Cuando Marta Peirano (Madrid, 1975) envió a la imprenta su último libro, Contra el futuro, Rusia había recibido 2.778 sanciones por su invasión a Ucrania, pero ninguna, que tuviera relación con su incumplimiento de los compromisos climáticos. Algo, que le hizo constatar -aun más- el desastre sobre lo que iban sus páginas. "La invasión de Ucrania ha visibilizado de forma dramática el peso geopolítico de nuestra adicción al petróleo y al gas de países como Rusia o los Emiratos Árabes. Es el momento de establecer un marco de gestión que permita la colaboración entre vecinos e instituciones. No tiene sentido esperar", expresa la autora en palabras para El Independiente.
Y ni de guerras ni gas trata el libro. Aunque sí de "la contienda que, aun estando delante de nuestras narices, nos negamos a ver": la que se libra contra las empresas privadas que fingen buscar soluciones a la catástrofe medioambiental cuando, en realidad, "sólo persiguen su propio beneficio económico". "Hemos cambiado peligrosamente del modelo y paradigma de Carl Sagan, que aboga por la colaboración científica en pro de mejorar la habitabilidad del planeta, al paradigma Von Braun, que auspicia un egoísmo capitalista que finge buscar el bien común cuando en realidad sólo desea su propio enriquecimiento".
"Los ricos quieren ganar dinero: Elon Musk y Jeff Bezos, los dos hombres más ricos del planeta, proponen abandonar el planeta antes de que se produzca la gran extinción. Sin embargo, sólo hay que ver sus modelos empresariales para comprender que ellos son en gran medida los responsables de dicha extinción, principalmente porque generan enormes cantidades de gases de efecto invernadero y porque no usan sus recursos para ayudar a la humanidad, sino para iniciar una carrera espacial de la que sólo podrán beneficiarse personas igual de adineradas que ellos, y que dejará en la estacada al 99 por ciento de la población".
Así, en 176 páginas, la periodista madrileña pretende recordar que no estamos indefensos ante la avaricia de las empresas y la incompetencia de los gobiernos. La cooperación entre la comunidad científica y la sociedad civil puede ser la solución. Hay que crear un «ejército civil» contra la crisis climática y trabajar de un modo altruista para que nadie se quede en el camino. A fin de cuentas, "vivimos en un mundo repleto de seres vivos y la muerte de cualquiera de ellos implicará, aunque nos neguemos a aceptarlo, la aniquilación de todos los demás". "Invertimos tiempo, esfuerzo y esperanza en tecnologías que no están diseñadas para ayudarnos a gestionar la crisis más importante de nuestro tiempo, que es la climática, sino que están diseñadas para gestionarnos a nosotros frente a la crisis. Contra el futuro pretende abordar qué tecnologías hay disponibles para luchar contra el cambio climático y qué recursos técnicos y sociales tenemos a nuestro alcance para hacerlo", señala la autora.
"Somos la especie más emocionalmente evolucionada del planeta, y cambiamos cada vez más deprisa. En los últimos ciento cincuenta años hemos matado a Dios, abolido la esclavitud, liberado a las mujeres y legalizado el matrimonio entre personas del mismo sexo. También hemos reconocido que la amenaza más grave contra nuestra existencia somos nosotros mismos. Queremos mejorar. Podemos hacerlo. Pero tenemos poco tiempo y estamos en una encrucijada; podemos tratar de restaurar el hábitat del que dependemos o huir del planeta humeante y empezar otra vez".
Dos años. Ese es el tiempo que tenemos según el comité de expertos del clima, para tomar las decisiones inmediatas que requieren mantener nuestro planeta bajo un rango de temperatura inferior a los dos grados por encima de los niveles preindustriales. Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el planeta tiene ahora 50 % de probabilidades de que, por lo menos en uno de los próximos cinco años, la temperatura media anual mundial supere transitoriamente en 1,5 °C los niveles preindustriales (1850-1900). Y esas probabilidades aumentan con el paso del tiempo.
En la capital francesa se acordó que el calentamiento del planeta debería situarse bien por debajo de los 2 ºC y que la humanidad proseguiría los esfuerzos para que no rebasara los 1, 5 ºC. Y todo lo sabemos, porque es "como los viajes a Marte, una historia de un desastre medioambiental y una tecnología que se puede seguir en Netflix, debatir en Twitter y mimetizar en TikTok e Instagram, pero de la que no tomamos consciencia y miramos sin renunciar a las botellas de plástico, los modelos de temporada, los aviones a la playa y el chuletón".
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