La pérdida de glaciares, las migraciones de animales o las floraciones a destiempo, y el hombre como único responsable. Esa es la premisa que une a las más de sesenta fotografías que desde este jueves presenta la Fundación AXA junto a Lunwerg ediciones en el Puente Bizkaia, bajo el título Cambio climático. Cómo evitar un colapso total.
La exposición al aire libre, vigente hasta el próximo 16 de octubre y comisariada por Joaquín Araújo, naturalista experto, aborda la evolución del clima y la fragilidad de los paisajes y de la vida en determinadas zonas del planeta con impactantes fotografías que dejan patente la realidad de bosques enfermos y especies de animales afectadas como el oso polar o los corales blanqueados, que están siendo devastados por el aumento de las temperaturas del océano, así como de la composición de las aguas marinas. Todo en una llamada a la reflexión, la preservación y la lucha contra los efectos negativos del cambio climático: "Tanto la razón práctica como la ética, y no menos la estética, demandan una gigantesca rectificación por nuestra parte. Sabemos lo que sucede y también lo que debemos acometer. Tenemos que transitar desde la condición de enfermedad a la de medicina. Llevar la atmósfera a la UCI para que deje de asfixiarse", señala Araújo.
"Tan imprescindible compromiso, en el que deben participar todos los países y todos los sectores, pasa por mejorar nuestros conocimientos apoyando a la ciencia. También es necesario eliminar por completo la dependencia de los combustibles fósiles, moderar el consumo, mejorar el aislamiento de nuestros hogares, optar por la seguridad y soberanía alimentarias, desmitificar la velocidad, viajar menos y convencernos de que el esfuerzo nos dignifica y solidariza con toda la humanidad, toda la Natura y todos nuestros descendientes. Sin olvidar, por supuesto, que es la misma agredida vivacidad la que nos regala la vacuna contra nosotros mismos: los bosques", añade.
El mejor instrumento para enfrentarnos a la catástrofe es que sabemos perfectamente qué hacer
Joaquín Araújo
No obstante, el mensaje de esta exposición también contiene una puerta a la esperanza, destacando las medidas y acciones que ya están en marcha: la investigación, la protección de espacios naturales, la fijación del precio del carbono y emisiones de gases de efecto invernadero, la aplicación por parte de países enteros de criterios de sostenibilidad y economías de energía limpia, la agricultura regenerativa, el uso de energías renovables o los nuevos transportes no contaminantes.
"Esta civilización, lleva demasiado tiempo queriendo esconderse de un desastre que mana de ella misma y culmina en ella misma. Existen suficientes evidencias de que nada bueno nos espera si no reaccionamos de forma urgente, generalizada y ambiciosa. El mejor instrumento para enfrentarnos a la catástrofe es que sabemos perfectamente lo que debe hacerse. Existen incontables ejemplos de modelos de producción, construcción y transporte que se saldan con escasa y hasta nula contaminación de los aires. Sabemos potenciar los fijadores espontáneos de carbono. Podemos renaturalizar pueblos y, sobre todo, ciudades. Podemos acumular menos y reducir las velocidades. Podemos, en definitiva, ser mucho más parecidos a la atmósfera y menos a los hornos".
A la presentación de la muestra asistirán Marta Uriarte, directora gerente del Puente Bizkaia, Roberto Villanueva, responsable de conservación del Puente, o María José Blanco, alcaldesa en funciones de Portugalete.
"Final climático" para la humanidad
La inauguración de la exposición coincide además con la última afirmación de un equipo internacional de investigadores dirigido por la Universidad de Cambridge, que asegura que "el mundo debe empezar a prepararse para la posibilidad de un final climático". "Hay muchas razones para creer que el cambio climático puede llegar a ser catastrófico, incluso con niveles modestos de calentamiento", señalan.
"Este ha desempeñado un papel en todos los casos de extinción masiva, ha contribuido a la caída de imperios y ha dado forma a la historia. Incluso el mundo moderno parece estar adaptado a un nicho climático concreto. Los caminos hacia el desastre no se limitan a los impactos directos de las altas temperaturas, como los fenómenos meteorológicos extremos. Los efectos en cadena, como las crisis financieras, los conflictos y nuevos brotes de enfermedades, podrían desencadenar otras calamidades e impedir la recuperación de posibles catástrofes, como una guerra nuclear".
Para la científica Kristie Ebi, de la Universidad de Washington, "necesitamos un esfuerzo interdisciplinar para entender cómo el cambio climático podría desencadenar la morbilidad y mortalidad masiva de los humanos".
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