Después de muchas especulaciones, el jueves día 8 por fin pudimos ver los tres primeros episodios (de los seis en total) de la docuserie que Netflix ha dedicado a Harry y Meghan. Había mucha expectación por ver si esta vez los duques de Sussex volvían a atacar frontalmente a la familia real, como ya hicieron en la entrevista a Oprah Winfrey, y aunque sí es verdad que ha habido críticas sobre el racismo estructural de la monarquía y de la Commonwealth, la narración ha sido menos fuerte de lo que inicialmente se podía esperar.
Al menos de momento, porque los tres primeros episodios solo llegan hasta el día de la boda y habrá que esperar hasta el jueves de la semana que viene para ver el resto de la serie y, por tanto, los años en que ambos se sintieron atrapados en la familia real, no encontraron su papel, ella cayó en una profunda depresión y ambos decidieron salir de la familia real, un movimiento que la prensa británica bautizó en su día como el Megxit.
Su historia de amor con material inédito
En estos tres primeros episodios, Harry y Meghan cuentan en primera persona su historia de amor juntos, desde el día en que se conocieron a cuando decidieron dejar la familia real. Es la primera vez que se pueden ver imágenes inéditas de la pareja, de fotos de fotomatón cuando eran novios a vídeos caseros de ellos con sus hijos. Incluso hay imágenes bastante íntimas, cmo cuando Meghan estaba pasando por una terrible depresión que la llevó a pensar en el suicidio. En un trozo de un vídeo que parece tomado con el móvil, Meghan reconocer que "ya no sé qué decir".
Los duques de Sussex aparecen en todo momento unidos y muy enamorados. Su parte más entrañable es cuando cuentan su noviazgo, de cuando en junio del 2016 ella estaba en Europa en un "viaje de amigas solteras" y conoció al príncipe Harry prácticamente por casualidad. Un amigo en común le descubrió una foto del Instagram de la entonces actriz de Suits y el príncipe quedó intrigado por la americana. Ella, cuando tuvo acceso al Instagram de él (tenía una cuenta secreta), se quedó prendada por la belleza de las fotografías que él había tomado en África.
Después de unos cuantos mensajes por teléfono, decidieron verse en Londres, en el Soho House, un lugar que les permitía cierto anonimato. La cosa funcionó a la perfección y, después de una hora, quedaron en verse al día siguiente. Luego vino un viaje relámpago a Botswana, donde la relación comenzó oficialmente. Hasta aquí, nada que no se supiera ya o que no hubieran contado ellos mismos en la entrevista que concedieron a la BBC cuando se anunció su compromiso matrimonial.
La presión mediática
Lo que viene a continuación es una retahíla del verdadero infierno que tuvieron que sufrir por culpa de la prensa. El nivel de persecución y de intrusión fue asfixiante, pero lo más preocupante fueron los comentarios abiertamente racistas que algunos medios de comunicación le dedicaron a Meghan. De ahí se pasó a comentarios muy ofensivos contra ella en las redes sociales. El nivel de racismo que se alcanzó fue alarmante y totalmente intolerable.
Harry habla numerosas veces de lo que mucho que todo aquello le recordó lo que tuvo que pasar su madre, quien también fue perseguida por los fotógrafos. En más de una ocasión, Harry reconoce que Diana y Meghan pasaron por lo mismo. Es más, dice abiertamente "lo mucho que Meghan se parece a mi madre. Tiene la misma compasión, la misma empatía, la misma confianza. Tiene esta calidez inmensa". En todo momento, Harry aparece como una persona obsesionada por evitar que le vuelva a pasar a su mujer lo mismo que le pasó a su madre.
Nuevas acusaciones de racismo
Llama la atención sobre todo que, en estos tres primeros capítulos iniciales, se traten sobre todo dos temas: la obsesión destructiva de la prensa británica (sobre todo de los tabloides) contra ellos y el racismo estructural de la familia real. Se repite hasta la saciedad, sobre todo en el tercer capítulo, el pasado imperialista y esclavista de Gran Bretaña y los lazos de la realeza con la Commonwealth, una institución que en un momento es denominada "Imperio 2.0". Incluso una de las personas consultadas, el historiador Afra Hirsch, llega a decir que el comercio de esclavos del Atlántico fue financiado por reyes británicos.
Algunos medios de la prensa británica no han tardado en criticar abiertamente estas nuevas acusaciones de racismo y también se han quejado de que Netflix no se hubiera puesto en contacto con Buckingham o Kensington Palace para conocer su opinión sobre los hechos comentados en la docuserie. Al principio del primer episodio se dice que palacio no ha querido hacer comentarios, pero fuentes de la familia real ya han dicho que nadie les preguntó.
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