Hubo un tiempo en el que Brendan Fraser (Indiana, 52 años) fue una de las caras más reconocibles de Hollywood. Un guaperas bonachón de mirada distraída y sonrisa irresistible cuyo atractivo competía con su simpatía en igualdad de condiciones. Protagonista de grandes producciones, la mayoría comedias juveniles y sagas de aventuras (como La momia), por aquel entonces era fácil encontrar su rostro en los carteles de las películas más taquilleras de finales de los 90 y principios de los 2000.
Todo aquel que haya crecido en aquella época es capaz de sentir cierto grado de familiaridad entrañable al verle aparecer de nuevo en la pantalla. Sin embargo, algo ha cambiado, esos mismos ojos azules que antes derrochaban seguridad y decisión ahora parecen cansados, poco queda de esa complexión hercúlea que provocaba suspiros y también ha mermado considerablemente la densidad de su sedoso y rebelde medio melena castaña. Es cierto, el tiempo pasa para todos igual, por mucho que Brad Pitt se empeñe en demostrar lo contrario.
Pero en el caso de Brendan Fraser, las razones de esta metamorfosis van más allá de lo físico y la película que acaba de protagonizar, La ballena (2023, Darren Aronofsky), da buena cuenta de ello. "No tiene nada que ver con cualquier cosa que haya hecho con anterioridad", dijo el actor de Indiana a los medios de su país. Un drama psicológico con el que Fraser está cosechando numerosas ovaciones y reconocimientos.
Esta semana, el actor subió al escenario de los Critics Choice Awards 2023 para recoger el galardón a mejor actor. "Estaba perdido en el desierto. Probablemente debería haber dejado un rastro de migas de pan, pero me encontraste y, como todos los mejores directores, simplemente me mostraste a dónde ir para llegar a donde necesitaba estar", agradeció. "Si tienes la fuerza para ponerte de pie e ir hacia la luz, las buenas cosas sucederán", añadió con voz quebrada justo antes de bajarse con todo el auditorio puesto en pie.
"Un trozo de carne andante"
Esta explosión de emotividad llega en forma de liberación después de una larga temporada en el ostracismo para el chico sexy del Hollywood de finales de los 90. Fraser protagonizó algunas de las películas más taquilleras del momento como George de la jungla (Sam Weisman, 1997), La momia (Stephen Sommers, 1999) o Al diablo con el diablo (Harold Ramis, 200). También pudo brillar en otro registro con una película como Dioses y Monstruos junto a Ian McKellen (Bill Condon, 1998).
Su carrera se encontraba en la cresta de la ola cuando un aciago suceso le cambió la vida. Todo ocurrió en 2003 después de un almuerzo organizado por la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood (HFPA), que cada año organiza la entrega de los Globos de Oro. Tras la comida, Fraser se cruzó con Philip Berk, presidente de dicha asociación que, delante de un grupo de personas, le estrechó la mano y aprovechó para darle un pellizco en el trasero. "Su mano izquierda se extiende, me agarra la nalga y uno de sus dedos me toca en el perineo. Y empieza a moverlo", explicó Fraser en una entrevista para GQ Estados Unidos.
"Me puse enfermo. Me sentí como un niño con un nudo en la garganta. Creía que me iba a poner a llorar. Fue como si alguien me hubiese tirado pintura invisible encima". El actor recuerda aquello como un asunto verdaderamente traumático por el que decidió no presentar cargos contra Berk temiendo que la denuncia le hiciese revivir la terrible experiencia.
Fraser tardó 15 años en sincerarse sobre lo ocurrido en una entrevista en la que también reconoció que se recuerda a sí mismo como "un trozo de carne andante" al hablar de su trabajo en anteriores películas.
Depresión, lesiones y sospecha de veto
El actor entró en una depresión y se obsesionó con la idea de que se merecía lo que le había ocurrido: "Yo me repetía: ‘No ha sido nada, un tío te ha metido mano, nada más’. Pero no recuerdo ni el siguiente trabajo que hice".
Su siguiente trabajo fue un papel secundario en Crash, la película que ganó el Oscar en 2005, pero después Brendan Fraser estuvo dos años sin trabajar. "Aquella experiencia me hizo retraerme, me convirtió en un recluso", recuerda. Aunque no sólo achaca estas consecuencias a su estado depresivo. "No sé si esto trajo consigo perder el favor de la HFPA. Pero el silencio era ensordecedor".
El teléfono dejó de sonar y Brendan Fraser desapareció del radar de Hollywood y del público. Cuando salieron a la luz estas declaraciones, Berk negó las palabras de Fraser y también cualquier responsabilidad al respecto: "El declive de su carrera no es culpa nuestra", afirmó.
A la depresión que sufría Fraser se unieron los efectos de todas sus lesiones físicas, que le obligaron a someterse a múltiples operaciones a lo largo de los años; el divorcio de su mujer en 2009, con la que llevaba 21 años casado, y la muerte de su madre en 2016. Además, siempre tuvo cierta sensación, que nunca llegó a ser confirmada, de que Berk y la HFPA hacían todo lo posible por boicotear su carrera.
Lo que nadie puede negar es que dejaron de invitarlo a los Globos de Oro, y las franquicias de La momia y Viaje al centro de la Tierra continuaron sin su participación, mientras su trabajo se redujo a producciones mucho más modestas.
Favorito para el Oscar 2023 a mejor actor
En The Whale, Fraser interpreta a Charlie, un hombre de mediana edad que intenta reconciliarse con su hija de 17 años, interpretada por Sadie Sink. Se separan cuando Charlie deja a su familia para estar con su amante que muere un tiempo después. La ansiedad, la tristeza y la culpa hacen que Charlie empiece a comer compulsivamente.
Para interpretar el personaje, el actor usó un traje protésico que le añadía entre 20 y 130 kg, según la escena en cuestión. Además Fraser pasaba hasta seis horas diarias en la silla de maquillaje para transformarse completamente en Charlie.
El premio recibido en Critics Choice Awards 2023, que se han convertido en una auténtica antesala de los Oscar, anticipa cierta predilección por Brendan Fraser para alzarse con la estatuilla el próximo 12 de marzo gracias a una de esas historias de superación personal que tanto gustan en Hollywood.
The Whale está basada en la obra de teatro homónima de Samuel D. Hunter, que adaptó el guion para el largometraje de Aronofsky y se estrena en España el próximo 27 de enero.
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