Un proyecto de ley del Gobierno de Florida, el tabú de la homosexualidad y la falta de implicación de Bob Chapek como CEO de Disney son los tres factores que, sumados a la pandemia, están llevando al Reino Mágico al mismísimo declive.
Los fuegos artificiales que iluminan el castillo de Disney están siendo apagados por el estado de la fábrica de los sueños. Aunque la controversia que inunda su famoso lago viene de mucho antes. El 26 de noviembre de 2020 The Walt Disney Company anunciaba que prescindiría los próximos meses de más de 28.000 empleados, -cifra que subiría más tarde a 32.000- en todo el mundo, principalmente los dedicados a los parques de ocio, debido a los impactos del Covid-19 y el constante entorno cambiante en el que opera la compañía, que ha desencadenado claras deficiencias en su dotación de personal. Recién terminado el 2020, a la multinacional no le quedó más remedio que declararse en crisis, después de haber originado pérdidas de hasta 2.400 millones de euros, la fuga de publicidad y los aplazamientos de eventos deportivos, rodajes y producciones cinematográficas, televisivas y teatrales. Las fechas del comienzo de la decaída coinciden con el nombramiento a Bob Chapek como Director Ejecutivo (CEO) de Disney en febrero de 2020.
Chapek se enfrenta a una crisis de confianza en su liderazgo que está alimentando un nivel atípico de agitación en la cima de la compañía de entretenimiento más grande del mundo. Su contrato expira el próximo febrero, y aunque se espera que se renueve, su mandato ha estado marcado por la agitación. Algunas interrupciones han estado fuera de su control, como la pandemia. Pero los errores de Chapek han dejado al descubierto su inhabilidad de gestión. "Chapek ha tenido que lidiar con una serie de catástrofes", señala Peter Newman, jefe del programa MBA/MFA de la Escuela de Artes Tisch de la Universidad de Nueva York, quien observa que Chapek se hizo cargo de la empresa cuando el Covid-19 estaba trastocando los medios de comunicación y los negocios de los parques temáticos, "pero muchas de sus heridas también se han autoinfligido. Mucha gente de alto nivel en Hollywood sabe cómo ser suave y manejar las cosas con delicadeza, y no ha demostrado que tenga esa capacidad".
Sin embargo, a Chapek se le presentaba otro contratiempo en el mes de marzo de este año 2022. El 8 de marzo el Senado de Florida aprobaba un proyecto de ley -a la espera de la firma del gobernador de Florida, el republicano Ron DeSantis- que prohibía a los docentes hablar sobre sexualidad e identidad de género en las aulas, un proyecto que también involucra a Disney Pixar, principal motor de la economía del Estado -genera 18.200 millones de dólares al año para Florida, una cifra que en ese momento representaba aproximadamente el 2,5 % del PIB total del estado-.
La medida fue bautizada por sus detractores como 'No Digas Gay', aunque oficialmente se llama 'Derechos de los padres en la educación', un proyecto que ha provocado que miles de empleados salgan a la calle a protestar, buscando además el apoyo de Disney, que ya está viviendo la presión con parones de 15 minutos entre los empleados que trabajan en los parques temáticos de Florida y California. A la concentración se sumó otra manifestación virtual, con la movilización en redes sociales bajo las etiquetas de #DisneyDoBetter ("Disney, hazlo mejor") o #DisneySayGay ("Disney, di gay).
Esto hizo, después de la falta de respuesta del CEO y el posteriori arrepentimiento, que Bob Chapek mandara un correo interno a los empleados, divulgado por Variety, diciendo que Disney suspendería todas las donaciones políticas al estado, a la vez que se disculpaba con los trabajadores pertenecientes al colectivo LGTBI: “Está claro que éste no es solo un problema sobre un proyecto de ley en Florida sino otro desafío a los derechos humanos básicos”, comunicó Chapek. “Necesitabais que fuera un aliado más fuerte en la lucha por la igualdad de derechos y os defraudé. Lo siento”, se disculpó. Días después, en una asamblea virtual con sus empleados, también reconoció haber cometido un error al no criticar en público el proyecto de ley y planteó crear grupos de trabajo para escuchar las "preocupaciones" de sus empleados.
Sin embargo, la visión de los manifestantes, solo ha servido para hacer que Hollywood vuelva a la nostalgia del predecesor de Chapek, Bob Iger, quien estableció el título de CEO de entretenimiento para ser pulido por su público gracias a su atrevimiento en los negocios, a que se involucraba artísticamente con los trabajadores y por ser visionario sobre el futuro de los medios de comunicación. Tampoco tenía miedo de posicionarse sobre cuestiones sociales y políticas, mientras que Chapek inicialmente optó por continuar con la iniciativa republicana, aún siendo contraproducente dentro de Disney.
Asimismo, el fin de semana pasado CNBC publicó un informe detallado sobre las turbulencias dentro del Reino Mágico y la deshilachada relación entre Chapek e Iger, que solo sirvió para que muchos anhelaran a Iger como la mano firme del timón.
Disney censura un beso homosexual en 'Lightyear'
Además de las manifestaciones por la ley de Florida, Bob también se vio envuelto en otra polémica. Disney había censurado un beso lésbico que aparecía en su próxima película, Lightyear, la precuela de la exitosa serie Toy Story, en las últimas revisiones del filme que se estrenará el 17 de junio. Pero después de las interminables protestas en las que su nombre y el de su empresa se ha hecho eco, Bob ha decidido reincorporarlo al metraje.
Disney nunca ha estado exento de problemáticas. A Michael Eisner, quién dirigió la compañía entre 1984 y 2005, se le atribuyó la revitalización del estudio de animación. Iger, por su parte, apostó por las adquisiciones de megabucks de Pixar, Marvel, Lucasfilm y 21st Century Fox, responsables de darle a la compañía el colosal arsenal de propiedad intelectual. Más tarde, con la llegada de la era streaming, Disney fue impulsado a reorganizar todo su negocio de medios para poder competir con gigantes del streaming como Netflix, quien también se ha visto en revueltas internas después de ignorar la opinión política de sus trabajadores. Ahora le toca a Chapek hacerse notar. "Cuando ha tenido que apagar incendios como CEO, ha tropezado con los aspectos políticos del trabajo". "La pregunta sigue siendo ¿es Bob Chapek un visionario, que puede articular un camino a seguir para Disney que sea grande y audaz, o es un cuidador, que gestiona bien lo que hereda pero no puede determinar cuál es la próxima gran función?", dice Gene Del Vecchio, profesor adjunto de marketing en la Escuela de Negocios Marshall de la USC. "Eso aún no se ha determinado", sentencia.
Por ahora, los expertos de Disney no ven ningún escenario factible en el que Chapek sea derrocado como CEO, al menos a corto plazo.
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