona, en ocasión del debut de su hijo Pablo con el Barça de balonmano, y se sabe que habían estado esquiando estas Navidades en Baqueira Beret. La revista Hola publicó en exclusiva fotos de la pareja en la famosa estación de esquí catalana, el lugar donde antaño se reunía la Familia Real al pleno. En las imágenes se les veía felices y alegres, muy sonrientes, y nada hacía presagiar este giro brusco de acontecimientos. También se vio a la infanta Cristina en Vitoria a finales de diciembre paseando con sus cuñadas.
Es más: muchos pensaron que iban a empezar una nueva etapa. Él, que acaba de cumplir 54 años hace poco (el 15 de enero) y que está a punto de conseguir la libertad condicional (todo apunta a que se la concederán en primavera), tenía planes para reanudar su vida fuera de prisión. Para “remontar”, como él decía. Se sabe que trabaja en el bufete de abogados Imaz Asociados, que acude a nadar cada mañana en un polideportivo que gestiona uno de sus hermanos, que va a misa cada domingo y que sale los fines de semana con sus hermanos a tomar el aperitivo.
Sin embargo, estas fotos marcan sin duda un punto de inflexión. Horas después de conocerse la exclusiva, la revista Hola ha publicado unas declaraciones del "entorno de la hermana del Rey", en donde se asegura que ella ya conocía la situación. "Está bien y tranquila. Sólo le preocupan sus hijos", aseveran. También la revista explica que la infanta Cristina podría haber hablado precisamente el martes con su padre, el Rey emérito, por teléfono sobre el tema.
Por su parte, uno de los hijos, Pablo Urdangarín, que vive en Barcelona, a asegurado que "son cosas que pasan" y que "todos se siguen queriendo".
Rumores de infidelidades desde el principio
Toda esta historia es, sin duda, el colofón --o, al menos, el último capítulo-- de una historia que siempre ha estado marcada por turbulencias. En un principio, tendría que haber sido la perfecto cuento de hadas: cuando se anunció su compromiso, se nos vendió la unión entre una infanta de España --la lista, la espabilada de la familia, decían-- y una estrella de balonmano en el F.C. Barcelona, medallista olímpico, increíblemente guapo, de ojos azules y porte de galán de cine. Era la película ideal, la novela romántica por excelencia. El único problema es que todo aquello estaba enormemente edulcorado y, para todo aquel que quisiera ver, tras la fachada impoluta ya se intuían bastantes nubarrones en el horizonte.
Se nos vendió la historia de amor entre Cristina e Iñaki como si fuera el perfecto cuento de hadas (...). Por supuesto, a nadie se le ocurrió poner por escrito por entonces lo que muchos intuían y más de uno sabía de buena tinta: que aquel Urdangarín no era tan perfecto como parecía.
Por supuesto, a nadie se le ocurrió poner por escrito por entonces lo que muchos intuían y más de uno sabía de buena tinta: que aquel Urdangarín no era tan perfecto como parecía.
Se dijo que Txiqui, como lo conocía su familia, venía de una familia aposentada y con pedigrí. ¡Incluso se afirmó que descendía del beato Valentín de Berrichola, patrón de Vizcaya! De su padre, Juan María Urdangarín, se aseguró que era un militante histórico del PNV, empresario de éxito vinculado a la industria química y banquero destacado. Con su madre, Claire Liebaert, se llegó incluso más lejos: se publicó que tenía orígenes aristocráticos en Bélgica. La verdad era menos fantasiosa: el matrimonio era de clase media pero vivían en un piso discreto de Barcelona, en el Eixample, con lo justo. Los veranos alquilaban una casa en Viladrau. Eso sí, la pareja era muy elegante, sabían estar y, delante de las cámaras, la verdad es que daban perfectamente el pego.
El sexto de siete hermanos, Iñaki Urdangarín despuntó desde muy joven como gran deportista de balonmano y el F.C. Barcelona lo fichó. También la selección española de balonmano contó con él para los Juegos Olímpicos. En los de Atlanta no sólo consiguió la medalla de bronce, también conoció a la mujer que le cambiaría la vida: Cristina de Borbón. No surgió nada entre ellos aquel día, pero luego volvieron a verse en una fiesta en Barcelona. Ahí empezó la historia de amor.
Urdangarín estaba entonces con otra, Camen Camí, una chica a la que había conocido un verano en Viladrau y con la que llevaba saliendo bastante tiempo (incluso estaban pensando en casarse). Pero lo de simultanear dos relaciones no le costó en exceso: Iñaki supo enseguida que tenía a la mismísima infanta ensimismada y no pensaba dar portazo a la gran oportunidad de su vida. Más cuando su noviazgo con Cristina fue increíblemente rápido: de verse por primera vez en 1996 a anunciar su compromiso matrimonial en mayo de 1997. Dicen las malas lenguas que Carmen Camí se enteró por la prensa. La leyenda urbana asegura que ella estaba ese día en el gimnasio corriendo en una cinta metálica y que vio la noticia en una televisión que había en la sala.
El día de la petición de mano, a Cristina se la vio perdidamente enamorada de aquel chico que apenas conocía. Aquello demostró a la opinión pública lo que en palacio sabían: que la infanta era terca y obstinada como una mula, y que cuando se le metía una cosa en la cabeza no había manera de quitársela. Zarzuela entendió que Cristina se había obsesionado con aquel jugador de balonmano y no había nada que hacer al respecto. Iba a ir hasta el final con todas las consecuencias.
Una vida de lujos
Después de la boda, a Urdangarín se le comenzaron a subir los humos. Se acostumbró muy rápido al mundo pijo y de gran boato que rodeaba a la familia real: inviernos en Baqueira, veranos en Marivent, yates, jets privados, palacetes, familiares de la realeza europea, suculentos descuentos en las principales tiendas de ropa, mesas a su disposición en los mejores restaurantes. Muchos de sus amigos de toda la vida tuvieron que dejar de verlo porque no podían seguir el ritmo.
Llegaron los cuatro hijos (Juan Valentín, Pablo, Miguel, Irene). Todos rubios, encantadores y calcados a los querubines de los cuadros antiguos. Urdangarín volvió a la universidad y, aunque siempre había sido mal estudiante, se sacó en tiempo récord la carrera en Dirección de Empresas en ESADE. Según publicó un periódico catalán años más tarde, Urdangarín hizo una carrera de cinco años en tan sólo dos. Muchos alumnos de su misma promoción no recordaban haberlo visto nunca en clase.
Pero semejante detalle no fue obstáculo para que, título en mano, comenzase una carrera supuestamente meteórica al lado de su socio, Diego Torres, un profesor de ESADE. Creó la empresa Noós y, al principio, todo parecía irle viento en popa. Al menos, su tren de vida dejaba entrever que sus ingresos debían ser estratosféricos. Los cuatro niños fueron apuntados al Liceo francés, ls vacaciones eran en los sitios más exclusivos y el matrimonio se compró un palacete de 2.000 metros cuadrados en Pedralbes, el barrio más posh de Barcelona y uno de los más caros. Entre la compra (y las reformas posteriores), la infanta e Iñaki se dejaron la friolera de ocho millones de euros.
En Zarzuela estaban escandalizados (y Letizia, directamente cabreada), pero nadie hizo nada por parar aquel despropósito. Iñaki estaba descontrolado: se había dejado adular por gente que solo quería arrimarse a la familia real, sintió que podía comerse el mundo y creyó que, como duque de Palma, iba a disfrutar siempre de privilegios, silencios en la prensa e inmunidad jurídica.
Sólo cuando se supo que Iñaki podría tener graves problemas con la justicia, Zarzuela hizo que la pareja pusiera tierra de por medio y se fueran a Washington. El rey Juan Carlos incluso llegó a sugerir un divorcio, pero ella se negó. La familia real les dio oficialmente la espalda (había que proteger a Felipe a toda costa y Letizia se encargó de que se estableciera un férreo cordón sanitario alrededor de su marido).
En la cárcel
El resto es de sobras conocido: el caso Noós acabó en los tribunales, Cristina acabó sentada en el banquillo (aunque no imputada) y Urdangarín acabó en la cárcel. Cuando Felipe subió al trono, las medidas para apartar a su hermana y su marido de la Corona fueron rápidas y tajantes: se le retiró toda asignación e incluso se le revocó el título de duques de Palma.
Mientras duraba el juicio, la pareja se instaló en Ginebra. Cristina continuaba oficialmente trabajando para La Caixa y también se las apañó para que la contratara el Aga Khan en su fundación privada. No se sabe el sueldo total que cobra ni tampoco si recibe alguna ayuda económica de sus padres, los reyes eméritos. Lo que sí se sabe es que el tren de vida siguió más o menos intacto: los niños fueron matriculados en uno de los mejores colegios de Suiza y el alquiler de su piso no debía ser precisamente barato. El palacete de Pedralbes, eso sí, fue puesto a la venta (fue vendido finalmente en el 2017 a un magnate de origen árabe).
¿Y ahora qué?
Pero a pesar de que la infanta Cristina siempre ha estado al lado de su marido, ahora podría pasar página. Irónicamente, lo que podría haber dado al traste con el matrimonio no son los juicios o los años de cárcel, sino una supuesta infidelidad. Porque una cosa son los rumores de infidelidad, aunque sean vox populi, y otra muy diferente es ver a tu marido de la mano de otra en la portada de una revista.
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