Durante años, ha sido bastante normal ver a la princesa heredera Amalia de Holanda ir en bicicleta por las calles de Amsterdam y de La Haya sin escolta, como una adolescente más. Ya no. Desde el mes de septiembre, la princesa y otras destacadas personalidades del país, entre ellas el primer ministro Mark Rutte, han tenido que limitar al máximo sus movimientos e incrementar su seguridad.
¿El motivo? Las amenazas del crimen organizado que opera en los Países Bajos. Según reconocieron recientemente los padres de Amalia, los reyes Guillermo y Máxima, durante un viaje de Estado a Suecia, la princesa ha tenido que abandonar la residencia de estudiantes de Amsterdam donde vivía desde que comenzó la universidad y se ha recluido en el palacio de Huis ten Bosch, la residencia oficial de la Familia Real en La Haya.
Amalia, que estudia Política, Psicología, Derechos y Económicas, había declarado hacía meses que estaba deseando comenzar su vida universitaria para llevar una vida normal, propia de cualquier estudiante. En verdad, la heredera, de 18 años, ha vivido una vida relativamente normal junto a sus hermanas Alexia y Ariana. Sus apariciones públicas han sido continuas desde que era pequeña y se tienen imágenes de sobra de las tres hermanas jugando en la playa o montando en bicicleta. Incluso hay imágenes de las tres vestidas de faralaes en la feria de Sevilla junto a sus padres. La familia real holandesa siempre se ha preciado de ser muy informal y próxima, y no es difícil ver a los reyes y sus hijas divertirse con el resto de ciudadanos, incluso bailar y cantar con ellos en lo que denominan "el día del Rey".
Una vida relativamente normal que ahora se trunca
Amalia también ha podido disfrutar de experiencias al alcance de muy pocas otras princesas europeas. Por ejemplo, trabajó de incógnito de camarera en un bar de la localidad de Scheveningen. Y, en cuanto acabó el bachillerato, se embarcó en un año sabático en donde viajó por todo el mundo, incluida España. También tuvo tiempo de hacer de voluntaria unos meses. Ahora, sin embargo, sus planes de ser una estudiante universitaria normal se han desvanecido por completo.
"No puede salir", reconoció su padre. "Es muy difícil para ella. No hay vida estudiantil para ella como la que tienen otros estudiantes". Acto seguido también apuntó que lo que estaban viviendo "no se puede describir", pero que estaba "muy orgulloso de su hija" y destacó su "fortaleza".
Posible mafia de las drogas
Semejante explicación oficial confirma las sospechas que se llevaban vertiendo desde hacía semanas. En septiembre, el diario De Telegraaf advertía que se habían descubierto "mensajes encriptados del crimen organizado sobre un supuesto ataque o bien un secuestro de la princesa y el primer ministro".
¿Cuál es exactamente la mafia que amenaza a la princesa? Esa pregunta sigue sin respuesta oficial, aunque algunos medios ya han apuntado a la Mocro Maffia, muy ligada al tráfico de cocaína en Europa.
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