Muchas veces se oye hablar de Nacho Vegas (Gijón, 1974) como uno de esos cantautores atormentados, melancólicos e incluso tristes u oscuros. Y es cierto, su música parte de rincones insondables o especialmente escondidos del alma, sus canciones se adentran sin ningún pudor en las heridas más profundas pero siempre con una ambición de alcanzar algo de luz.
Fruto de esa capacidad para sacar lo bello de lo trágico lanzó hace un año su último álbum 'Mundos inmóviles derrumbándose'. Un disco escrito durante un retiro voluntario a un pequeño pueblo en la zona occidental de su natal Asturias. Fue su manera de vencer el bloqueo y la tristeza durante aquellos inciertos días pandémicos.
Ahora, cuando se cumple el primer aniversario del disco, Vegas y su banda siguen girando para hacer sonar estas canciones de dolor y esperanza por todo el país. Este sábado será el turno de Madrid, donde tocará en La Riviera, en el contexto del Inverfest 2023. El cantautor asturiano llega a la capital del Reino reconociendo que venir a Madrid siempre es algo especial, una ciudad a la que guarda mucho cariño.
Nadie pensó que el Nebraska de Springsteen fuese localista"
Con más de 25 años de carrera musical, su popularidad cuenta con muchos fans en España pero también en Lationamérica, y eso que en sus inicios hubo quien le tachó de ser "demasiado localista". "Grabé una maqueta antes de sacar mi primer disco con un tipo que estaba un poco de vuelta de todo, me decía que eran canciones demasiado localistas, que tenía que quitar esos referentes tan concretos sobre Gijón, que es mi ciudad". Vegas cuenta que es algo que también escuchó decir a gente de la industria, sobre todo de las grandes multinacionales. "Lo que no entendían es que muchas veces necesitas partir de lo concreto para llegar lo más lejos posible, para llegar a lo universal. Nadie pensó que el Nebraska de Springsteen fuese localista".
Precisamente, a través de encontrar lo universal en lo concreto, Nacho Vegas ha logrado trascender gracias a una sensibilidad que parece desbordarse en cada una de sus canciones. Sus composiciones suelen oscilar entre dos variantes que se entremezclan entre sí, lo íntimo y lo político, pero sin caer en una solemnidad moralista. Para ello, se ha fijado en referentes como Phil Ochs, Violeta Parra 0 Billy Bragg.
La canción protesta
Sobre esta acepción de la canción protesta, admite que es algo que no nunca estuvo muy bien visto en su generación. "Se veía como algo apolillado, como que era algo de otro tiempo y parecía un coñazo, creo que fue una especie de soberbia de nuestra generación, por suerte con el tiempo la gente fue reconociendo y reivindicando el papel que tuvieron esos músicos que hicieron tanto por seguir con una tradición dentro de la música popular".
Vegas reflexiona sobre la evolución de la música folk, esa que guarda la tradición de cada pueblo con capacidad para retratar su momento histórico. "Creo que sigue viva en otras formas de expresión como el hip-hop, que habla mucho de la vida de los barrios, también ocurre con géneros como la cumbia e incluso con el reggaetón, en sus inicios, cuando tenía una perspectiva de clase muy presente".
El músico asturiano alude con seguridad a la lectura social, más o menos implícita o explícita, que se puede sacar en todas las canciones. "Soy de los que opina que todo lo humano es político", asevera. Aunque reconoce que "a nadie le gusta que le sermoneen", Vegas entiende que lo que la gente rechaza son las canciones políticas más solemnes, las que hablan con mucha gravedad sobre los temas que tratan.
Aunque nos hayamos quedado como una sociedad autocomplaciente, el cantautor asturiano reivindica la necesidad de seguir luchando a través de la música para defender una cultura heterogénea y plural . "La canción protesta sigue teniendo sentido, hoy en día hay gente en la cárcel por expresar sus diferencias políticas en sus canciones, tenemos a Pablo Hasél, Valtònyc exiliado".
En 'Mundos inmóviles derrumbándose', Vegas canta a la inminente implosión del sistema capitalista en Big Crunch, una reivindicación irónica del panfleto como elemento difusor de ideas. "El panfleto político más famoso, el Manifiesto Comunista, tiene cierta dimensión poética desde su inicio: 'un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo', podría ser tan conocida como el principio del Aullido de Ginsberg".
El pudor emocional
Reservamos lo emocional a las canciones, a los libros y a la poesía, pero nos cuidamos para que no entre en el debate público"
Vegas denuncia la falta de reflexión sobre las carencias que quedaron desnudas casi tres años después de la pandemia. "Se vio que sobrevivir no solo tenía consecuencias económicas, sanitarias o incluso sociales, sino emocionales. La gente quedó muy tocada, ver a gente a mi alrededor deprimida, encadenando bajas laborales, en un año asistí a dos suicidios de gente muy cercana, ha sido algo muy brutal y de lo que se hablaba poco por ser menos cuantificable. Reservamos lo emocional a las canciones, a los libros y a la poesía, pero nos cuidamos para que no entre en el debate público".
Intimista, localista y político, las canciones de Nacho Vegas viven de las emociones, viaja hacia sus extremos para regalarnos canciones como El don de la ternura, uno de esos himnos que brillan desde un momento de oscuridad como fue la pandemia, con una luminosidad que no es cegadora ni fulminante, sino cálida y translúcida, como su amada luz de agosto en Gijón.
Sin embargo, el cantautor trata de evitar aquello de regocijarse en el dolor, si canta es precisamente para poder combatirlo. "Cuando cantamos canciones sobre la muerte, que en 'Mundos inmóviles' está presente en varios momentos del disco, en realidad es solo un pretexto para reflexionar sobre la vida. El hecho que la muerte sea algo tan inescrutable es lo que hace que reflexionemos sobre la vida y sobre cómo nos comportamos y nos enfrentamos a las cosas que son difíciles de entender".
El don de la ternura
Preguntado por cómo encuentra Nacho Vegas la ternura, reivindica este don como un bálsamo contra el cinismo. "Cuando pienso en la ternura pienso en un poema de Bertolt Brecht llamado satisfacciones, que escribió al final de su vida". Una especie de enumeración de cosas sencillas que le generaban satisfacciones como ponerse unos zapatos cómodos o la primera mirada por la ventana al despertarse. "El último verso dice: 'ser amable'. Ser simplemente amable creo que es algo que puede ser emocionante, bonito y tierno y a veces te puede cambiar un poco el humor del día. Cuando sales y simplemente eres amable con alguien a quien no tienes por qué conocer, muchas veces de esos pequeños detalles es de donde salen las canciones, en esos pequeños momentos es donde está la ternura, hay que buscarla ahí y proyectarla a partir de reconstruir los espacios colectivos que tanto se jodieron con la pandemia", concluye.
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