Rebozados o a la plancha, con un chorrito de limón y si es posible bajo la sombra de un chiringuito y con los pies sobre la arena. Este es el modo soñado para disfrutar de los chopitos, conocidos también como puntillitas, depende en qué parte del litoral se sitúe. Un manjar que recuerda a verano, pero cuyo éxito es ajeno a las costas y se ha trasladado a las barras del interior peninsular.
El chopito no es un calamar ni un pulpo pequeño: es una variedad de sepia de menor tamaño. La confusión con el calamar es frecuente debido a que ambos son cefalópodos, aunque pertenecen a distintas familias. El error se produce de manera más habitual con el chipirón, que es un calamar pero más pequeño. El chopito, choquito picudo, o Sepia orbignyana de nombre científico, es un cefalópodo de cuerpo rosado, con una piel tersa y rico principalmente en proteína que conquista los paladares gracias a un gusto sabroso.
La localización de los chopitos no es precisamente lo que más seduce de este pesadito frito. Se trata de una especie que habita en fondos arenosos repletos de pequeñas piedras, entre la superficie y 500 metros de profundidad. En lo que a su alimentación se refiere, crustáceos, peces, poliquetos (gusanos) y otros cefalópodos forman la dieta del chopito.
Para hacerse con ellos se emplea la pesca extractiva, es decir, se caza a los chopitos directamente en su hábitat. Las áreas de pesca que señala la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para el chopito son el atlántico noreste (27), el Atlántico centro-este (31), el mar Mediterráneo y mar Negro (37) y el Atlántico sureste (47). La división 37.1.1, la llamada Baleares, en el mediterráneo occidental, es la que concierne a nuestra costa desde el estrecho de Gibraltar hasta el Cabo de Creus.
Pese a que en los restaurantes y chiringuitos es común que el precio de la ración de chopitos sea inferior al de calamar, chipirón o sepia, el kilo de chopitos en el mercado es superior por norma general. Para el restaurador es más eficiente el chopito como producto, ya que con un kilo puede servir más raciones que de calamar, por ejemplo. Además, la sencilla elaboración de las puntillitas lo convierte el rey del chiringuito: solo hay que lavar los chopitos, sacarles la pluma, secarlos correctamente, enharinarlos y al fuego; o todavía más fácil sin rebozar, directamente a la brasa.
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