No están siendo días fáciles para el Reino Unido. No sólo la Primera Ministra Liz Truss ha dimitido tras llevar tan sólo 45 días en el cargo --todo un récord histórico-- y la economía está en caída libre, con la libra esterlina en mínimos históricos y la inflación en máximos nunca vistos, sino que la opinión pública está que trina con la próxima emisión de una nueva temporada --la quinta-- de The Crown, probablemente la más explosiva que hemos visto hasta la fecha, por lo menos en lo que refiere a escándalos.
Ya sabíamos de antemano que la nueva temporada iba a venir cargada de sorpresas que iban a dar mucho que hablar. Básicamente, porque se centra en uno de los momentos más espinosos del reinado de la recientemente fallecida Isabel II: la muerte de su nuera, la princesa Diana de Gales, en un horrible accidente de tráfico en París en agosto de 1997, y la sorprendente reacción pública posterior. Siempre se ha dicho que aquellos días la monarca se jugó la corona y, aunque no fue tan grave (el republicanismo nunca pasó del 25%), sí que el pueblo británico sufrió un cabreo monumental y la reina tuvo que rectificar a marchas forzadas. No hay duda de que hubo un antes y un después de aquel momento: la muerte de Diana cambió el funcionamiento de la monarquía y forzó a Isabel II a adoptar medidas drásticas, de mayor apertura a nuevos enfoques en la comunicación.
El 'annus horribilis' de Isabel II
En el trailer de la nueva temporada --se hizo público hace pocos días--, vemos los años previos a aquella muerte trágica, cuando Carlos y Diana ya no pueden ni verse, ambos intentan manipular a la opinión pública para ganarse su favor, los escándalos se suceden y el daño a la institución es monumental. Fueron los famosos tiempos del "annus horribilis", ese fatídico año en que Isabel II parecía despertarse cada día con un nuevo escándalo de su familia. Para acabar de empeorar las cosas, el castillo de Windsor, uno de los lugares más queridos de la reina --pasó en él los años de la guerra--, ardió en llamas. La imagen dantesca del gran símbolo de la monarquía --el apellido de la dinastía, Windsor, viene del castillo--, consumido entre cenizas no dejaba de parecer una metáfora.
Pero hay mucho más en esta nueva temporada. Por lo que se ha podido saber, en algún episodio se hará referencia a un presunto complot de Carlos para que su madre abdicara y también habrá referencias (no se sabe hasta qué punto explícitas) a que el marido de la reina, el duque Felipe de Edimburgo, tuvo presuntamente una amante estable, una especie de Corinna.
Muchos periodistas afines a la casa real y también amigos personales del nuevo rey Carlos III, como la actriz Judy Dench, se han afanado a escribir a los periódicos asegurando que lo primero es terminantemente falso y que la serie debería dejar claro desde el principio que no es un documental verídico, sino una versión ficticia basada en (algunos) hechos reales. Lo cual es cierto: Carlos III puede que tuviera momentos en que deseara con todas sus fuerzas que su madre abdicara, pero de ahí a intentar presionar al primer ministro y a mover hilos en la sombra hay un largo trecho. Spoiler: he estudiado a la familia real desde hace años, me he leído todos los libros que se han publicado sobre ella, incluso he publicado una de las biografías más extensas que existen sobre Isabel II, y en ningún momento he podido recabar ninguna prueba que indique que Carlos intentó sacar a su madre del trono por la fuerza.
Por lo que estamos viendo del tráiler y por las fotografías que ya está haciendo circular Netflix, también hay bastantes gazapos históricos, comenzando porque aparece que el duque de Edimburgo y la reina estaban juntos cuando ardió Windsor, cuando en realidad él estaba en Argentina. Oficialmente, en una reunión del WWF, una de las causas en las que estaba más implicado; no oficialmente, las malas lenguas llegaron a decir que aprovechó para echar una cana al aire.
¿Fue infiel Felipe de Edimburgo?
Lo que nos lleva al otro gran tema de polémica. ¿Hasta qué punto fue infiel Felipe de Edimburgo? La verdad es que los rumores de supuestos escarceos del duque comenzaron mucho antes de que se casara. El propio Tommy Lascelles, secretario del rey Jorge VI, padre de Isabel II, siempre aseguró que "es dudable que Felipe sea fiel". Noticias sobre flirteos ya circularon cuando Isabel estaba embarazada de Carlos: algunos biógrafos aseguraron que se le vio con otra en una casa de campo. También aseguraron que Jorge VI se cabreó de lo lindo al conocer los rumores.
También se sabe que el duque frecuentaba lo que se denominaba el "Thursday Club", un club para comer y divertirse que se reunía --de ahí el nombre-- cada jueves. Entre plato y plato se discutía de política, se contaban chistes verdes y se reían a carcajada limpia. Muchos, sin embargo, creyeron que el club le permitió a Felipe tener la coartada perfecta para verse con alguna otra. Nunca se ha podido demostrar, pero sonaron con fuerza nombres de varias actrices.
También sonó con fuerza en los últimos años --y con esto entramos en la nueva temporada de The Crown-- el nombre de Penny Knatchbull, casualmente la única persona de fuera de la familia que fue invitada al entierro del duque (recordemos que se celebró en plena pandemia y que el número de personas que podían asistir era muy limitado). Hay fotografías de sobra del duque y ella y no era difícil verlos juntos en público, bailando o, sobre todo, montando en carruaje, una de las aficiones favoritas del duque. Todo hay que decirlo: también hay multitud de fotografías de Penny con la reina Isabel II. Y la verdad es que ambas parecían llevarse bien. O, al menos, se las veía sonrientes.
También hay que decirlo: entre ciertos círculos se daba por hecho que la amistad entre Felipe y ella era muy estrecha e íntima. Algunos hablan de amitié amorouse, esa situación híbrida entre el amor y la atracción amorosa. Otros creen que hubo una relación sólida, aunque discreta para el gran público.
Sea como fuera, hay que decir en defensa de Penny Knatchbull que nunca ha abierto la boca con un periodista, siempre se ha intentado mantener en un segundo plano cuando estaba la reina presente y, sobre todo, nunca jamás pensó en humillar a la soberana. Hay normas en la alta sociedad británica que son inquebrantables.
¿Quién era Penny Knatchbull?
Pero, ¿quién era exactamente Penny Knatchbull? Para empezar, era una dama de la alta burguesía inglesa, aunque no de la aristocracia. Su padre era un millonario que hizo una fabulosa fortuna con una cadena de restaurantes de chuletones y costillas a la brasa llamada Angus Steakhouse.
Gracias a los contactos de su familia y a su esmerada educación --pasó años en un internado en Suiza y también en la London School of Economics-- entró en contacto con lo más granado de la upper class británica y así fue como conoció a Norton Knatchbull, nieto de Dicky Mountbatten, el tío de Felipe de Edimburgo. Norton frecuentaba a la familia real: no solo el duque de Edimburgo era su padrino de bautismo, sino que Carlos y él eran grandes amigos.
Penny y Norton se casaron en 1979 y el matrimonio era visto con frecuencia en Balmoral, Sandringham y cualquier otra mansión donde se hospedase la familia real. Y al revés: Isabel y Felipe pasaban algunas temporadas en Broadlands, la fabulosa mansión campestre del siglo XVIII que había pertenecido a Mountbatten y que había heredado Norton.
Sin embargo, todo el dinero del mundo y los mejores contactos del planeta no pueden evitar las tragedias y, como sucede en las películas y los cuentos infantiles, Penny también tuvo que hacer frente a terribles desgracias familiares que la hundieron en la desesperación. Su hija Leonora murió con tan sólo cinco años a causa de un cáncer de riñón. Según algunos periodistas británicos, como Ingrid Seward, una de las mayores expertas, Norton acabó liándose y largándose con otra.
Penny llegó a estar muy hundida y, aunque no hay confirmación oficial, todo parece indicar que sufrió una aguda depresión. Fue precisamente el duque de Edimburgo quien más la ayudó, al parecer. Felipe, que tenía fama de rudo y era propenso a meter la pata --y, en verdad, era bastante bruto--, también tenía en el fondo un alma sensible y, sobre todo, era muy leal y muy buen amigo con las personas a las que apreciaba. Además, también era mucho más inteligente de lo que muchas personas pensaban y, sobre todo, tenía un aire trascendental. Aunque al principio de su vida no fue muy religioso, luego desarrolló un gran interés en el tema y le gustaba tener conversaciones profundas sobre Dios. Penny, una mujer tan guapa --decían que de joven era espectacular-- como inteligente, era una compañera de conversación perfecta.
No hay duda de que había mucho que les unía. Y tampoco hay dudas de que es más que probable que entre ellos surgiera algún chispazo amoroso. Lo que nos llega a la siguiente pregunta: ¿lo sabía la reina? Y la respuesta es categórica: sí, sin duda. Aunque hoy en día nos parezca horrendo, la reina fue educada en una sociedad y en una época donde estaba normalizado y perfectamente aceptado que los miembros de un matrimonio --y aquí hay que puntualizar que se trata tanto de hombres como de mujeres-- tuvieran escarceos. Incluso existe un verbo exquisitamente británico, to "steam off" (literalmente, "sacar el vapor o el humo"), que venía a decir que se podía tener amantes siempre y cuando no hubiera nada más y el matrimonio no se pusiera en juego.
¿Fue lo que pasó entre ellos? La verdad es que, pensemos lo que pensemos, nunca lo sabremos. Otra cosa es si se debería sacara a colación este tema precisamente ahora, a pocas semanas de se haya muerto la reina. Muchos británicos consideran que es de pésimo gusto. Y tienen razón.
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