A pesar de que son los príncipes herederos del trono griego, todos saben que nunca asumirán la corona porque, desde el referéndum de 1974, la república está firmemente asentada en Grecia y nada parece que vaya a cambiar. Aunque a ellos seguramente les dé igual. Pablo de Grecia y Marie-Chantal Miller, príncipes de Grecia y de Dinamarca y duques de Esparta, viven una vida de ensueño: se codean de vez en cuando con la realeza europea cuando hay bodas, nacimientos o entierros, y el resto del tiempo residen en Nueva York, donde disfrutan de una vida social al alcance de muy pocos. Tienen una casa espectacular en Manhattan, una no menos espléndida mansión de veraneo en los Hamptons (el lugar de recreo de los multimillonarios neoyorquinos), unos hijos que parecen modelos (la hija, Olimpia, ya hace sus pinitos como influencer) y encima les va estupendamente bien en los negocios. Ella es una empresaria que ha creado su propia marca de ropa infantil de lujo y él es un prestigioso corredor de bolsa en el fondo de inversión Ortelius. Todo ideal y perfecto.
Hija de uno de los hombres más ricos del mundo
De hecho, todo ha parecido sonreírles desde que Marie-Chantal (a quien sus amigos llaman MC, em-sí en inglés) y Pablo se casaron en la catedral de Santa Sofía en Londres el 1 de julio de 1995, una boda que congregó a 1.300 invitados, entre ellos numerosas testas coronadas. En la primera fila se encontraba la mismísima reina de Inglaterra.
Siempre se ha dicho que los royals griegos hacen grandes bodas (no olvidemos que un tal príncipe Felipe, nacido en Corfú, se acabó casando con Isabel II) y en esta ocasión se cumplió a rajatabla. Marie Chantal Miller descendía de una familia increíblemente rica, estaba emparentada con la aristocracia y había sido educada como una verdadera princesa de cuento. Su padre, Robert Warren Miller, llamado el "rey del duty-free", era el impulsor de DFS, la mayor red de tiendas libres de impuestos en aeropuertos del mundo. El conglomerado le granjeó el título de uno de los hombres más ricos del mundo, lo que permitió a Marie-Chantal y sus dos hermanas (Pia y Alexandra) vivir rodeadas de lujos desde su más tierna infancia.
Aunque la futura princesa nació en Londres en 1968, se crió en Hong Kong, el epicentro de las actividades económicas de su padre. Su madre, la ecuatoriana María Clara Chantal Pensante, insistió en que sus hijas tuvieran modales perfectos y siempre lucieran impecables a cualquier hora del día (el pelo debía estar siempre bien peinado; la espalda, bien recta). También en que fueran a los mejores colegios del mundo: Marie-Chantal fue matriculada en la prestigiosa Peak School hasta los nueve años y luego la enviaron a un reputado internado suizo, el Institut Le Rosey. A los catorce años se trasladó a París para seguir con sus estudios secundarios y se sabe que hizo cursos de cocina en el Instituto Ecole Ritz Escoffier.
Bodas con los solteros de oro
Pero los fogones no eran lo suyo. A los veinte añitos recién cumplidos, Marie-Chantal compaginó los estudios de Arte en Nueva York con noches donde se codeaba con la jet-set internacional. Fue musa del artista Andy Warhol y se la veía constantemente en fiestas de Valentino, uno de sus íntimos amigos. A mediados de la década de los noventa, las "Miller Sisters", las hermanas Miller, como se las conocía en la alta sociedad, protagonizaron portadas y artículos de revistas. Fueron unas influencers avant la lettre, cuyas vidas de lujo y privilegio entre Londres, Nueva York, Hong Kong, París y Suiza parecía sacada de un guión de comedia romántica de Netflix.
Sólo les faltaba rematar la jugada con una boda de altos vueltos y las tres cumplieron disciplinadamente con su cometido. Pia, la mayor, se casó con Christopher Ronald Getty, nieto del multimillonario magnate del petróleo Jean Paul Getty (se acabarían divorciando en 2005). Alexandra, la pequeña, contrajo matrimonio con el príncipe Alexander von Fürstenberg, hijo de la diseñadora de modas Diane von Fürstenberg (se divorciaron en el 2002). En cuanto a Marie-Chantal, conoció en una boda en Nueva York al príncipe Pablo de Grecia. Los habían sentado juntos en la mesa y surgió el chispazo. Poco después, en 1994, mientras esquiaban en Gstaad, en Suiza, él le propuso matrimonio. Seis meses después se celebró la boda en Londres.
Vida en Londres
Si ella había recibido una buena educación, él no se quedaba atrás. En 1974 tuvo que salir de Atenas con sus padres. La familia se instaló primero en Dinamarca (la reina Ana María de Grecia es princesa danesa, hermana de la actual reina Margarita de Dinamarca) y luego en Londres. Pablo estudió en Inglaterra y en Estados Unidos, luego hizo el servicio militar en la prestigiosa academia de Sandhurst y se licenció en Georgetown. En esta universidad también hizo un máster en Política Exterior. Otro de los alumnos era su primo, el entonces príncipe Felipe, con quien siempre ha estado muy unido.
Después de casarse, los príncipes de Grecia se instalaron en una mansión londinense del siglo XVIII que, con el tiempo, llenaron de obras de arte (sobre todo, de Jean-Michel Basquiat, Andy Warhol, Damien Hirst y Rob Pruitt). También tenían una mansión en Gloucestershire.
Los hijos llegaron a los pocos meses. Maria Olimpia nació en 1996, seguida por cuatro chicos: Constantino Alexios, Aquiles Andrés, Odiseo y Aristides. Siempre tuvo embarazos y partos sin complicación, excepto en el caso de Odiseo, que nació tres semanas antes de tiempo y requirió una cesárea muy complicada donde Marie-Chantal perdió mucha sangre (incluso necesitó una transfusión).
Empresaria de éxito
En el año 2000, cuando estaba embarazada de su tercer hijo, Marie-Chantal creó su propia línea de ropa infantil de lujo. "Estaba empeñada en comenzar algo por mí misma", reconoció en una entrevista. Pensó en lanzar su propia línea de cosméticos, pero una amiga que trabajaba como alta ejecutiva de Sephora, la disuadió de entrar en la muy competitiva industria cosmética. "Me recomendó que me centrara en un ámbito cercano a lo que realmente me apasiona", explicó. Marie-Chantal, que siempre ha estado muy interesada en la moda, se centró en diseñar su propia linea de ropita infantil.
Triunfó desde el primer momento y la princesa logró el sueño de muchas mujeres trabajadoras de compaginar vida profesional y familiar. Todos los desayunos se hacían en familia, luego se trasladaba a la oficina, participaba en miles de reuniones y volvía a casa a las cuatro de la tarde, con tiempo suficiente para preparar cenas (su especialidad es poulet a l'estragon) o prepararse para salir a algún evento.
A pesar de que su empresa va muy bien, la princesa reconoció en una entrevista a Vanity Fair que "no ha sido un camino de rosas, porque el sector textil es bastante complicado". Pero ha sacado adelante a su empresa gracias a tener un excelente gusto, un carácter perfeccionista, mucha disciplina y --seamos sinceros-- una red de contactos inalcanzable para el común de los mortales.
Un tren de vida al alcance de muy pocos
Hoy en día, su tren de vida es el resultado de la fortuna multimillonaria de su padre y el título de realeza de su marido. Nunca llegará a ser reina de Grecia y, aunque ahora puedan pasar largas temporadas en el país (y celebrar alguna que otra boda, como la del príncipe , hermano de Pablo, en la catedral ortodoxa de Atenas), la familia real griega vive formalmente exiliada. Pero eso no es impedimento para que el resto de familias reales europeas te traten como un igual: una vez de la realeza, siempre de la realeza. El título rimbombante de Su Alteza Real hace milagros y sigue deslumbrando a muchas personas en Estados Unidos.
Hoy, Marie-Chantal y Pablo viven en Nueva York en una townhouse, una mansión de 1913 cercana a la Frick Collection que había pertenecido a sus padres y que parece un castillo europeo milenario, con sus techos abovedados, sus columnas de mármol y elegantes escaleras. La casa, que en su momento fue decorada por el legendario interiorista Renzo Mongiardino (el favorito de Lee Radziwill, la hermana de Jackie Kennedy), fue recientemente renovada por el no menos prestigioso François Catroux, responsable de los interiores de las moradas de Guy y Marie-Hélène de Rothschild. Todo es lo mejor de lo mejor: sábanas de D. Porthault, sofás de Vladimir Kagan, lámparas de Hervé van der Straeten, mesitas auxiliares de Claude y François-Xavier Lalanne.
En su Instagram airea sus novedades empresariales, sus consejos sobre cómo criar a niños perfectos y también su lujoso estilo de vida, repleto de fiestas y viajes. Ella no se esconde ni tampoco suaviza sus opiniones en las redes. Lo que, en alguna ocasión, ha creado alguna que otra polémica. Como cuando sucedió el rifirrafe de Palma de Mallorca entre Letizia y la reina emérita, tía paterna de Pablo, y Marie-Chantal no tardó ni media hora en condenar lo sucedido. "¡Ninguna abuela se merece ese tipo de trato! Wow, Letizia ha mostrado su verdadera cara", escribió sin morderse la lengua. Aquello dejó claro que entre la actual reina de España y la mujer del primo favorito de su marido hay de todo menos una amistad entrañable.
Y es que, como todo el mundo sabe, en todas las familias cuecen habas.
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