La actriz Lola Herrera pone fin este miércoles en Valladolid a cuarenta y tres años de fidelidad a la obra teatral Cinco horas con Mario, un monólogo basado en la novela homónima de Miguel Delibes que ha representado durante 42 años, a lo largo de cinco etapas, desde su estreno en Madrid en 1979.
Por distintas razones, cinco actrices declinaron a mediados de los años setenta el papel de Carmen Sotillo o Menchu, la viuda doliente y cargada de reproches hacia su difunto marido que el novelista Miguel Delibes dibujó en una memorable novela publicada en 1966 y dedicada a su amigo y compañero José Jiménez Lozano, como él Premio Cervantes.
El montaje de Cinco horas con Mario, que este miércoles rinde en Valladolid su último viaje, al menos de momento, fue la primera adaptación teatral de una obra de Miguel Delibes, a la que siguieron La hoja roja, Las guerras de nuestros antepasados, Señora de rojo sobre fondo gris y, de próximo estreno este abril en Valladolid, Los santos inocentes.
Sólo Lola Herrera se atrevió a asumir la carga profesional de un monólogo de casi hora y media, sola en el escenario frente al auditorio, a la que añadió la emocional cuando en 1989, después de una década de representaciones, Carmen Sotillo y María Dolores Herrera, personaje y persona, confluyeron en una misma identidad.
Tenía cuarenta y cuatro años cuando el 26 de noviembre de 1979 Lola se subió en Madrid a las tablas del Teatro Marquina para ponerse en la piel de Menchu por primera vez y, con el paso del tiempo, durante más de dos mil representaciones, convertirse en el álter ego de la viuda más célebre de la escena española.
Diez años más tarde tuvo que parar bajo prescripción médica para retomar con posterioridad el monólogo en sucesivas etapas, la primera de ellas en 2001, después en 2016, más tarde en 2018 y, tras el paréntesis de la pandemia, en 2021 dentro de una gira que finalizó en un primer momento el pasado diciembre, pero que ha sido prorrogada en dos representaciones más, ayer y este miércoles, para celebrar la entrega a la actriz de la Medalla de Oro de la Ciudad de Valladolid.
A partir esta obra, producida por José Sámano y dirigida por Josefina Molina, todo resultó distinto en la vida personal y artística de Lola Herrera merced a un papel del que ya no pudo prescindir, al que regresó una y otra vez.
Tan sólo existe un precedente similar en la historia del teatro en España, el de las más de 5.000 representaciones que durante veinticinco años seguidos mantuvo el actor Enric Guitart (1909-1990), en otro soliloquio, "Las manos de Eurídice", de Pedro Bloch.
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