Dicen que el contenido del libro Revenge, traducido por Venganza, del prestigioso periodista Tom Bower, es tan explosivo que muchos no les extrañaría que Meghan Markle y su marido, el príncipe Harry, pensaran seriamente en iniciar trámites legales.
El libro, que salió publicado el 21 de julio, detalla la vida de Meghan Markle antes y después de convertirse en duquesa de Sussex en el 2018. El autor, un prestigioso periodista británico que en el pasado escribió biografías de referencia sobre personajes como Tony Blair, Mohamed Al-Fayed o Jeremy Corbin, asegura que entrevistó a más de ochenta personas para el libro, entre ellas el padre de Meghan.
Habló con el padre de Meghan
Con semejante material, el libro recoge cuestiones de alto voltaje, como que en la boda de los duques de Sussex, Meghan apenas conocía a la mayoría de personas que ella misma había invitado. A pesar de que parecía ser amiga íntima de pesos pesados de Hollywood y de los medios de comunicación de Estados Unidos, como los Clooney u Oprah Winfrey, el propio padre de Meghan reconoció que su hija apenas había tratado a la mayoría de sus invitados más que un par de veces.
Otra de las cuestiones que el libro recoge --y que más polvareda ha levantado-- es el presunto carácter difícil de la duquesa de Sussex. El libro dice, por ejemplo, que después de conocer a Harry se volvió activa y arrogante, una crítica que los propios compañeros de reparto de Suits, la serie de televisión donde trabajaba, han negado rotundamente.
En declaraciones a varios medios de comunicación, el autor también ha asegurado que Meghan Markle viajó a Gran Bretaña dispuesta a conseguir contactos y, a poder ser, a entablar una relación con alguien famoso que elevara su prestigio. Si realmente fue así, desde luego cumplió su objetivo con creces.
Un retrato poco halagador
Además, el autor ha reconocido que piensa que Meghan es una persona "very needy", es decir, con necesidad de afecto y atención constante, y que su vida está rodeada de un dramatismo innecesario. En el libro, desde luego, no puede salir peor retratada: Bowen la describe como un ser narcisista y algo neurótica, con una ansia de protagonismo desmesurado.
Por lo que recoge el libro, Meghan era así desde pequeña. Cuando el matrimonio de sus padres se rompió, ella prefirió quedarse a vivir con su padre, el cual le consintió todo y le financió una excelente educación en el mejor colegio de Hollywood. Meghan se crió en una ciudad obsesionada con la fama y el dinero y, seguramente por ello, ella decidió que también quería triunfar. Se hizo actriz e intentó convertirse en influencer. Pero nada la hacía dar el gran salto de verdad: Suits, la única serie donde realmente tuvo un papel destacado, tuvo un éxito relativo y su nombre no adquirió excesiva notoriedad. The Tig, su página web de lifestyle, como se dice ahora (es decir: de moda, cocina, viajes y estilo de vida fabuloso), aunque bien hecha, no despegó nunca del todo. Intentó hacerse amiga de celebrities destacadas, pero no todas le hicieron caso.
Meghan, que admira a mujeres como Michelle Obama, Hillary Clinton y Angelina Jolie, intentó entonces convertirse en activista. Dio un par de discursos sobre derechos de las mujeres, viajó a África con algunas ONGs y empezó a lanzar mensajes políticos desde sus redes sociales. Pero tampoco su nombre se hizo popular.
Hasta que llegó Harry y Meghan vio la gran oportunidad de su vida. Casarse con un príncipe, que todos en Hollywood tuvieran que hacerle la reverencia. Demasiado bonito para ser verdad.
Pero su vida en Inglaterra no fue como ella esperaba y su sueño chocó con las rígidas tradiciones de Buckingham, donde Harry solo era el sexto en la línea de sucesión al trono y, por tanto, una personas a que la vieja guardia de palacio no hacía demasiado caso. Como Meghan pronto descubrió, en la corte solo importan la soberana y los herederos al trono; los demás son marginados sin contemplaciones.
La nueva Diana
Cuando se casó, Meghan creyó que iba a ser la nueva Diana, una nueva humanitaria con presencia en la escena global, la nueva mezcla perfecta entre glamour y activismo, pero se equivocaba. Palacio no iba a permitir que ella solo se dedicase a promocionar su propia marca personal y hacer sombra a los demás.
El resultado fue que la Harry y ella acabaron marchándose de Inglaterra y que ya no son miembros activos de la familia real. En el libro se insinúa que Harry habría intentado mediar con su abuela para que le dejaran aparecer en el balcón de palacio con Meghan y sus hijos aprovechando el reciente Jubileo de Platino, pero la soberana habría dicho que no.
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