Un juego de letras, un cartógrafo y el poder de la imaginación. Con estos ingredientes parece fácil crear una "ciudad de papel", pero esta historia tiene mucho más trasfondo que unas simples ganas de querer inventar una ciudad. Esto sucedió hace ya 90 años. Parece remoto, pero Agloe ha descansado en los mapas hasta que Google encontró (o no) su existencia y la eliminó.
Agloe es una verdadera rareza cartográfica. Aparece y desaparece de los mapas. No tiene vecinos, pero sí turistas. No es de verdad, pero es una historia real.
El pueblo fue inventado como truco cartográfico pero terminó convirtiéndose en realidad. Todo ocurrió en 1937, por aquella época no había ningún pueblo en ese tramo entre Rockland y la cercana Beaverkill, solo un amplio camino de tierra. La excusa perfecta para crear la trampa más sutil. No es la primera vez que los cartógrafos lo hacen, crean callejones sin salida inexistentes o curvas de ríos falsas o elevaciones montañosas, aunque rara vez admiten esas calles trampa que realizan para mantener a raya a los imitadores, un copyright a su manera.
Las calles trampa nacen de las empresas como víctimas de la piratería. Se contrata a un dibujante, se revisa la ortografía, trabajas en los colores, colocas todas las ciudades en el lugar concreto y de repente aparece una compañía o agencia de turismo que coge lo que has hecho y pone su propio nombre, y si les llevas a juicio, los infractores te dicen que lo demuestres. Debido a que existe un mundo real, los mapas serán idénticos y los piratas se salen con la suya. A menos que el cartógrafo ejecute una pequeña estafa. Así, si resulta que un competidor tiene la misma ciudad falsa en su mapa, significa que lo has atrapado.
Y esto es lo que pasó con Otto G. Lindberg y Ernest Alpers quienes, juntando sus iniciales, dieron vida a Agloe en una intersecciуn de las Catskills, a dos horas del norte de Nueva York. Cuando crearon la ciudad, no se imaginaron que aparecería en una carta de la competencia, un mapa de la editorial Rand McNally, quien envió cartógrafos al norte del estado, justo en el punto donde estaba marcado Agloe. Intentaron preparar una demanda, pero cuando llegaron, había un edificio llamado Agloe General Store. Efectivamente, Agloe ahora era un lugar real. La misma trampa de derechos de autor había cobrado vida propia.
Al parecer, unos años atrás, un señor de la zona había llamado así a su comercio, después de leer el nombre en su mapa. Aunque la tienda ya había cerrado, era la prueba suficiente de que Agloe había existido e incluso pasaron décadas y la ciudad seguía apareciendo en los mapas. Sobrevivió en los mapas de carreteras de Esso y Exxon hasta finales del siglo XX y el tiempo suficiente para evolucionar a una ciudad digital en Google, donde hizo su debut en 2013. Incluso se llegó a mencionar en un diario de viaje de 1957 en The Times sobre recorridos panorámicos en el que hababla con entusiasmo sobre “una carretera rural sin marcar que va hacia el norte a través de Rockland y Agloe”.
Ya en 2008 Agloe había ganado notoriedad por figurar en la novela para adolescentes de John Green, Ciudades de papel y aún más cuando salió la película de título homónimo, protagonizada por Cara Delevigne en 2015. Y así, la ciudad imaginaria se convertiría en atracción turística. Incluso, la red social Instagram se llenó de fieles que acudían a retratarse al único rincón real que quedaba de Agloe: la señal abandonada de la tienda, Agloe General Store. Según relató Green en su charla TED, Agloe llegó a tener una gasolinera, una tienda y dos casas en su momento cumbre. "Como novelista, la metáfora es irresistible porque nos gusta pensar que lo que ponemos en papel puede cambiar el mundo que vivimos". Después, cuando Google descubrió que la ciudad no existía, procedió a su eliminación del mapa.
Argleton, entre otros pueblos 'fantasma'
Pero Agloe no ha sido el único caso. A principios de 2009, el jefe de servicios informáticos en la Edge Hill University de Lancashire (Inglaterra), Roy Bayfild, quiso visitar Argleton, un pueblo cercano al campus del que, sin embargo, nunca había escuchado hablar. Pero Roy sabía de su existencia gracias a Google Maps, que por entonces contaba con sólo tres años de vida. En sus servicios, se registraban numerosos hoteles, negocios y apartamentos en alquiler en la ciudad. Los negocios eran reales, pero sólo existían en otros pueblos cercanos. El informático se presentó en la coordenadas exactas y descubrió que, tal como sospechaba, la zona comprendida entre la estación de trenes de Town Green y la carretera A59 constaba únicamente de campo sin edificar. Al principio pensó que google simplemente se había equivocado al escribir el nombre de su pueblo natal, Aughton, pero de pronto se dio cuenta que en realidad Aughton sí aparecía en Maps, justo al lado de Argleton. Espacios vacíos donde nunca hubo ningún asentamiento humano llamado Argleton. Bayfield se había enterado de esta singularidad visitando el blog de su colega Mike Molan, Google Renames Village, que pasaría a la historia como la primera mención documentada de este extraño caso.
Argleton explotó a nivel masivo en noviembre de 2009. Fue trending topic en Twitter, apareció en The Guardian, generó al menos dos webs paródicas que pretendían ser una crónica de su historia ficticia y hasta se lanzaron camisetas turísticas. Así, pese a que su supuesta trampa de derechos de autor ya había sido más que desactivada, todos los plagiadores del mundo podían potencialmente saber de su existencia tras semejante explosión mediática. Google tardó más de un año en eliminar Argleton de sus mapas.
Algo parecido pasó con Moat Lane, una carretera con curvas en Finchley, al norte de Londres, aunque la vista satelital de Google solo muestra árboles y jardines. Al igual que Argleton, Moat Lane probablemente se transfirió del directorio TeleAtlas, que formó la base inicial de Google Maps en Europa. También terminó borrándose literalmente del mapa.
El mapa de bristol también contiene una pequeña calle sin salida llamada Lye Close que sobresale de Canynge Square. No está indexado en la lista de calles del mapa y está colocado de manera extraña sin dejar claro si es una calle inexistente deliberada o simplemente un error. Kemp Ave, en Toronto, por ejemplo, es un carril sin marcar y sin pavimentar detrás de algunas casas. Se borró de Bing Maps, pero aún aparece en Google.
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