En 2020, Andrea Bagney tenía el guion de una película para la que estaba tratando de encontrar productor. Antonio Pedrosa, su marido, tenía uno de los restaurantes de moda de Madrid, Makkila, donde la tortilla de patatas con cebolla caramelizada es uno de los platos estrella. En ese momento, la película de Andrea aún era un sueño por cumplir y el restaurante de Antonio era un exitoso negocio. Una pandemia y dos años después, Ramona es una realidad, Bagney ya tiene su película, protagonizada por Lourdes Hernández (Russian Red). El restaurante de Pedrosa mantiene su tirón, pero ahora además tiene una productora de cine llamada Tortilla Films. Entre medias, un sinfín de anécdotas que alternan sinsabores y celebraciones que culminan este viernes con su estreno en salas.

Ella tenía una idea muy clara del tipo de cine que quería hacer y un equipo realmente comprometido con la película. Faltaba la financiación y el golpe de la pandemia a la hostelería fue la excusa perfecta para que él convenciera a sus socios para diversificar el negocio de Makkila y lanzarse a producir cine con Tortilla Films. "Podía salir bien o mal, pero el que no arriesga no gana". "He hecho la película que a mí me gustaría ver" explica Andrea Bagney, que consta como directora y guionista en los créditos aunque, como según su marido, también podría aparecer como productora, distribuidora y publicista de la peli.

Y es que Ramona es un proyecto que nace de cero gracias a la fe, insistencia y valentía de cuatro personas que se arriesgaron a hacer arte: Andrea Bagney, Sergio Uguet, Antonio Pedrosa y Lourdes Hernández. Precisamente de eso trata el cine independiente, de hacer películas en las que su condición y creación no obedecen a nada más allá de las decisiones libres y artísticas de su autor.

"El origen pretendía ser una pieza experimental que yo iba a rodar los fines de semana. Por eso está escrita en capítulos", cuenta la directora, aunque tanto el proyecto como sus ambiciones fueron creciendo al mismo tiempo que la película iba cogiendo forma. De esta manera, Ramona ha cosechado premios y reconocimiento por todo el mundo, desde Chequia (Karlovy Vary) donde se estrenó mundialmente, hasta Brasil, Corea, Suiza, Francia o Italia, incluyendo el WIP Festival de Málaga, Abycine en Albacete o Rizoma en Madrid.

Fue ese contexto el idóneo para que Ramona empezase a caminar de forma autónoma, sin el apoyo de ninguna productora o subvención, pero con la independencia y libertad que permite no tener que rendir cuentas con nadie.

La historia de Ramona ha podido triunfar gracias a su naturalidad, siendo un espejo en el que muchas personas pueden mirarse durante ese período de limbo existencial que delimita la crisis de los 30. Ese tipo de encrucijada en la que empiezas a ver tu juventud como algo que ha pasado y apenas te ha dado tiempo a examinar aquellas decisiones propias y ajenas que te han definido y te definirán. Ramona (Lourdes Hernández) es un personaje que duda, se contradice y hasta cae mal por momentos, enamorada de lo espontáneo y burbujeante de la vida de artista, aunque muy apegada a la seguridad que le permite pisar sobre el suelo firme de la certeza. Una mujer que sueña con ser actriz y al mismo tiempo piensa en la maternidad, una esnob de Lavapiés que disfruta de los paseos romantizando el centro de Madrid, pero que no para de insistir con mudarse a un lugar más tranquilo.

Ramona es una película cuya condición de independiente no restringe su accesibilidad. Resulta muy fácil entrar en esta historia gracias a su tono ligero de comedia romántica y su delicada estética potenciada por el blanco y negro y el formato en 16 mm, que muestra un Madrid romantizado al estilo Woody Allen en Manhattan.

Cine independiente chocando con la burocracia de la industria

Sin embargo, tal y como explica Antonio: "Nos hemos dado cuenta de que es una industria muy dura, muy burocrática y muy política". Su condición de película "ajena al sistema" le ha pasado factura de tal forma que ambos siguen luchando por conseguir una distribución que permita llegar al público general.

Nos hemos dado cuenta de que es una industria muy dura, muy burocrática y muy política

Antonio Pedrosa

"Cuando se hace una película fuera del sistema y funciona, me da la sensación de que al sistema eso no le gusta. Porque lo normal sería que la estuvieran apoyando, aunque sea solo por sacar cacho, pero después del éxito en los festivales ninguna distribuidora me ha llamado", así cuenta Andrea Bagney los problemas que tiene una película independiente para encontrar visibilidad en España más allá de los circuitos de festivales.

La directora de Ramona se sorprende de lo difícil que resulta para "una película corta, ligera, romántica y con la que mucha gente sale sintiéndose identificada" encontrar algún tipo de apoyo que le ayude a llegar a más personas.

La cantante y actriz Lourdes Hernández (Russian Red) y el actor Bruno Lastra en 'Ramona' (Andrea Bagney)

Y es que, tal y como explican ambos, las distribuidoras y productoras que mandan en España trabajan con proyectos donde se aseguran un margen más o menos variable de retorno por el mero hecho de hacer la película. "Por armar la película ellos ya han asignado su sueldo y su beneficio. Si luego la película encima da dinero en salas, genial, y si no da dinero les da igual porque ellos ya lo han compensado".

El problema en este asunto tiene que ver con el riesgo que la industria está dispuesto a asumir, un riesgo casi inexistente en un sistema cubierto por los acuerdos con las televisiones y las subvenciones. "¿Cómo vas a vender un producto arriesgado a alguien que está acostumbrado a trabajar sin riesgo, que funcionan como una especie de semifuncionariado", relata Antonio cuando recuerda su experiencia tras contactar con varias distribuidoras.

"No estamos llamando a las cosas por su nombre"

Bagney va más allá y se refiere a un problema de conceptos, entre lo que llamamos cine independiente o cine de autor. "La definición de cine independiente surge en Estados Unidos cuando surgen películas más allá de los grandes estudios, pero en España no hay grandes estudios. No estamos llamando a las cosas por su nombre. Y lo que es dramático, le estamos quitando las oportunidades a los que de verdad están intentando meter la cabeza, como era yo hace dos años cuando quería rodar".

Mi película es independiente porque a mí no me ha apoyado nadie del sistema

Andrea Bagney

"Mi película es independiente porque a mí no me ha apoyado nadie del sistema. Yo no he tenido que pasar unos filtros, unas aprobaciones, he hecho lo que me ha dado la gana y luego me puede salir bien o me puede salir mal. Nos hemos arriesgado, pero es que en el arte hay que arriesgar".

Sin dar nombres, la directora de la película explica como "un productor muy importante de este país", les aseguro que no iban a recuperar ni un solo euro que pusieran en esta película. "Eso no está siendo así porque nosotros estamos vendiendo la película, tenemos distribuidora en Francia, en Brasil, en Corea. O sea, la película va recuperando dinero, todavía no lo ha recuperado todo, pero lo está recuperando poco a poco".

Alex de la Iglesia, aliado sorpresa en la promoción de Ramona

No todo han sido golpes con los grandes de la industria, curiosamente Ramona ha encontrado en Álex de la Iglesia uno de sus grandes aliados. Según cuenta Antonio Pedrosa, el domingo pasado fueron al rastro de Madrid con unos cárteles y pancartas de la película para hacer promo. Allí se encontraron con el director de El día de la bestia. "Me acerqué a él, le acosé un poco y le dije: 'macho mira como estamos' y la verdad es que fue súper simpático, se hizo unas fotos con nosotros, le contamos toda la historia y ha compartido varios posts. Ha sido muy grande y no nos conoce de nada". De la Iglesia lleva ya varios días compartiendo publicaciones en Instagram animando a ir a ver la película.

De alguna forma, gracias al empeño de unos creadores que creen en su proyecto y con el indudable reclamo que tiene ser la primera película protagonizada por una artista de talla mundial como Russian Red, Ramona se está haciendo un hueco en una industria tan burocráticamente hermética como es el cine en España. Hasta el momento, la película ya ha superado varias pruebas de fuego cruciales para salir adelante, aunque ahora llega la hora de la verdad, el encuentro con el público general.

Ramona estará en los Renoir Princesa de Madrid desde este viernes 25, hasta el próximo 2 de diciembre, y también en Filmin a partir del 16 de diciembre. Su futuro en las salas de cine españolas depende de que el boca a boca consiga que esta película hecha a base de tortillas trascienda su etiqueta de independiente y logre realmente hacerse un hueco entre los verdaderos soberanos de este arte, los espectadores.