Juan Sanguino (Madrid, 1984) no nació en los 90, pero sí los vivió. La cultura pop le acechaba mucho antes de sus inicios periodísticos y así lo ha ido plasmando entre sus obras escritas. Primero, con dos ensayos que retratan la sociedad más viva de aquellos tiempos en los que el consumo audiovisual de uno era el de todos: Cómo Hemos Cambiado y Generación Titanic: El libro de cine de los 90. Pero ahora se ha lanzado al mundo biográfico, y qué mejor que hacerlo con la diva del pop más apoteósica, plasmando las secuencias más importantes de su vida al ritmo de Baby One More Time.
Si metemos a Freddie Mercury, Frida Kahlo, Madonna, Lola Flores y Britney Spears en una misma frase parece no haber ninguna conexión entre ellos, más que el mero hecho de ser artistas. Pero la hay. Todos son figuras relevantes de la cultura, iconos para la sociedad, que cogen forma por la identidad marcada que le da la ilustración en sus libros autobiográficos. En este caso, sus dibujos de colores pastel combinados con una ropa llamativa al más puro estilo Britney Spears llevan el nombre de Inés Pérez, que ha tenido 'el detalle' de poner escenas a las letras del escritor.
No hay historia como la de Britney, dice Juan Sanguino. Y lo hace con el mismo conocimiento de una persona que se entromete a fondo en la vida de una cantante hasta desgranar lo más vertiginoso. Britney Spears tiene "muchísimas aristas", su complejidad mediática no era suficiente para las 2.000 palabras que suele escribir Juan en sus artículos de El País, pero ha dejado claro que las más de 100 páginas que ha escrito en Britney One More Time -editado por Penguin Random House-, publicado el pasado 5 de mayo, sí estaban a su altura.
Pregunta.- ¿Qué tiene Britney que no tengan las demás divas del pop?
Respuesta.- Britney se convirtió en una obsesión para nuestra civilización desde su primer single, y eso es algo que muy pocos artistas consiguen. Piensas en Madonna, Michael Jackson, Whitney Houston, George Michael, y es verdad que tuvieron muchísimo éxito desde el principio, pero no tienen esa rotundidad en su debut como tenía Baby One More Time. Ella surgió en un momento muy importante, que es cuando internet empezaba a estar presente en la mayoría de los hogares. Ella fue una especie de experimento piloto de la cultura en el sentido de que internet está muy vinculado a la explosión de popularidad de Britney Spears. Ella tenía un blog en internet, que era una cosa como muy moderna en aquella época, de hecho hay escritos que recojo en el libro que son muy potentes, incluso en sus momentos más bajos de 2005, 2006, 2007, ella seguía utilizando su blog y era mucho más lúcida de lo que mucha gente considera, dada las circunstancias de su vida en aquel momento.
Ella cuando surge, coge una tradición de femineidad muy antigua -como es la Doncella sureña (Southern Belle)- la actualiza y hace de ello un concepto pop. Recoge ideas como la 'Lolita' la colegiala sexy, la niña que sueña con ser una estrella, entonces de repente ese contraste entre su inocencia y su erotismo obsesionó -enfatiza- a la sociedad. La obsesión que tenía la prensa y el público con Britney Spears desde el principio era por ese misterio que ella generaba, hasta qué punto ella se está dando cuenta de que está siendo seductora, hasta qué punto es accidental, hasta qué punto está en mi cabeza, y eso es algo que hoy es imposible que ocurra, porque estamos en otro momento de la cultura, estamos más sensibilizados hacia la figura de la mujer en ámbitos públicos y sobre todo hacia la figura de la mujer joven.
P.- ¿Cómo puede ser que en su día Britney Spears fuera capaz de normalizar tanto la sexualidad femenina y a día de hoy sea un tema tabú?
No hay una libertad correcta
R.- Yo no estoy de acuerdo en que sea un tabú, creo que es un tabú el erotismo femenino. Porque el erotismo femenino durante los diez años anteriores fue explotado, fue abusado y fue utilizado tanto para aprovecharse de las mujeres como para luego destruirlas. Esta dicotomía del siglo XX de 'tienes que ser muy sexy pero luego te vamos a llamar guarra si te pasas', es una cosa que a Britney le provocaba muchísima angustia y ansiedad y así lo contaba desde el principio de su carrera, en plan de "¿En qué quedamos? O soy demasiado sexy o soy demasiado inocente. Me habéis dicho que haga esto, esto y esto para ser una estrella, he hecho todo lo que me pedíais y de repente ya no es válido". De hecho, David LaChapelle, el fotógrafo que le hizo la portada de Rolling Stones en la que ella salía en bragas y sujetador, con el teletubbie llamando por teléfono, cuenta que ella cuando estaba delante de su manager o de sus padres decía "no estoy cómoda", pero en cuanto se iban ella cerraba la puerta con llave y se abría el cárdigan. Por lo que ella representaba muy bien esa tensión entre las apariencias, el miedo al qué dirán y el deseo de querer exhibirse. Se convirtió en un icono feminista y esa libertad la usó para desnudarse en Instagram, lo cual es fabuloso porque al final la libertad de las mujeres tiene que ir en todas las direcciones, no hay una libertad correcta solamente, y eso Britney lo ha aprendido de manera dura pero lo ha aprendido con su experiencia.
Pero es verdad que ahora se habla mucho sobre la sexualidad de las mujeres, sobre todo ellas hablan mucho sobre su sexualidad, es una conversación social muy extendida, que hace 20 años era impensable. Entonces para mí la sexualidad no es un tabú, es una tabú el erotismo, porque hemos estado 100 años utilizándolo mal.
Si una mujer quiere mostrarse desnuda en Instagram, evidentemente, está en su derecho, pero es una empresa privada. A veces creemos que las redes sociales son un foro público pero no es así. Igual que Twitter no decide censurar los desnudos pero sí los discursos de odio, Instagram decide censurar el desnudo, y está en todo su derecho. Si no te gusta, hazte una cuenta en una red social que sí que lo permita.
P.- Escribiendo este libro, ¿has descubierto algo más allá de lo que ya conocías sobre Britney?
R.- Muchas cosas. Para mí Britney siempre fue un misterio porque Britney es una especie de lienzo blanco en el que cada uno proyecta un poco lo que piensa y lo que siente y lo que desea y los prejuicios incluso que arrastra y mi mayor interés con este libro era contar quién es realmente Britney Spears, cómo es su personalidad, cómo es su carácter, qué le gusta, qué no le gusta, qué le hace feliz, qué le pone triste. En ese sentido es una biografía muy tradicional, la historia empieza con sus abuelos, porque me parece que es cómo se comprende mejor a las personas. Britney es el resultado de una mezcla de unos orígenes muy humildes -sus padres vivían en una caravana-, un pueblo muy pequeño, en el que no había ningún tipo de esperanza de salir de él, ya no ser una estrella del pop, sino siquiera salir de él, un padre alcohólico, una madre obsesionada con la celebridad y una industria que la explotó y la convirtió en un producto desde los 12 o 13 años que entró en el Mickey Mouse Club, y el resultado de la prensa, de los fans, resultado de internet, que es una cosa que ella nunca entendió... Era importante comprender que ella es el resultado de todo esto.
Yo he descubierto que ella es una mujer que siempre ha sido muy consciente de sus sentimientos, que a veces parece como que ella no se enteraba de nada y no es cierto. Ella en sus momentos más difíciles siempre fue muy consciente de lo que le estaba pasado, no entendía por qué le hacían lo que le hacían o por qué le decían lo que le decían, pero ella siempre fue muy consciente. Tiene una inteligencia emocional que a mucha gente le puede sorprender cuando lea el libro. También me sorprendió que su vida haya sido tan triste desde el principio y me dio pena descubrir que en sus primeros meses de carrera ya estaba sufriendo por los ataques de la prensa. La historia es aún más trágica de lo que yo creía.
P.- Hablas de que nos va a sorprender su inteligencia emocional. Ella ha vivido relaciones tóxicas, tal y como habla en su canción homónima -'Toxic'-, ¿crees que es fácil o lo fue para ella salir de una relación como la que tuvo con Kevin Federline?
R.- No. Igual que la boda de Las Vegas, que duró 55 horas, fue un poco de rebeldía, de típica travesura adolescente, llevada por el alcohol y las drogas, en el caso de Kevin Federline, ella estaba profundamente enamorada de él, que era un hombre, que por un lado, le encantaba salir por la noche, como a ella que siempre le ha gustado muchísimo la fiesta, y a la vez él tenía este punto de ser un tío muy de la calle, muy sencillo, como ella. De hecho, uno de los biógrafos de Britney dice que es el tío con el que ella se habría casado de no ser famosa. Un hombre de una familia humilde, sencillo, sin aspiraciones, muy poco contencioso, entonces, él la quería exactamente tal y como ella era, él no estaba enamorado de Britney Spears, la estrella del pop, él estaba enamorado de la chica de Louisana, que había venido de un pueblo pequeño y que le gustaba mucho el pollo frito, ver películas de chicas y beber, bailar, fumar, pasear por la playa... Entonces ella ya se imaginó que Kevin era la solución a todos sus problemas, porque ella en los hombres siempre ha depositado todas sus esperanzas de ser feliz. Ella siempre dice que se siente más fuerte cuando está con un hombre, y de hecho toda la reivindicación que hizo de la libertad su tutela fue por su relación con Sam, su actual pareja.
Yo no considero que esa relación fuese tóxica. Las ha habido mucho peores -se ríe-. Yo considero que fue una relación explosiva, intensa, muy adolescente, muy infantil, muy ingenua, muy feliz, muy sexual también, que simplemente se acabó. Federline ha acabado demostrando que es mucho mejor padre y mucho más responsable de lo que la gente se creía en su momento.
P.- Una de las tantas situaciones mediáticas de Britney fue el momento de rebelión con la cabeza rapada, ¿significó su declive?
Un pelo feo siempre ha sido una mujer defectuosa para la cultura
R.- Yo creo que fue más una imagen muy potente y al final vivimos en un mundo desde llegada de internet muchísimo más, pero desde hace 40 o 50 años, vivimos en un mundo profundamente visual, comprendemos todo a través de imágenes y cada vez menos a través de palabras. Hay que tener en cuenta que el pelo siempre ha sido tradicionalmente un símbolo de la femineidad, esas mujeres de Botticelli, las ondas al viento, las estrellas del pop que se ponen los ventiladores... El pelo siempre ha sido muy importante, por eso para las mujeres negras ha sido un gran complejo, que se rieran de ellas por el pelo, lo vimos hace poco en los Oscar con el momento de Will Smith y Chris Rock, entonces cuando una mujer se rapa, generalmente es un castigo: Juana de Arco, Natalie Portman en V de Vendetta, mujeres que están encarceladas, que tienen piojos, mujeres que son prostitutas, brujas... Un pelo feo siempre ha sido una mujer defectuosa para la cultura. Entonces, el momento en el que a ella, que además siempre utilizaba el pelo de manera muy sexual, como parte de la coreografía, se la ve raparse el pelo a sí misma fue una imagen de la autodestrucción y por eso fue tan potente.
P.- En tu libro se leen comentarios del estilo “Si Britney muere, no cobro” ¿No existe la compasión o la empatía en ese mundo?
Yo creo que hay una deshumanización en ciertos ámbitos profesionales, y la industria audiovisual es uno de ellos, no es la única, pero sí uno de ellos. Se habla de las estrellas como si fueran productos, tipo "su marca está al alza" o "su marca está rota" o "su marca está contaminada", como si no fueran seres humanos, como si fueran una Coca-Cola. Y partiendo de esa base, acabar hablando de ella en esos términos no es tan descabellado en el sentido de que se las consume como productos.
En aquel momento la salud mental era un chiste, la gente se reía mucho de ello. Especialmente las mujeres eran objeto de burla. Y no se hablaba de los famosos como si fueran gente de verdad, se hablaba de los famosos como si fuesen personajes de ficción.
P.- Hablas también de la reacción de Britney a la energía en cuanto a las personas que se le acercan y me ha hecho pensar en el fenómeno fan. Me pregunto si somos lo suficientemente “sensibles” o empáticos frente a nuestro ídolo. Muchos artistas se quejan de que los fans solo quieren la foto o la firma y se van y nadie les pregunta como están.
R.- Yo creo que hay un tipo de fan, que suele ser más habitual, que siente cierto sentido de posesión sobre su ídolo, en el sentido de "yo te he dado mucho, de mi tiempo, de mis emociones, me he identificado contigo hasta el punto de que cuando leo un insulto contra ti me lo tomo como algo personal y me pongo a insultar a la persona que te ha insultado" y eso genera un sentimiento de deuda que el fan cree que el ídolo le debe algo, atención cariño... Eso sí que es una relación tóxica (risas), de relación de posesión y de tú me debes algo, lo cual es delirante. Entonces hay un desequilibrio que a veces hay gente que le genera muchísimo estrés.
P.- Es tu tercer libro y no hay que ser muy astuto para darse cuenta de que eres un nostálgico empedernido de los 90.
R.- Yo creo que ahora todo el mundo es muy nostálgico de los 90. A mí la década de los 90 me parece muy interesante porque es el momento en el que la civilización estaba más avanzada sin internet. Entonces, culturalmente, es muy potente, porque había mucha diversidad, había movimientos feministas y femeninos , había movimientos LGTBI, que por entonces se le llamaba movimiento gay, no tantos como ahora pero sí que había algo y el consumo no estaba mediatizado por internet y por las redes sociales y porque todo se realice en términos morales y en términos políticos o sociológicos. Entonces, es un momento muy interesante de la cultura, porque había una 'monocultura' muy grande, todos consumíamos lo mismo y ya había voces nuevas, entonces había mucha diversidad y todos la compartíamos, uno no podía vivir de espaldas a las películas sobre mujeres, uno no podía ignorar Telma & Louise, porque era un fenómeno de público. Ahora todo es nicho y cada uno consumo a su gusto, lo cual genera mucha más satisfacción porque cada uno se construye la cultura que les parece, pero sí es verdad que nos desconecta a los individuos los unos de los otros.
P.- Algún próximo proyecto que nos puedas adelantar, ¿seguirás deleitándonos con los maravillosos años 90?
R.- Pues sí. Estoy escribiendo otra cosa y es de los 90. Es música, pero es música española.
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