No hay que saber de números para darse cuenta de una cosa: ya casi nadie ve la televisión o, al menos, no las cadenas convencionales. O no lo hacemos como lo hacíamos antes. Es decir: seguimos poniéndonos delante de una pantalla constantemente, pero no para ver cadenas tradicionales, sino plataformas. Y a veces no nos ponemos delante de televisores, sino de móviles, tablets y ordenadores. Un dato destacable para ir abriendo boca: este mes de abril se ha pasado de 206 minutos de media de consumo televisivo por espectador a 191 minutos, lo que representa el menor consumo televisivo desde que se miden las audiencias y 30 minutos menos comparándolo con el mismo mes del año 2021.
Este mes de abril se ha registrado el dato de consumo televisivo más bajo desde que se miden las audiencias.
Por supuesto, hay unas cuantas razones detrás de este terremoto, de los vídeos de Tiktok y Youtube, al auge de Instagram a, sobre todo --y aquí viene el gran motivo-- el reino de las plataformas streaming. Las plataformas no paran de crecer y las conversaciones entre amigos y familiares cada vez versan más sobre nuevas series. La franja del entretenimiento ya está dominada por gigantes como Netflix y HBO.
La sociedad prefiere ver la ficción en streaming antes que hacerlo en la televisión lineal. Pero esto tiene una firme explicación. Un estudio realizado por la consultoría audiovisual GECA sobre el estreno de una serie o película en un canal lineal obtuvo unos datos muy interesantes: «un 74,3% de la gente prefiere esperar a que los capítulos estén disponibles en la plataforma antes que verlos en televisión. De ese porcentaje, un 34% espera a que el capítulo emitido previamente esté disponible en la plataforma, y el restante, espera a que el total de la temporada esté colgada en la página para verlos». Esto se debe a la libertad de consumir lo que queremos cuando queremos y la oportunidad de prescindir de largos espacios publicitarios. Aunque esto último es una oferta con la que tendrá que lidiar Netflix a partir de ahora después de su decisión de emitir publicidad como solución a su caída en bolsa y la enorme bajada de suscriptores.
¿Qué valor tiene la televisión tradicional hoy en día?
Pero hasta que llegue ese momento, hay una realidad incontestable: mientras las plataformas no paran de crecer, programas que antaño atraían audiencias masivas --léase Sálvame--, ahora caen en picado en la audiencia.
Ahora bien, ¿todo es culpa de Netflix o hay algo más? ¿Son también las cadenas tradicionales responsables en parte de este cambio histórico? ¿Se han dormido en los laureles mientras cambiaban radicalmente los hábitos de consumo? ¿Hemos explotado tanto un modelo muy determinado de programación que ya no puede dar más frutos? Y, más genéricamente, ¿qué valor tiene la televisión tradicional actualmente? Y, si ya casi nadie ve Televisión Española (excepto Masterchef, y a veces ni eso), ¿por qué debemos seguir pagándole millones del erario público?
Comencemos hablando de los datos, porque a nadie se le escapa que el mundo televisivo se enturbia bajo la atenta mirada de las plataformas streaming. El mes de abril de 2022 quedará enmarcado como el de los mayores hits televisivos, coronándose con el mínimo histórico de audiencia para Telecinco, el máximo, por el contrario, para las Temáticas de pago y la caída en picado (que ya anunciamos en este periódico) del consumo medio de televisión por espectador, donde no se reflejaban datos tan bajos desde 1993.
Aunque Telecinco se consolidara el año 2021 como la cadena líder en audiencias, ya es un secreto a voces que no está viviendo su mejor recorrido. Este mes ha anotado su dato mínimo histórico con un 11,9% de cuota según los datos aportados por GECA, igualando al mes de agosto del año 2018, cuando los programas y series descansaban y mantenían los datos sus programas estrellas, Sálvame y Pasapalabra. La audiencia de la llamada cadena alegre acude buscando entretenimiento, no información, y ese entretenimiento ha sido tan desgastado que los espectadores ya no encuentran novedad en sus programas, se aburren y se van.
¿Dejà vú?
A Antena 3 le ocurrió algo parecido en el año 2016: perdía espectadores cada mes por agotamiento y el quid se encontraba en una serie en específico, Los Simpsons, lo que causaba un efecto dominó en el resto de la parrilla. Como solución, teniendo en cuenta que la sociedad demandaba más parrilla informativa debido a la época en la que nos encontrábamos de la Cataluña independentista, alargaron Espejo Público con una nueva sección y movieron La Ruleta de la Suerte al hueco de su serie más mítica de personajes amarillos. Eso hizo que se reinventaran, se renovaran y empezaran a escalar de una manera exponencial incentivando el interés por su contenido y la fidelidad de su target. Antena 3 demostró que el movimiento es un factor clave para mejorar, sumándolo a la reestructuración de su redacción.
Hubo otro factor dominante: el del horario del entretenimiento. Enrique García Maroto, director de consultoría de GECA, ya nos ofreció su visión sobre si existía o no un posible 'acabose' de la televisión tradicional, donde explicó que "la televisión tradicional tendrá que recapacitar un poco, como cambiar que tengamos que esperar hasta las 23:00 de la noche para ver algo. Tiene que cambiar y recapacitar sobre el eje de programación".
El 'boom' de las temáticas
Al mismo tiempo que Telecinco remarca su mínimo histórico, otra decepción para la cadena que lleva meses intentando remontar, dándole un voto de confianza a Paolo Vasile al reelegirle como consejero delegado y cambiar la presidencia adjudicada a Borja Prado, Atreseries, Gol TV, La7TV, La8 y el conjunto de las Temáticas de pago están firmando su máximo histórico con un 10,2%, superando por primera vez el 10% del share. Y aunque Antena 3 sigue disfrutando plenamente de su remontada, el grupo Atresmedia ha reducido dos puntos su rendimiento (27,2%) con respecto a marzo de este mismo año (29,2%). A la cadena abierta le salvan sus trabajados informativos con ambiente digital y renovado, presentadores de pie, que aportan frescura y dinamismo, sus programas de entretenimiento con aire familiar y las series turcas de las que todo el mundo habla (aunque Netflix le esté ganando el terreno con sus exitosas series colombianas).
Mientras, en TVE sigue destacando MasterChef, que precisamente en la segunda tanda, tras su estreno el pasado lunes 18 de abril, reunió al 14.2% de cuota y 1.6 millones de espectadores, coronándose como líder de una noche en la que competía contra El Hormiguero.
¿Y el directo?
Frente a la caída de audiencia, las cadenas tradicionales se aferran como un clavo ardiendo al directo y, sobre todo, a la actualidad informativa, algo en lo que las plataformas no pueden competir. O no de momento. No hay duda de que, frente a grandes fenómenos que atraen la atención masiva de la audiencia, como la pandemia o la guerra de Ucrania, la gente sigue poniendo el televisor y sintonizando las cadenas de siempre. O, al menos, algunas de ellas.
Antena 3, por ejemplo, está teniendo unos resultados magníficos el campo de la información. Sigue liderando la sobremesa, tanto en las Noticias 1, presentadas por Sandra Golpe, como en Noticias 2, con Vicente Vallés y Esther Vaquero, con una media de 2.500.000 de espectadores (20% del share aproximadamente). Lejos queda Telecinco, en segundo puesto, con apenas la mitad de espectadores.
¿Es ese el futuro? ¿Apostar al máximo por programas de actualidad de alta calidad que den cuenta de las noticias del día? En gran parte sí, pero hay más: también están los realities como Supervivientes, Secret Story o MasterChef, que ganan por goleada a la audiencia de los programas de telerrealidad de las plataformas. Maroto explicaba para El Independiente que “lo que disfrutas de programas en directo es poder comentarlo por redes sociales, con tus compañeros de trabajo… Tiene ese poder de interacción social”.
¿Y las consecuencias políticas?
Hay esperanza aún para la televisión tradicional, pero sólo si apuestan por un nivel de calidad extraordinario, en directo y con formatos de máxima actualidad. Ahora bien, ¿cuántas realmente lo hacen? Como hemos visto, no muchas. Las excepciones son más numerosas que la tónica general.
Algunas cadenas siguen enquistadas en formatos caducos, horarios imposibles y caras trasnochadas. Ya hemos hablado de los pésimos datos de Telecinco, pero podríamos hablar también de Televisión Española. El mes pasado fue el peor marzo de su historia en cuanto a audiencias se refiere, con tan sólo el 8,5% del share. Dos apuestas importantes de la cadena, como Menudos Torres y Las claves del siglo XXI, no están dando frutos. Desde que se estrenó el espacio culinario, a finales de febrero, sólo ha conseguido entorno al 4 o 5% de audiencia. La franja de la mañana, con La hora de La 1, no despega. Por la noche la situación no es mucho mejor. Las tres puertas es lo único que aún aguanta algo, a pesar de que sólo llega al 7,9%, un dato a todas luces decepcionante. El resto de los datos son pésimos y ni siquiera Cuéntame parece salvarse de la mala racha: atraviesa su peor temporada.
Televisión Española está inmersa en una pésima racha que ya dura demasiado. Y es preocupante, porque así como Telecinco es al fin y al cabo una cadena privada, aquí estamos hablando de dinero público. No olvidemos que, como ya informamos en El Independiente, algunos programas de la cadena pública son muy caros. El misterio del asesino inesperado, un capítulo especial de la serie Los misterios de Laura costó la friolera de 813.739,61 euros. Es decir, algo más de 9.000 euros por minuto. De hecho, la serie entera, de ocho programas, costó de media 500.000 euros por episodio. Una serie que aún no se ha estrenado, como Fuerza de Paz, un thriller ambientado en Guinea Ecuatorial, ha costado de media 719.338,42 euros por capítulo. El año pasado también se emitió La caza. Tramuntana: 661.037 de media por capítulo. ¿Vieron algún episodio? Si no lo hicieron, tranquilos: casi nadie lo hizo. La serie, a pesar de lo cara, sólo consiguió un 6,87% de cuota de pantalla.
La cadena pública se gasta un montón de dinero, pero no consigue resultados. Y en vez de renovarse y de reaccionar, se empeña en seguir erre que erre. Hace algo más de un año, cuando José Manuel Pérez Tornero tomó las riendas de Radio Televisión Española, muchos creyeron que su nombramiento podría suponer un punto de inflexión tras una presidencia de Rosa María Mateo donde las audiencias habían sido erráticas (cuando Pedro Sánchez la nombró administradora provisional, en julio del 2018, La 1 teína un 10,3% de cuota de pantalla; cuando fue relevada, el número había caído a 8,7%).
Sin embargo, un año después, los resultados de Tornero no acompañan: el febrero del 2021 la cuota de pantalla era del 8,6%; un año más tarde, era del 8,4%. Si tenemos en cuenta todos los canales de RTVE (La 1, La 2, 24 Horas, Clan y Teledeporte), los datos tampoco son alentadores: del 24,1% de cuota de pantalla que consiguió en el 2010, ahora está en el 14,5%. La "era Tornero", como alguno se avanzó a bautizarla, está siendo un fiasco.
Se han tomado algunas decisiones: a principios de marzo se despidió a Amalia Martínez de Velasco, la hasta entonces directora de Contenidos Generales. Pero los problemas persisten: por lo que se sabe, la planificación en la cadena es un desastre, con series que acaban sin tener preparado un relevo potente --pensemos en Dos Vidas--. La programación sigue estando mal programada y el prime time sigue comenzando tardísimo, a pesar de las promesas de la dirección de que promocionarían nuevos horarios. Ni siquiera programas serios y, reconozcámoslo, de alto valor, como la cobertura informativa de la invasión rusa de Ucrania, están consiguiendo atraer a la audiencia (La Sexta, en cambio, vio como sus audiencias crecían como la espuma por sus informativos de la situación en Ucrania).
¿Es justificable, en medio de semejante drama de audiencias, que nos sigamos dejando millones de euros de dinero público en series que no ve nadie? Recordemos que, este año 2022, RTVE dispone de un presupuesto de 445 millones. De acuerdo, es un 6% menos que en el 2021 (cuando llegó a 473 millones), pero es un aumento considerable respecto a los 378 millones que recibió de 2018 al 2020. Lejos quedan aquellos 555 millones que dio el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en el 2009, pero sigue siendo un presupuesto más que notable. Además, no olvidemos que la deuda de RTVE sigue siendo demasiado abultada. Se calcula que a finales del 2022 se llegará a los 588 millones, un 61,5% más que la registrada en el 2021.
¿Se puede seguir manteniendo esta situación a todas luces insostenible? a respuesta es claramente no. El gobierno debería tomar cartas en el asunto. Aunque podemos intuir que no lo hará.
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