Shonda Rhimes tiene algo mágico como productora: explica como nadie las historias de mujeres poderosas, eso que ahora llaman empoderadas y que no dejan de ser mujeres que persiguen el éxito, alcanzan la cima, saben mantenerse y ni piden permiso para llegar ni perdón por haber llegado. Son mujeres profesionales a las que les encanta mandar y saben hacerlo, pero que también tienen un lado vulnerable y sensible. Todas las series que ha producido Rhimes, de Anatomía de Grey a Scandal, pasando por How to Get Away with Murder o la más reciente Bridgerton, tienen como protagonista a mujeres así.
Su nueva serie, ¿Quién es Anna?, Inventing Anna en inglés, su primera como creadora para Netflix, en principio sigue el mismo patrón, aunque esta vez no se trata tanto de analizar el ejercicio del poder en sí, sino cómo se llega a la cúspide o, más bien, cómo se finge, miente, extorsiona y tima para llegar a lo más alto.
La protagonista, Anna Delvey (interpretado por Julia Garner), existió de verdad, aunque ni siquiera se llamaba Delvey, sino Sorokin, Anna Sorokin, y era una moscovita de orígenes muy humildes (su padre era camionero y su madre tenía un pequeño colmado). Cuando tenía 16 años, se mudó con su familia a Alemania y, cuando se graduó en el instituto, se fue a Londres y luego a París, a trabajar como becaria en una revista de moda. Aprovechando este trabajo, en el verano del 2013 viajó a Nueva York a cubrir la Semana de la Moda y allí empezó a conocer personas con dinero a las que estafó en pequeñas cantidades. Por lo que se ve, logró, entre otras muchas hazañas, que un amigo le pagara un viaje carísimo para que fuera a ver la Biennale en Venecia; en otra ocasión, le dejaron un jet privado para ella sola y sin tener que pagar un céntimo. Por no hablar de la vez que le sufragaron una largas y carísimas vacaciones en Marruecos.
Viendo que se le daba bien esto de "convencer" --llamémoslo "persuadir"-- a personas con contactos y cuentas corrientes importantes, Anna quiso crear una Fundación para la Promoción del Arte que también incluiría un club privado. Para conseguir préstamos bancarios de cuantías estratosféricas, creó documentos bancarios falsos que perjuraban que tenía acceso a cuentas millonarias en Suiza y logró abrir cuentas corrientes en varios bancos. Mientras gestionaba sus negocios, se hospedó en algunos de los mejores hoteles de la ciudad a pesar de que no tenía ni una cuenta corriente y ni un dólar en ningún sitio.
Cuando fue descubierta y juzgada, su historia fue publicada en la revista New York por la periodista Jessica Pressler. Shonda Rhimes utiliza precisamente el punto de vista de la reportera para explicar la historia. En la serie no se llama Pressler, sino Vivian Kent (le da vida Anna Chlumsky), pero su interés --más bien obsesión-- por el personaje de Anna es el mismo. Vivian intenta averiguar cómo y por qué Anna llegó hasta donde llegó y como cómo consiguió mantenerse tanto tiempo sin ser molestada por la policía ni detectada por los millonarios a los que explotaba.
A través de la simbiosis que se establece entre ambas y la investigación de Vivian descubrimos cómo funcionan los mecanismos de poder entre pijos multimillonarios: no es una simple cuestión de dinero, viene a decir la serie, sino una mezcla de vanidad y soberbia, de egoísmo desaforado y ganas de acaparar más y más. Exhibicionismo, vaya, puro y vulgar postureo. Aparte, estamos hablando de gente para que dejarse miles y miles de dólares en un regalo no es un problema. No dejan de ser cantidades que, aunque inasumibles para el común de los mortales, para ellos son calderilla.
En cierto sentido, ¿Quién es Anna? cuenta una historia que ya se ha explicado mil veces: persona pobre pero con mucho morro y un carisma descomunal se hace pasar por otra persona para vivir una vida de ensueño. En los últimos años, Hollywood ha llevado a la gran pantalla historias parecidas: de Atrápame si puedes, de Leonardo diCaprio y Tom Hanks, a La gran estafa americana, con Amy Adams y Bradley Cooper.
El género gusta y funciona realmente bien, aunque la clave es explicar cómo lo hicieron y en esto, precisamente, es donde falla ¿Quién es Anna?. La serie se centra tanto en el personaje de la periodista que deja a Anna como una aparición en el trasfondo, sin que su personalidad y motivos se expliquen completamente. Es una lástima, porque el interés es, por supuesto, única y exclusivamente ella, Anna o como en realidad se llamase.
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