Las puñaladas y el plomo de los balazos la acercaron al toro. La tensión de las urgencias, "las urgentes de verdad" que trató con frecuencia mientras estudiaba su residencia de cirugía en el Hospital del Mar de Barcelona la engancharon: "Cuando volví a Valladolid echaba de menos esos casos y me di cuenta que lo más parecido son las heridas por asta de toro". Desde 2006, Marta Pérez López, cirujana del Servicio de Salud de Castilla y León, compagina su ocupación en la sanidad pública con las enfermerías a pie del albero. El pasado domingo su "razón de existir" y la de su equipo (dos cirujanos, un anestesista, un médico general y un enfermero) salvaron la vida al talentoso diestro salmantino de 23 años Manuel Diosleguarde en Cuéllar (Segovia). 25 centrímetros del pitón del sexto toro de Cebada Gago se cosieron a la cara interna de su muslo derecho: lo mantuvieron durante una eternidad acelerada en lo alto y lo devolvieron a tierra. La sangre, y su vida, se escapaban de su pierna mientras Diosleguarde huía de la muerte taponando la herida: "Con una cornada así es más fácil morir que sobrevivir. La vida se va en lo que se vacía una garrafa de cinco litros. Esta cornada sangra con toda la presión del latido del corazón", explica en conversación con El Independiente la cirujana.
La agónica cuenta atrás comienza cuando Diosleguarde es volteado por el astado al entrar a matar con la misma verdad que lucen sus tres puertas grandes en tres corridas como torero antes de rondar la tragedia. La espada se clava hasta la empuñadura pero, el torero despega con la embestida del animal: "En cuanto ves la cogida corres a la enfermería. No te da tiempo a pensar, sólo sabes que lleva una cornada muy seria", apunta la especialista. Diosleguarde entra consciente a la enfermería, "con mucho dolor", se le aplica anestesia general "y a operar". Cada segundo que pasa no vuelve. "Lo primero es abrir más la herida para encontrar el paquete vascular por el que el torero pierde sangre, en este caso, el femoral. Después hay que clamparlo con la colocación de pinzas de hemostasia de Korcher en la vena y en la arteria para cortar la hemorragia. Sólo piensas en lo que sangra y en lo que deja de sangrar, te mantienes fría", asegura Pérez.
La veloz y virtuosa actuación de Marta Pérez y su equipo sostuvieron a Diosleguarde. Los alrededor de 45 minutos que pasó en el quirófano de la plaza segoviana antes de ser trasladado al Hospital Clínico de Valladolid (donde fue intervenido en otras dos ocasiones) dilucidaron el destino del joven, tal y como comenta la cirujana: "En esos 45 minutos se decide la vida del torero. Parece poco, pero en este tipo de operación es muchísimo. El destrozo era muy grande. Hay que hacerlo lo más rápido que puedas, pero con tanta sangre cuesta mucho ver las cosas". Pérez señala que "los cirujanos siempre trabajan sin margen de error, te concentras y haces lo que tienes que hacer". Al mismo tiempo subraya que "en un quirófano hay un orden de prioridades: primero la vida y luego el resto", en referencia a una de las grandes dificultades de esta primera operación, en la que "hay que ser muy delicado" para clampar el paquete vascular y no ligarlo para no dejar la extremidad sin riego, lo que supondría la amputación de la pierna. "Esto se decide en un instante", apostilla la doctora.
Reconocimiento a su labor
Una de las máximas del toreo es que los toreros saben a lo que se exponen. El espectáculo no para, y los festejos de Cuéllar siguieron. Al día siguiente, el 29 de agosto, Marta y su equipo recibieron una "emocionante" ovación en el ruedo segoviano recogida por Marcos Sanchidrián en su cuenta de Twitter.
No fue el único homenaje, ya que el diestro sevillano Manuel Escribano brindó un toro a Marta y sus compañeros. "Gracias y enhorabuena. Los toreros tenemos mucha suerte de teneros cerca", rezaba su brindis. Las muestras de cariño "son muy agradables", aunque Marta recalca que evitan hablar de heroicidad "no por restar importancia, sino porque estamos para esto". "Es cierto que te vas muy satisfecho a la cama", celebra la cirujana, que devuelve su gratitud a Cuéllar y apunta que tanto la cuadrilla de Diosleguarde como los cirujanos vasculares del Clínico de Valladolid -quienes operaron durante seis horas al torero- felicitaron a todo su equipo por la actuación.
Pérez acentúa que "Manuel Diosleguarde no hubiera sobrevivido en cualquier plaza": "Hay que poner en valor que el Ayuntamiento de Cuéllar tiene un quirófano perfectamente instalado en la plaza". Sobre las fechas de recuperación Pérez revela que "Manuel quiere reaperecer en menos de 10 días, tiene cartel para el 8 de septiembre y no quiere que le quiten", pese a que su consejo médico difiere -como es habitual- de la voluntad del torero. "Que tenga paciencia, es joven y tiene toda la vida para torear", concluye. Una vida que pasó por sus manos y que Marta Pérez se resistió a soltar.
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