Cuando la italiana Chiara Ferragni comenzó su blog de estilo allá por el 2009, una página web bastante casera titulada The Blonde Salad donde hablaba de moda y complementos, poco se podía imaginar que al cabo de tan sólo un año, cuando abrió su propia cuenta de Instagram, se iba a convertir en un fenómeno pocas veces visto. En poco tiempo, Chiara Ferragni no sólo se convirtió en una de las primeras influencers, sino que puso los ladrillos de lo que sería con el tiempo un verdadero imperio. Ahora no sólo tiene millones de seguidores (20 millones tan sólo en Instagram), sino que ha creado su propia línea de moda, es embajadora de marcas de lujo e incluso la prestigiosa escuela de negocios de Harvard estudia cómo lo hizo.
Por pura diversión
La italiana Chiara Ferragni era una estudiante más de Derecho Internacional en la universidad Bocconi de Milán cuando, en el 2009, decidió abrir un blog de moda en inglés e italiano por pura diversión. Siempre le había encantado que le hicieran fotos (su madre, la escritora de thrillers Marina di Guardo, es la culpable), por lo que no le dio vergüenza que la vieran miles de personas.
Chiara se compró el dominio y una buena cámara de fotos. Su novio por entonces, Riccardo Pozzoli, se encargó de retratarla. El contenido de The Blonde Salad era simpático y visualmente divertido: Chiara Ferragni con camisetas de personajes de dibujos animados, portando sudaderas de moda o mezclando piezas que cualquiera se podía permitir con bolsos o complemento de alta gama. Lo de salad, ensalada, vino porque mezclaba muchos estilos y gamas de ropa y lo de "the blonde salad", la ensalada rubia, surgió como una parodia de "la rubia tonta", ese maldito cliché del que ella se reía constantemente.
Al principio no creyó que sacaría nada de todo aquello, pero pronto su popularidad despuntó tanto que acabó dejando la carrera a tan sólo tres asignaturas de graduarse. Cambió de ciudad (se mudó a Los Ángeles en el 2013 para mejorar su inglés) e incluso cambió de imagen: de cobrizo o castaño claro pasó a ser realmente rubia.
Al poco de su llegada a Estados Unidos, vivió su gran despegue: las revistas empezaron a llamarla, las marcas a contratarla y, cuando se creó su propia cuenta en Instagram y cosechó en poco tiempo millones de seguidores, alcanzó la gran fama internacional. Lo que se tradujo en muchos miles de dólares, millones de hecho. Cerró acuerdos comerciales con Guess, Pantene y Swarovsky, entre muchos otros.
Una ejecutiva llamada Chiara Ferragni
Detrás de todo ello, por supuesto, no sólo había toneladas de suerte y mucho glamour. Chiara Ferragni puede parecer frágil y algo superficial en un principio, pero bajo todo ese brilli-brilli se esconde una mujer de gran inteligencia que ha demostrado ser un as de los negocios.
Muchos creen que detrás de las influencers, incluso de las tiktokers más famosas, no hay nada tangible. Que sólo representan una moda efímera que ha saltado a la notoriedad por pura casualidad. En realidad, convertirse en influencer hoy en día requiere de bastante más trabajo duro del que pueda parecer a primera vista: hay que dominar al dedillo el marketing digital, saber bastante de fotografía y composición, dominar el ecosistema emprendedor y demostrar una constancia a prueba de bombas. Eso y tener estilo y conectar con un público que no encuentra en los medios tradicionales lo que busca.
También dominar el arte del branding, esa palabra inglesa que se suele traducir simplemente por marca, pero que engloba mucho más: hay que saber posicionarse en un mercado muy competitivo, saber crearse un nombre propio, destacar por encima de las demás (y las demás son millones).
Encima, hay que saber de negocios. Chiara Ferragni reconoció en una entrevista a Forbes que una de sus grandes referentes había sido Emily Weiss, la creadora de Into the Gloss, una marca de cosmética dirigida a jóvenes millenials que comenzó también con un blog. Weiss había trabajado como becaria en Teen Vogue, la división para jóvenes de la famosa revista, y empezó a escribir artículos en su página recomendado potingues que le habían gustado. Del blog se pasó a una empresa que comercializó sus propios productos y que llegó a ganar 100 millones de dólares en un solo año.
Toda la familia
La diferencia de Chiara Ferragni con los otros blogs que también triunfaron fue que ella era la marca del producto. Ella y su familia: todas las hermanas Ferragni han alcanzado gran notoriedad en las redes, su boda con el rapero Defez en el 2018 dio la vuelta al mundo y sus hijos, Leo y Vittoria, salen fotografiados constantemente en su cuenta de Instagram.
Viendo sus fotos, todo parece indicar que la vida siempre le ha sonreído. Sin embargo, sus comienzos fueron bastante más difíciles de lo que nos podíamos pensar. Cuando iba a desfiles, muchas otras chicas la ridiculizaban sin piedad y se sabe que le cerraron la puerta en las narices en más de una ocasión (en el sentido literal del término).
Chiara Ferragni perseveró y, gracias a que no se rindió, consiguió crear un imperio. A parte de su estrategia de Instagram y sus colaboraciones com marcas de prestigio, en el 2013 lanzó su propia línea de ropa y complementos, the Chiara Ferragni Collection, y pronto tenía tiendas en Milán, París y Shanghai. Había años en que, entre los contratos y su propia marca, se embolsaba la friolera de 30 millones de dólares.
En el 2019 creó el Beauty Bites masterclass y grabó un documental sobre su vida, Chiara Ferragni Unposted, que fue exhibido en el Festival de Cine de Venecia. En el 2021 se unió al consejo de Tod's, la marca de lujo italiana.
A día de hoy sigue imparable e invencible. Nadie todavía ha conseguido destronarla de los mayores ránquings de las influencers.
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