No es fácil ser un expresidente de Estados Unidos, sobre todo cuando tan solo se tienen 56 años, como le pasó a Barack Obama, y, literalmente, se tiene toda una vida por delante. Muchos presidentes temen ese momento en que, después de haber sido el hombre más importante del planeta, te levantas por la mañana y no sabes qué hacer. Se sabe que Kennedy le tenía tanto pánico que incluso se había planteado comprar un periódico. Clinton creó una institución benéfica; George W. Bush se dedicó a la pintura.
Barack Obama siempre dijo que quería volver al "community organizing", a promover el voluntariado y ayudar a los más jóvenes, sobre todo de minorías étnicas, convertirse en líderes. Y parecía que, después de dejar la Casa Blanca en el 2017, se iba a centrar todo el rato en poner en marcha su biblioteca presidencial, esa institución que crean todos los presidentes de los Estados Unidos para recoger y promover su legado. Barack Obama hizo público los planes para un gran edificio en el Jackson Park del South Side de Chicago, muy cerca de donde Michelle y él vivían antes de comenzar su campaña electoral a la presidencia. Después de recibir decenas de propuestas de estudios de arquitectura de todo el país, se optó por uno de Nueva York, Tod Williams Tsien Architects. El edificio tendría que haberse completado en el 2021, pero la pandemia retrasó todos los planes.
Creando un imperio
Que no tenga lista su biblioteca no significa que Barack se haya quedado de brazos cruzados. De hecho, su mujer, Michelle, y él han aprovechado muy bien el tiempo desde que dejaron la Casa Blanca. Tan bien, de hecho, que mucho en la prensa ya hablan del pequeño imperio mediático que han creado en poquísimo tiempo. Un imperio que, por supuesto, les ha reportado más que suculentos beneficios.
Para empezar, estuvieron los libros. Todos los presidentes --y muchas de las primeras damas-- escriben memorias sobre su tiempo en Pennsylvania Avenue. Los Obama no fueron una excepción, pero lo excepcional en ellos fue el volumen del talonario. Bill Clinton recibió 15 millones como avance editorial por My Life; su esposa, Hillary, se llevó 11,5 por Hard Choices. Y eso que se sabía que ambos libros iban a ser bestsellers inmediatos, aunque solo fuera porque iban a tratar el escándalo Lewinsky. Los Obama pulverizaron esas cifras: Michelle y Barack se embolsaron de Penguin Random House la friolera de 65 millones de dólares por sus memorias.
Claro que la inversión fue más que rentable: el libro de Michelle, Becoming, publicado en noviembre del 2018, rompió todos los récords. No solo se convirtió en el libro más vendido en el 2018, sino que tan solo en las dos primeras semanas vendió dos millones de ejemplares. Según el New York Times, en noviembre del 2020, el libro había vendido 14 millones de ejemplares en todo el mundo.
Una productora propia
Pero lo mejor no vino con los libros, sino con los documentales. Los Obama decidieron probar suerte con el mundo de la pequeña pantalla y crearon su propia productora, Higher Ground Productions. Además, tuvieron la inteligencia de rodearse de algunos de los mejores pesos pesados de Hollywood. Según Vanity Fair, en el comité de dirección de la compañía están de la productora Priya Swaminathan al abogado Sam Fisher, uno de los mejores de Hollywood.
Con semejante equipo no es de extrañar que Barack y Michelle pudieran firmar un acuerdo con Netflix para realizar documentales y series. No se sabe la cifra exacta: se llegó a rumorear que 100 millones, aunque es una cifra que no se ha podido corroborar. Lo que sí se sabe es que debió ser un cheque importante, aunque solo fuera porque había mucha competencia por tener a los Obama en nómina. Es conocido que Apple, Amazon y, sobre todo, HBO, querían hacer negocios con ello.
Claro que, nuevamente, a Netflix le salió bien la jugada. Resultaba que los Obama (o su equipo) tenían un talento monumental para otear talento y descubrir joyas audiovisuales que aunasen alta calidad y potencial para llegar a un ampli público. El primer documental que hizo la pareja, American Factory, sobre una planta de GM que cierra, ganó un Oscar. Luego vino Mi historia, sobre el tour que hizo Michelle para promocionar su libro. Otro éxito mundial.
La lista continúa: de Gofre+Mochi, un programa infantil sobre cocina y alimentación saludable, a Ada Magnífica, científica. De la película Ser padre (sobre un hombre viudo que tiene que cuidar a su bebé) a Descendientes (sobre descendientes de esclavos africanos que llegaron a Alabama en 1860).
Podcasts
Pero no se quedaron ahí. Los Obama también probaron suerte con los podcasts y llegaron a un acuerdo con Spotify en el 2019, un año después de su acuerdo con Netflix. Barack lanzó Renegades, un podcast en que conversaba con Bruce Springsteen sobre temas tan variados como racismo o justicia social. Michelle también lanzó su propio podcast. Ambos se convirtieron en un éxito inmediato.
Sin embargo, no se sabe muy bien por qué, los Obama decidieron no repetir con Spotify cuando expiró el contrato. Es lo único en que no han repetido. Pero que nadie se preocupe: Michelle tiene otro libro en circulación, Con luz propia, Barack lanzará dentro de poco un nuevo volumen de sus memorias y ambos tienen previsto seguir con sus producciones en Netflix.
El imperio de los Obama sigue adelante.
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