Hay una nueva revista en circulación en Estados Unidos titulada W Magazine que, para su número uno, ha tenido una idea brillante: ha sacado en portada a Rihanna coronada como una reina. Fotografiada por Steven Klein (uno de los mejores fotógrafos de moda, cultura y tendencias de la actualidad) y con un muy logrado estilismo de Edward Enninful (editor jefe del Vogue británico), Rihanna aparece con una superposición de joyas, maquillaje y un tanto de Photoshop. Y lo mejor de todo es que la tiara existe de verdad y, sí, tiene una historia fascinante que haría las delicias de cualquier fan de 'Downton Abbey': detrás de ella hay escándalos, unos cuantos líos y una coronación de la realeza.
Pero comencemos por el principio: la tiara que lleva Rihanna en realidad se llama Tiara Essex y fue hecha en 1902 por Cartier con 1.048 diamantes engarzados en diseños florales. Seguramente es uno de los mejores diseños que hizo el joyero francés antes de que se impusiera la moda Art Decó y se estilizaran las tiaras.
La tiara fue encargada por una mujer de elegancia exquisita -y una riqueza descomunal-. Se llamaba Adele Beach Grant y era una de esas millonarias estadounidenses (nació en Nueva York) que a finales del siglo XIX y principios del XX cruzaron el océano para casarse con aristócratas ingleses (lo mismo que Cora Crawley en 'Downton Abbey', vaya).
En su caso, Adele era hija de David Beach Grant, un magnate del ferrocarril y, en cuanto pisó Inglaterra, triunfó. No sólo era de una gran belleza, sino que la prensa la incluyó entre las Lovely Five, las Cinco agradables, un grupo de mujeres muy distinguidas que incluían a Lady Warwick, Lady Lytton, Lady Westmoreland y la Duquesa de Sutherland. Dado su éxito, no es de extrañar que consiguiera un magnífico partido y, en 1893, se casó con George Devereux de Vere Capell, séptimo conde de Essex.
Eso sí, antes de que pasara por el altar, la buena de Adele ya llevaba unos escándalos a sus espaldas. En concreto, había estado comprometida con Lord Cairns, pero días antes de la boda, ella rompió el compromiso alegando que él no estaba dispuesto a asumir sus responsabilidades contractuales. El tema fue la comidilla de todo Londres durante meses.
Sea como fuera, en cuanto Adele se casó cesaron temporalmente los rumores. La nueva condesa, además, se adaptó rápidamente a sus funciones de representación y en la Coronación de Eduardo VII, hijo de la reina Victoria, apareció radiante con la nueva tiara de Cartier que había encargado para la ocasión y que pronto se conoció como Tiara Essex.
En 1916, el conde Essex fue atropellado por un taxi y la pobre duquesa, ahora viuda, se topó con la desagradable noticia de que estaba llena de deudas. Por ello, vendió la tiara a un marchante. Años más tarde, la joya regresó a manos de Cartier.
En los últimos años se lo hemos visto a varias royals y también ha sido exhibida por Cartier en algunas exposiciones. Sin embargo, hacía tiempo que no la veíamos en público. Hasta ahora en que ha aparecido sobre la cabeza de Rihanna.
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