A Steve McCurry (Pensilvania, 1950) nada le daba miedo. Mucho menos fotografiar las tripas de lo más temeroso de la guerra soviética. Aunque ya había plasmado el enfoque de su objetivo en Pensilvania, en la India y en Pakistán. Pero no fue hasta que se vistió de afgano para sumergirse en su mundo y pasar desapercibido, que cruzó el verdadero límite de la fotografía -o fotografías- que le han llevado a la cumbre del éxito. Los carretes que se cosió sobre la ropa para sacarlos del país, sus refugios y sus guerras quedarán inmersas, más allá de una impresión fotográfica o digital, en un documento audiovisual que explora los 40 años de carrera del afamado fotógrafo.
McCurry, La búsqueda del color, dirigido por Denis Delestrac y producido por Intrepido Films, cuenta cómo una persona es capaz de capturar en una sola imagen historias tan ricas, potentes y perpetuas más allá de los ojos del fotógrafo. Cómo McCurry es capaz de hablar de la vida de Afganistán o de la condición de los refugiados solo con una imagen.
Aunque Steve dejó atrás Afganistán para cubrir conflictos internacionales como la guerra de Irán e Irak, Beirut, Camboya, Filipinas o la guerra del Golfo, musas que hacen que se concentre en el dolor que causa la guerra en las personas para contar historias con imágenes, el país asiático le ha perseguido durante toda su vida, gracias a su foto más célebre, La niña afgana. La imagen en sí misma fue considerada como "la más reconocida" en la historia de la revista National Geographic. Pero su documental no se queda sólo en ese retrato. En la década de los 90 y tras el conflicto de Kuwait, se dedicó a evitar los conflictos y buscar un enfoque más humanista y poético, que solo interrumpió breve y dolorosamente el 11S.
"Siempre que puedo intento conocer la historia de la persona a la que voy a fotografiar, me gusta hablar con ellos antes de hacer las fotos. Sin embargo, en ocasiones no se puede, porque o bien no hay traductor o porque el encuentro es muy breve. En este último caso, lo que sí tiene que haber es una conexión visual maravillosa", describe McCurry en la presentación de su documental, estrenado el pasado viernes 3 de junio.
La mayoría de sus imágenes se basan en personas. Él mismo explicó que buscaba el momento inesperado, el momento en el que la esencia del alma asoma y la experiencia se refleja en la cara de la persona, haciendo que los espectadores vean en sus fotografías una "conexión humana entre todos nosotros".
Denis desentraña su vida más allá de su trabajo en lugares como La India o Papúa Nueva Guinea, en su estudio de Nueva York o en su casa de Arizona con su mujer y su bebé, descubriendo el hombre que se encuentra detrás de sus famosas fotografías. Pero la conexión del director con el fotógrafo viene de tiempo atrás. Delestrac tuvo la oportunidad de filmar un breve documental con el fotógrafo en 2001, tras coincidir en el 2000 en la India, donde pudo ganarse la confianza de McCurry y mantener su amistad desde entonces.
Por ello, ambos se embarcaron en el peligroso mundo de la filmación. Delestrac, junto a su equipo, estuvieron viajando con él durante cinco años por diferentes países donde grabaron cómo trabajaba. El director contaba para Efe que sus fotos "están cargadas de emoción. No tiene un guion a la hora de prepararlas, él echa a andar y cuando siente una energía especial a su alrededor se para y empieza a crear la magia. A través de sus fotos cuenta diversas historias, son fotos únicas que marcan la diferencia respecto a cualquiera".
Pero, más allá de la fotografía en sí, el documental hace florecer y enamorarse de la imagen a color, una decisión que cambió la vida del medalla de oro en Robert Capa a mejor reportaje fotográfico. El propio McCurry cuenta que cuando fue a la India, unos de sus primeros viajes de carrera, "llevaba la maleta llena de carretes de Kodak pensado fotografiar en blanco y negro. Pero luego pensé que la vida sucede en color, y que la mejor manera de contar una historia era a color. Fue justo ahí cuando decidí que quería que en mis fotos destacaran los colores", incide.
A sus 72 años, tras más de 40 persiguiendo el color y buscando la diversidad, sigue intentando descubrir rincones remotos en el planeta, aunque asegura con cierta tristeza que ya no existen, porque "la globalización y el progreso los están devorando". Su principal objetivo vital, narra, es "crear un álbum fotográfico de nuestra especie. Lograrlo antes de que ese imparable progreso lo absorba todo".
La polémica tras el Photoshop
En una trayectoria de cuatro décadas, McCurry ha tenido que enfrentarse a dificultades más allá de sus arriesgadas imágenes en el 11S, la Caída del Muro de Berlín o la guerras de Afganistán y Kuwait.
El fotógrafo Paolo Viglione descubrió en abril de 2016 que una de las fotografías expuestas en el Palacio Venaria Reale de Turín había sido retocada. El hallazgo supuso que investigaran más fotografías, confirmando que sí se les había realizado una manipulación fotográfica, quebrantando el código deontológico del periodismo fotográfico. En una entrevista para PetaPixel, el propio McCurry no desmintió haber hecho algunos cambios, justificándose en que él define su trabajo como "cuenta historias visual" y "arte".
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