Unos y ceros. Código y algoritmo. Este lenguaje especializado ya es reconocido como habitual entre la población. El impacto de esta herramienta en la sociedad actual es cada vez mayor, aunque la relación entre lo humano y lo algorítmico data de hace más de 300 años. Los parámetros y los datos han invadido nuestro día a día, por lo que se hace necesaria la comprensión del fenómeno y sus implicaciones. "La tecnología nos da miedo pero es importante saber qué hay detrás de ella. La usamos día a día, y conocerla bien nos ayudará a elegir mejor, a evitar riesgos y a aprovechar las oportunidades que nos ofrece", ha señalado el director del Área de Cultura Digital de la Fundación Telefónica, Pablo Gonzalo, durante la presentación de Códigos y algoritmos. Sentido de un mundo calculado. Ofrecida por Espacio Fundación Telefónica Madrid, la muestra traza un recorrido sobre el protagonismo de los algoritmos, la importancia de su neutralidad y eficiencia, los riesgos del sesgo algorítmico, la vinculación entre los seres humanos y la inteligencia artificial y su contribución a encontrar soluciones en un plazo reducido que mediante otros métodos llevarían años.
La planta tres de la Fundación Telefónica acoge desde el 19 de octubre de 2022 hasta el 16 de abril de 2023 Códigos y algoritmos. Sentido de un mundo calculado y acerca al ser humano el entendimiento de los algoritmos, ya que condicionan aspectos fundamentales en la vida como el trabajo, el ocio o la salud. Invitar a la reflexión y generar preguntas sobre la neutralidad y eficiencia que pueden garantizar los algoritmos, si están tan libres de los sesgos humanos como solemos pensar o sobre cómo hacer prevalecer la humanidad, son algunos de los objetivos de la exhibición.
Manuela Naveau, artista y docente en la Universidad de Arte y Diseño de Linz, es la comisaria de esta exposición que, dividida en cinco secciones, reúne piezas de 13 artistas junto con audiovisuales de expertos que abordan temáticas sobre cómo puede complementarse la inteligencia humana y la inteligencia artificial, o a cerca de cuáles son los próximos avances en la materia.
El trayecto en el Espacio Fundación Telefónica arranca con un repaso de la historia y los antecedentes de esta tecnología, desde el ábaco neperiano (1617) o el código binario, pasando por pioneros como Ada Lovelace (considerada la primera programadora de la historia, o Alan Turing (precursor de la informática moderna), y los inicios de internet hace 30 años. De ahí a la clasificación y predicción, dado que los algoritmos tiene cada vez más poder en la vida de las personas, Códigos y algoritmos. Sentido de un mundo calculado plantea un espacio para destacar la importancia de asegurar que la categorización de los algoritmos sea abierta, transparente, trazable y auditable, con el fin de evitar sesgos históricos, de raza, género o edad.
Machine Biography
En Machine Biography, Clara Boj y Diego Díaz entrenaron una inteligencia artificial con la recopilación de toda su actividad a lo largo de 2017 para predecir su vida en el futuro. El resultado se compiló en 365 libros, con los que se cuestionan la capacidad predictiva de los algoritmos y la veracidad de la misma información.
El valor más destacado de los algoritmos es su empleabilidad, por lo que mediante una selección de obras realizadas por artistas contemporáneos se distinguen algunos de los retos éticos que plantean los algoritmos en la rutina diaria. Faces of ImageNet, de Trevor Paglen, parte de un enorme banco de imágenes extraídas de internet y clasificadas según criterios arbitrarios, muchos de ellos racistas, misóginos u homófobos. Los visitantes pueden probar suerte y tomarse una foto, y el algoritmo decide entonces qué tipo de persona es. Este método sirvió para entrenar sistemas artificiales que se implementaron después en procesos laborales de todo el mundo.
Uno de los interrogantes que surgen de cara al futuro es la gestión de la información masiva procedente de los algoritmos. En esta sección aparece Content-Aware Studies, de Egor Kraft, donde el artista indaga en los límites de la inteligencia artificial y en su uso como complemento del conocimiento humano. El objetivo es reconstruir fragmentos perdidos de esculturas griegas y romanas, así como generar nuevas piezas gracias a un algoritmo de autoaprendizaje que analiza miles de modelos traducidos en datos en 3D.
La exposición cierra con una pieza realizada en colaboración con el Centro Nacional de Supercomputación de Barcelona (BSC-CNS) que ilustra cómo el procesamiento de enormes cantidades de datos está acelerando la investigación científica gracias al supercomputador MareNostrum 4, instalado en una vieja capilla y capaz de hacer cálculos y tareas en tiempos impensables.
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