Aunque nos duela reconocerlo, para muchos el verdadero rostro de Cleopatra, la mítica reina de Egipto, no corresponde a un retrato conservado furtivamente en un antiguo pergamino o la cubierta de un sarcófago, sino a la bella cara de Elizabeth Taylor, la actriz de Hollywood que más hizo por popularizar su mito. O, al menos, su estereotipo, porque como ocurre con muchas de las grandes mujeres de la historia, la Cleopatra de verdad tenía poco que ver con la imagen que tenemos de ella.
De Cleopatra seguimos creyendo que era una mujer bellísima pero sin escrúpulos, una verdadera devorahombres que hizo lo que quiso con Julio César y luego con Marco Antonio. Su imagen es la de alguien maquiavélica, ruin, frívola, manipuladora y excesivamente interesada en el sexo. Pero no todos esos adjetivos son certeros: al fin y al cabo, ya en vida, Cleopatra tuvo que aguantar una verdadera campaña de difamación. Se sabe que en Roma la odiaban y no tardaron en hacer correr toda clase de chismes sobre ella. Fuera de Roma, sin embargo, su imagen y prestigio era bastante diferente. Los árabes en particular tenían muy concepto de ella y se han conservado documentos en donde se la describe como una verdadera erudita.
¿Qué hay de verdad y qué hay de falso en su vida? Vayamos paso a paso.
Su familia no era egipcia, sino macedonia
Los antecesores de Cleopatra no eran egipcios, sino macedonios. En realidad, su árbol genealógico se remontaba al general macedonio Ptolomeo, quien obtuvo Egipto como propiedad después de que Alejandro muriera y sus territorios se dividieran (recordemos que Alejandro Magno libró una importante batalla en el 332 a.C. contra los persas para liberar a los egipcios).
Ptolomeo creó su propia dinastía, la ptolemaica, que era a la que pertenecía Cleopatra. Por cierto, cada uno de los miembros de la dinastía dan para un libro y una serie de Netflix. Tal era el nivel de culebrón de la familia. La dinastía ptolemaica duró hasta la muerte de Cleopatra, en el año 30 a.C.
Hablaba griego en la intimidad
Mucho se ha discutido sobre si Cleopatra era blanca o no, y hasta qué punto se la podía considerar realmente egipcia. En realidad, hay muy poca información sobre su madre y prácticamente nada sobre su abuela, por lo que durante décadas --sobre todo en el siglo XIX-- hubo debates académicos enzarzados sobre su verdadera etnia. ¿Era culturalmente egipcia? O, dicho de otro modo, ¿ella se consideraba como tal?
No es una pregunta fácil de responder. En el Egipto en que ella se crió había dos identidades culturales: una era la egipcia nativa y otra era la egipcia helénica, heredera del legado macedónico. Todo parece indicar que Cleopatra se sintió culturalmente macedónica y que en la intimidad hablaba griego, pero que no tuvo inconveniente en adoptar con los años elementos de la cultura egipcia nativa y en promocionarlos. Por ejemplo, insistía en aparecer ante su pueblo ataviada como si fuera la encarnación de la diosa Isis y siempre jugó muy inteligentemente la carta de la religión para usos de propaganda personal. También se sabe que fue la primera persona de la dinastía que se molestó en aprender la lengua egipcia.
Cleopatra tenía sangre africana negra
Solucionado el tema cultural, ahora, sin embargo, las preguntas se dirigen más hacia su raza: ¿era macedonia o norafricana? Es decir, ¿era blanca o negra? Estas preguntas surgieron sobre todo en la década de los noventa, cuando se comenzó a reexaminar la historia africana para liberarla de todos los estereotipos en la que la habían sumergido los historiadores blancos. Poco a poco, Cleopatra dejó de ser considerada parte de la historia del Imperio Romano y personaje básico para entender el pasado de Occidente para comenzar a emerger como uno de los iconos más poderosos de la historia africana.
Pero para que la transformación fuera completa había que solucionar el tema de la raza. ¿Era o no negra? Nuevos estudios han demostrado que era de origen étnico mixto y que debía, efectivamente, tener sangre africana negra.
En el 2009, un grupo de investigadores del Instituto Arqueológico de Austria pudieron analizar los huesos del esqueleto de una hermana de Cleopatra, la princesa Arsilone, cuya momia se había hallado en una tumba de Éfeso, en lo que es hoy Turquía. Un estudio pormenorizado del cráneo les llevó a la conclusión de que era el resultado de mezclar varias razas, pues tenía algunas características de africanos negros y también de hombres blancos.
No era tan guapa como creíamos, pero sí sumamente inteligente
Las estatuas y los relieves que se han conservado de ella no nos dan una imagen certera sobre su aspecto. Ni siquiera nos ofrecen alguna pista fidedigna. Básicamente, porque en todas se ofrece una imagen completamente distinta.
Durante muchos años se ha asegurado que era una mujer extraordinariamente bella, pero ya en la Antigüedad había pistas de que no debía ser tan glamurosa como parecía. En muchas monedas se la retrataba con una nariz proveniente y un mentón muy salido. El propio Plutarco dijo de Cleopatra que lo que resultaba realmente atractivo de ella no era su físico sino su intelecto. Se cree que pudo llegar a hablar hasta doce idiomas y que estaba versada en matemáticas, filosofía y astronomía.
Todos están de acuerdo que era increíblemente inteligente, una gran conversadora y una gobernante muy hábil y eficiente. Cuando se convirtió en reina, Egipto vivía en la pobreza más abyecta; ella reorganizó la economía, mejoró el comercio y consiguió reflotar al país. También evitó que los romanos se quedasen con su trono, algo sumamente difícil pero que ella consiguió con destreza y habilidad.
La famosa leche de burra
Puede que no fuera tan guapa como creemos, pero Cleopatra desde luego fue una adicta a los cosméticos. Se sabe que usaba mascarillas de miel, que se lavaba la cara con vinagre de manzana y que usaba multitud de aceites para hidratar su piel. También usaba sal marina para exfoliarla y sus criadas ponían litros de leche de burra en su baño. El pelo se lo teñía con henna y ungüentos varios.
Una historia familiar de asesinatos
En lo que sí parece que los estereotipos han acertado es que Cleopatra, efectivamente, tuvo que luchar duro para conseguir el trono de Egipto, lo que significó que no dudó en mandar asesinar a algunos miembros de su propia familia. Tampoco tuvo demasiados reparos en casarse con su propio hermano, Ptolomeo XIII, para hacerse con el trono. En el momento de la boda, ella tenía 18 años; él, 10.
El matrimonio no es que fuera muy armónico y él la acabó repudiando y forzando a exiliarse. Ella acabó en Siria, pero no se rindió. Desde allí dirigió a sus tropas para recuperar el trono y el poder de Egipto. Lo que siguió fue una guerra civil cruenta que sólo acabó cuando Julio César intentó mediar entre ellos. Ptolomeo se negó a ceder el poder y siguió con sus luchas. Casualmente, fue asesinado al cabo de poco tiempo. Cleopatra se hizo así con el poder absoluto del país.
Se fue con Julio César a Roma
Lo que siguió fue una tórrida historia de amor con Julio César que dio como fruto un hijo en común, Cesarión, nacido en el 47 aC., y que nunca fue reconocido públicamente por su padre.
Julio César y Cleopatra llegaron a estar tan unidos que ella se fue con él a Roma. De hecho, ella estaba en Roma cuando él fue asesinado en los famosos Idus de Marzo. Cleopatra fue toda una sensación en la capital: se sabe que todas las damas de la aristocracia quisieron imitar su peinado y que sus joyas se pusieron de moda.
Después de la pérdida de su amado, Cleopatra regresó a Egipto y, para que nadie le hiciera sombra, mandó asesinar a su hermano menor, Ptolomeo XIV.
Tuvo tres hijos con Marco Antonio
Tras la muerte de Julio César, nuevas guerras civiles se cernieron sobre Roma por el control del poder. El general Marco Antonio se enfrentó a Octavio, sobrino e hijo adoptivo de Julio César, y Cleopatra no dudó ni un segundo en ponerse del lado del primero. Fue un error que acabaría pagando muy caro.
Lo suyo no fue sólo una alianza política, sino también amorosa. La pareja vivió durante años en Alejandría y tuvo tres hijos. Sus ejércitos también se unieron y ambos pensaron que eran invencibles. Pero se equivocaron: fueron derrotados en la batalla naval de Accio, en el 31 aC.
Cleopatra se suicidó
En vez de caer bajo los romanos, que la hubiesen ultrajado y hubiesen exhibido seguramente su cuerpo en Roma, Cleopatra decidió suicidarse. Fue el 12 de agosto de 30aC. Tenía 39 años. Durante años se creyó que usó una víbora para morderla, pero todo parece indicar que es falso.
Se sabe que la enterraron en una tumba de Alejandría, pero todavía no se ha dado con ella.
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