Paul Simon vivió el gran esplendor de la música popular desde sus orígenes, siendo testigo y protagonista desde que apenas era un adolescente, cuando empezó cantando con su colega del instituto, Art Garfunkel. Ambos pusieron banda sonora a los años 60, manteniendo el mano a mano con los Beatles, los Rolling, los Dylan y compañía. En los setenta y ochenta, Simon alzó el vuelo en solitario con álbumes que han pasado a la historia de la canción americana como Paul Simon (1972), Still Crazy After All These Years (1975) o su mayor éxito, Graceland (1986). Optando por una posición de sencillez y discreción, ha visto nacer y caer a tantas estrellas como las que pueblan hoy las cimas del éxito, manteniendo un estatus de leyenda difícilmente alcanzable por cualquiera de los que compartieron su tiempo.
Su nombre está tan ligado a la canción americana como los de otros grandes cantautores como Neil Diamond, Bob Dylan, Johnny Cash o Leonard Cohen. De hecho, uno de los grandes compositores y renovador de la música contemporánea, Philip Glass, no tiene ningún reparo en afirmar que Paul Simon muy probablemente sea el más grande escritor de canciones de nuestro tiempo.
Sin embargo, la presencia de Paul Simon en ese olimpo de la música popular no ha ido acompañada de la extravagancia y excentricidad con la que se suele recordar a las estrellas de este arte. "Nunca sería tan magníficamente genial como Lennon, oscuramente encantador a la manera de Elvis, implacablemente enigmático en el más puro estilo Dylan, o irremediablemente zumbado como tantos otros", recuerda David Remnick (New Yorker) en la introducción de Paul Simon. Letras. 1964 - 2016 (Libros del Kultrum).
Precisamente en eso se basa el éxito de Paul Simon, nunca necesitó crearse un personaje para trascender, le ha bastado con su música. Por eso, más allá de indagar en su vida, la mejor forma de representarle es a través de su legado aún por terminar y este cancionero se lee como una novela o una biografía. Y es que las letras de sus canciones no necesitan recurrir a complejas simbologías ni crípticos mensajes para demostrar su portento compositivo. Paul Simon basó en la sencillez, su capacidad de llegar a lo universal y así sobrevivir para siempre en una música que ya ha pasado a la historia de la canción americana.
"Cuanto más inteligible sea, mejor. Siempre y cuando no sacrifiques la inteligencia, la perspicacia o la emoción para hacerlo más fácil. Si puedes capturar algo que sientes que es real y expresarlo de un modo que mucha gente pueda entenderlo -lo cual es poco frecuente-, hay algo en eso que da a la canción cierto tipo de vida. Y si entra en la cultura popular, pero no siendo solo cultura popular, entonces, desde la perspectiva de un escritor, alcanza uno un logro satisfactorio", le explicaba en una entrevista el propio Simon al también músico Paul Zollo.
Y es que precisamente en esa sencillez, que no simpleza, se encuentra la auténtica magia de sus canciones para llegar a las profundidades sentimentales y emotivas de los corazones que atraviesa, a través de la efectividad universal de imágenes tan sugerentemente cotidianas como íntimas. Con una voz clara y apacible, sus letras encuentran una simbiosis perfecta en la riqueza limpia y heterogénea de sus melodías. Durante toda su producción, Paul Simon fue un compositor ávido de nuevos sonidos, conservador con respecto a su imagen, no tuvo reparos en experimentar con la vivacidad de ritmos caribeños, buscar inspiración en la pureza musical de África, o explorar la alegría innovadora del funky de los ochenta.
El cancionero de Paul Simon, obra que, por vez primera, se publica en lengua castellana de la mano de Alberto Manzano, constituye un hito en la historia de la música popular estadounidense, y presenta, en edición bilingüe, las letras del afamado cantautor en sus seis décadas de producción musical.
A lo largo de su laureada carrera, Paul Simon ha sido distinguido con numerosos honores y recibido otros tantos premios. Doce premios Grammy, tres de los cuales (Bridge Over Troubled Water, Still Crazy After All These Years y Graceland) fueron, a su vez, álbumes del año. En 2003 recibió el premio Grammy Lifetime Achievement Award por toda la composición de la música y las letras del dúo Simon and Garfunkel. Ingresó por partida doble en el Hall of Fame de los compositores y en el del Rock n’ Roll, como miembro de Simon and Garfunkel, y también por su carrera en solitario.
Su canción «Mrs. Robinson», capaz de transportarnos directamente a una de las mejores películas de la historia del cine, El graduado (1967), figura entre las diez primeras de las 100 canciones más importantes de los primeros 100 años de historia del American Film Institute. Fue galardonado también con el Kennedy Center Honors en 2003 y nombrado una de las «100 personas que dan forma a nuestro mundo» por la revista Time en 2006.
Un sinfín de premios y reconocimientos que evidencian la colosal carrera de un cantautor al que le bastó con escribir buenas canciones para grabar su nombre en ese olimpo popular reservado a los "padres de la canción americana". Probablemente el más discreto y sencillo, pero no por ello el menos genial de los que tienen el honor de acompañarle.
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