Una tragedia vaciaba el mar el 15 de febrero para inundar de lágrimas a los familiares de la tripulación del buque gallego Villa de Pitanxo. 12 desaparecidos se sumaban a la búsqueda que a media tarde se cancelaba por malas condiciones meteorológicas, mientras que 9 muertes ya habían sido confirmadas. Desgraciadamente, no es la primera vez que un barco tiene que enfrentarse a la fuerza del natural punto estratégico que solo acrecenta la historia negra de las aguas de Terranova. Durante siglos, esa zona ha visto faenar multitud de tripulaciones del norte de España que iban a capturar bacalao y ballenas. Entre todos los infortunios, solo uno obtuvo el reconocimiento apropiado, ese fue el Titanic, bautizado en su día como "el barco de los sueños", sueños que se perdieron en las mismas aguas en las que naufragó hace días el Villa de Pitanxo.

El ballenero San Juan (1565)

En la primavera de 1565, un ballenero apodado San Juan partía del puerto de Pasajes, en Gupúzcoa, rumbo a Norteamérica en búsqueda y captura de ballenas y bacalao. Su recorrido se truncó en las gélidas aguas del Atlántico norte frente a Red Bay, en las costas de Canadá. No se supo nada de esa tragedia hasta que en el año 1978 un grupo de arqueólogos canadienses se toparon con una parte del San Juan en la misma zona, Red Bay, en muy buen estado de conservación gracias a las bajas temperaturas, llegándose a considerar el ballenero mejor conservado e investigado de la época, símbolo del Patrimonio Marítimo Subacuático Mundial de la UNESCO  y reconstruido por la institución guipuzcoana Albaloa.

San Juan fue uno de los primeros balleneros mercantes transoceánicos de la historia en protagonizar la gran epopeya de los marineros vascos en el Atlántico Norte. Tras surcar el Atlántico, llegaron a la bahía de Terranova, pero a la vuelta a España, una fuerte tormenta les sorprendió causando el naufragio de la nave. En esta ocasión no se lamentaron pérdidas humanas ya que los miembros de la tripulación consiguieron volver sanos y salvos en otras embarcaciones.

Titanic (1912)

El hundimiento más reconocido y fascinado por todo el planeta. Eran las 23:36 del 14 de abril de 1912 cuando el vigía Frederick Fleet vislumbró lo que sería el famoso iceberg. No le sirvió de mucho ser la mejor máquina jamás construida por el ser humano, como presumían los fabricantes del grupo. El tiempo que tardó el vigilante en reaccionar y avisar hasta la orden del primer oficial de maniobrar a estribor no fue suficiente para encaminar el barco y evitar su colisión. Aquella noche, de las 2.230 personas que viajaban a bordo, solo sobrevivieron 709 gracias al paso del buque carguero Carpathia. Finalmente, a las 2:20, se sumergió a 3.800 metros en la profundidad del océano, a 600 kilómetros de la costa de Terranova .

Aunque no fue el naufragio con mayor víctimas de la historia, el mito se potenció gracias a la galardonada película cinematográfica de James Cameron, estrenada en 1997.

Titanic (1912)

Ocean Ranger (1982)

Este semisumergible ocurrió también un 15 de febrero, pero de 1982, una sorprendente coincidencia con el Titanic que ha ayudado a alimentar la historia negra. El buque era un gran diseño autopropulsado con una instalación de perforación y viviendas. Era capaz de operar por debajo de 1500 pies (460 m) de agua del océano y podía perforar a una profundidad máxima de 25.000 pies (7600 m). Los 84 trabajadores de la plataforma petrolífera, que realizaban prospecciones a más de 300 kilómetros de Terranova, desaparecieron después de que una fuerte tormenta demoliera la instalación y provocara su hundimiento.

Ocean Ranger (1982)

Solo dos días después, un total de 33 marineros fallecían en el naufragio del carguero soviético Majanik Tarasof, también causado por los fuertes vientos de más de 130 kilómetros por hora y las olas de hasta 15 metros. Se hundió después de escorar 45 grados, debido a un desplazamiento de la carga.

Izarra I (1992)

Una vez más, un año terminado en dos, un bacaladero vigués bautizado Izarra I naufragó en aguas de Terranova un 24 de marzo de 1992. Sin víctimas ocasionadas, los 23 marineros gallegos pudieron ser rescatados por el pesquero Arcay, un nombre del que hablaremos más adelante. El pesquero salió de Vigo el 23 de enero, con el propósito de regresar tres meses después, pero una gran vía de agua provocó su hundimiento a las tres horas.

Arcay (2003)

La paradoja es que este pesquero que años antes tomó el papel de rescatador, sería más tarde el rescatado. El Arcay sufrió un accidente similar a su socorrido, Izarra (1992), donde en el mismo lugar, se quedó a la deriva a 500 kilómetros de Terranova, debido a una avería de la máquina. Los 20 tripulantes a bordo, fueron salvados por la Marina canadiense, sin tener que lamentar ningún fallecido. El barco perdió sus máquinas después de que un golpe de mar provocase que las redes de repuesto se enredasen con las hélices. Cuando los marineros llegaron a Cangas, hablaron de su dura lucha para evitar la congelación.

Monte Galiñeiro (2009)

Hasta ahora, curiosamente también en día 15, el último en intentar resistir a la furia de las aguas canadienses ha sido el bacaladero vigués Monte Galiñeiro, hundido en 2009 tras registrar dos explosiones y un incendio en la sala de máquinas. Los 22 tripulantes que se dedicaban a la pesca del fletán negro pudieron ser rescatados por los guardacostas, gracias a la activación de los sistemas de alertas y su escape a las balsas salvavidas.

Los vascos fueron los primeros

Sin embargo, la historia se remonta mucho antes de estas dichosas catástrofes. Fueron los vascos quienes arribaron en Terranova hacia 1375 y decidieron guardar el secreto para evitar compartir con otras flotas los prodigiosos caladeros de la zona. La enorme huella que dejó la lengua vasca perpetró en los idiomas de los pobladores de la Isla de Terranova nombrando las actuales ciudades y otros lugares de Terranova que son considerados de origen vasco.

El itinerario anual de los balleneros comenzaba su partida en la Península Ibérica de la segunda semana de junio. Su travesía por el Atlántico duraba cerca de 60 días, llegando a Terranova en la segunda mitad del mes de agosto, a tiempo para interceptar las ballenas en su migración otoñal del Océano Ártico hacia los mares del Sur. La caza duraba hasta el final de año, a la llegada del invierno, cuando el hielo recubría las aguas de la había y hacía muy complicada su navegación.

Conforme avanzaba el siglo XVII, se aceleró el declive de los balleneros vascos y la entrada en el escenario canadiense de marineros franceses, ingleses, holandeses y daneses, comprometió su actividad en Terranova. El tratado de Utrecht escenificó el paso de Terranova a manos inglesas, provocando un golpe final para la industria.

Tras años fuera de estas aguas, se reanudó con la fundación de la Compañía Pesquerías y Secaderos de Bacalao de España (PYSBE) en 1926, con sede social en San Sebastián.

Actualmente hay 24 embarcaciones españolas, 19 con base en Galicia, 3 en Canarias y 2 en el País Vasco, autorizadas a faenar en esta zona, 20 arrastreros y 4 bacaladeros. Aunque en estos momentos se encuentran en la zona una decena de ellos.