Ha pasado lo que nadie creía posible a estas alturas. Esta mañana, Isabel II ha emitido un comunicado para celebrar sus 70 años en el trono y, en el quinto párrafo, ha lanzado una auténtica bomba mediática: "cuando, en plenitud de mi tiempo, mi hijo Carlos se convierta en Rey, sé que le dedicaréis a él y a su mujer Camila el mismo apoyo que me habéis dado a mí y es mi sincero deseo que, cuando llegue el momento, Camila sea conocida como Reina consorte".

Muchos en Inglaterra pensaban que, dada la falta de popularidad de Camila durante años y, especialmente, tras la muerte de Diana, la actual duquesa de Cornualles no se atrevería a hacer uso de semejante título que, aunque legalmente le pertenecerá como esposa del soberano, muchos consideran que tendría que haber ostentado la malograda princesa de Gales, muerta en un accidente de coche en París en 1997.

Durante mucho tiempo se especuló con diversas fórmulas alternativas y fue el propio palacio de Buckingham el que dejó claro, cuando se anunció el compromiso matrimonial de Carlos con Camila en febrero del 2005, que ésta "usará el título de Su Alteza Real la Princesa Consorte cuando el príncipe de Gales acceda al trono". Es decir, ni tratamiento de Majestad y rango de reina, aunque fuera consorte. La fórmula no era nueva: era la misma que se utilizó para el príncipe Alberto, marido de la reina Victoria, cuando el Parlamento le negó el estatus de rey para que no eclipsara a su esposa.

No obstante, de todo aquello había pasado ya mucho tiempo y en los últimos años había pruebas muy sólidas de que Camila estaba adquiriendo más peso en la familia real, por lo que se venía especulando que quizás Isabel II estuviera barajando cambiar el estatus de su nuera. Los rumores comenzaron en el 2016, cuando la soberana la hizo miembro del Privy Council, el consejo asesor de la monarca, el órgano integrado por los miembros de mayor rango de la familia real, antiguos primeros ministros y destacadas personalidades políticas. El Privy Council juega un papel clave cuando un monarca muere y le sucede el heredero: es el consejo que toma juramento al nuevo soberano. Que Camila sea miembro significa, entre otras cosas, que podrá estar al lado de su marido cuando éste jure el cargo tras la muerte de su madre.

El año pasado, además, la reina le impuso la Orden de la Jarretera, la máxima distinción heráldica de Inglaterra y dejó que se filtrara a la prensa que estaba orgullosa del trabajo que estaba realizando su nuera.

La reina Isabel II ha cumplido hoy 70 años en el trono y lo ha conmemorado con una serie de fotografías.

'Éramos tres en el matrimonio'

Desde luego, es un cambio drástico respecto a hace 17 años, cuando Camila se casó con Carlos en una ceremonia civil en el Guildhall de Windsor y se convirtió en miembro de pleno derecho de la familia real.

Hasta ese mismo momento, Camila Parker Bowles (su nombre de soltera es Camila Shand, pero adquirió el Parker Bowles tras su primer matrimonio con Andrew Parker Bowles) había sido "la otra", "la amante", "la culpable" de que el matrimonio de Carlos y Diana se rompiera y la princesa de Gales fuera triste y desdichada. Carlos hizo público en un documental de televisión que había sido infiel a Diana con Camila y Diana no dudó en decir, en su famosa entrevista con Martin Bashir en la BBC en noviembre de 1995, que 'éramos tres en el matrimonio'.

A partir de ahí, Camila se convirtió en una apestada. Para la gran mayoría del público era una vulgar intrusa, una enemiga y muchos la insultaron en público. Hasta se dice que una vez, cuando estaba en un supermercado, una mujer le arrojó varias hortalizas a la cara (se supone que eran lechugas).

Hizo falta una intensa campaña de Relaciones Públicas para que los británicos la aceptaran en la vida pública como "compañera" de Carlos de Inglaterra y, más tarde, ya muerta Diana, para que toleraran su boda con el heredero al trono. Mark Bolland, experto en Relaciones Públicas y asesor de comunicación del príncipe Carlos, fue quien se encargó de mover los hilos y poner en marcha la Campaign Camilla, también conocida como Operation PB (por Parker Bowles). Fue él, de hecho, quien repitió por activa y por pasiva que Camilla siempre había sido "el gran amor de Carlos", algo que algunos expertos en monarquía, como Tina Brown, autora de The Diana Chronicles, han puesto en duda.

Pero detalles aparte, la campaña mediática fue un auténtico éxito. Camila modificó su imagen (se llegó a rumorear que la habían enviado a Estados Unidos para un tratamiento intensivo de belleza), adquirió un nuevo vestuario, recibió joyas carísimas de su amado y empezó a aparecer en público y a hacer obras de caridad.

En 1999, la pareja apareció por primera vez en público juntos. Fue en la puerta del hotel Ritz de Londres tras una fiesta para celebrar el cumpleaños de la hermana de Camila. Centenares de fotógrafos esperaron pacientemente a que ambos salieran, bajaran las escaleras y tomaran un coche juntos. Las imágenes dieron la vuelta al mundo.

En el 2000, Camila e Isabel II coincidieron en un evento "público". La reina se había negado a saludar a una mujer que consideraba una adúltera, mucho menos a dar su aprobación a la relación de su hijo, pero sus asesores la convencieron de que "reconociera", ése fue el verbo escogido, la situación. El encuentro fue en Highgrove, en una fiesta que había montado Carlos para celebrar el 60 aniversario del rey Constantino de Grecia, hermano de la reina Sofía, que entonces vivía en el exilio en Inglaterra. Se sabe que el encuentro fue breve, de tan sólo unas frases rápidas, pero que supuso un hito.

Luego vino la boda en Windsor, el 9 de abril de 1997, con una ceremonia civil y una religiosa. A partir de ahí, la duquesa de Cornualles, como empezó a ser conocida (oficialmente le correspondía el título de princesa de Gales pero nunca lo ha usado), se embarcó en su nueva vida de royal. No ha dado ni un sólo escándalo, ha estado en todo momento al lado de Carlos y se ha dedicado a hacer obras de caridad. Últimamente, incluso se ha convertido en una defensora de las víctimas de abusos sexuales y ha lanzado varias campañas contra la violencia de género. También está haciendo mucho por la promoción de la lectura y se la ha visto en su cuenta de Instagram hablando de libros con autores destacados.

Hoy en día, tanto admiradores como detractores reconocen una cosa: que ha sabido llevar su rol con discreción y dignidad, y que durante años ha aguantado estoicamente toda clase de insultos sin quejarse jamás en público. Semejante entereza ha tenido premio: se ha ganado la confianza de Isabel II, la cual acaba de anunciar que Camila algún día será reina.