A menudo se alude a la infancia como el momento de mayor felicidad en la vida de una persona. Un paraíso temporal donde no existen las expectativas y todo es nuevo. Los primeros años de la vida pasan con la plenitud de que cada segundo es único, no hay ni un momento para desaprovechar cuando la experiencia aún se está construyendo a base de primeras veces.

Cuando somos niños no somos conscientes, pero todas esas primeras veces algún día se volverán fugaces y rara vez volveremos a experimentar algo parecido. De esto se dio cuenta Jaques Henri Lartigue (1894 -1986), conocido como ‘el fotógrafo de la felicidad’, cuando empezó a capturar la bella fragilidad de estos pequeños momentos que crecen entre lo cotidiano y lo extraordinario de la vida.

Madeleine Messager y Germaine Chalom, Cannes, 1927. Jacques Henri Lartigue | Ministère de la Culture, France

La exposición Lartigue, el cazador de instantes felices de la Fundación Canal recoge en forma de imágenes estos momentos en los que la felicidad se vuelve palpable a través de una cámara de fotos. Esta muestra significa la primera gran retrospectiva hecha en España con la obra a color de Lartigue, una de sus facetas menos conocidas, pero también más sorprendentes e impactantes.

Lartigue es hijo de la belle époque, vivió ese momento histórico en el que todo era posible, cuando un nuevo mundo se abría ante él con el mismo esplendor de una flor al desplegar sus coloridos pétalos. El entusiasmo que experimentó con la modernidad se deja ver en su afición por la automoción, la aviación, el movimiento y la imagen capturada. El multidisciplinar artista francés escribe, pinta y fotografía en un afán por retener esa promesa de la felicidad de la que hablaba Stendhal, guardando la memoria tangible de "los instantes felices", con el propósito de reactivar su recuerdo.

“Florette Lartigue posando para un anuncio”, Piozzo, 1960. | Ministère de la Culture, France

La exposición muestra un total de 149 obras, presentadas en cuatro ámbitos: tres que se corresponden con los tres momentos en los que el fotógrafo aborda el color a lo largo de su carrera, y uno dedicado a la experimentación que el artista realizó con el color a lo largo de toda su vida, tanto en la pintura como en la fotografía o el diseño. Desde sus inicios en las dos primeras décadas del siglo XX, con autocromos que se pueden observar a través de visores estereoscópicos, hasta la democratización de la color en los 50-60's, incluyendo las reinterpretaciones que hizo de sus primeras fotos al final de su carrera en los 70.

Para mí, la vida y el color son inseparables (...) Siempre he sido pintor. Por lo tanto, todo lo veo con mi ojo de pintor

Jacques Henri Lartigue

Desde que, con apenas 8 años, Lartigue sostuvo por primera vez una cámara entre sus manos no paró de documentar aquello que llamaba la atención de su mirada: París, la moda, los grandes avances que marcaron el principio del siglo XX y su vertiginosa y excitante velocidad. Fue un 'niño' en el arte de la fotografía, en el buen sentido de la palabra, desarrolló una forma libre, casi virginal, de explorar sus límites sin las barreras de lo prestablecido. Oscilando entre lo íntimo y lo periodístico, entre el fotógrafo amateur y el pionero, ofreciendo siempre una mirada pura, lúcida y curiosa.

“Florette Lartigue de picnic”, 1965. Jacques Henri Lartigue | Ministère de la Culture, France

La fama, sin embargo, llegó de manera tardía para Lartigue, no fue hasta 1963, cuando el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) le dedicó una exposición, comisariada por John Szarkoswski. Esta exposición le consagró como fotógrafo y alcanzó una notoriedad considerable en Estados Unidos, atribuyéndole el papel de poeta de la instantaneidad del blanco y negro de principios de siglo, y de padre de una generación de fotógrafos icónicos del siglo XX como Henri Cartier-Bresson.

Antes de aquello, su talento para las fotografías de revista lo llevó a trabajar a la Costa Azul, donde se codeó con Cocteau y con Picasso, como puede verse en algunas de sus obras. La exposición muestra su capacidad para encontrar esa idea de cazador de instantes felices tanto en las fotografías inspiradas por su musa y esposa, la bella Florette, como en otros ámbitos exclusivos de la jet set siendo el fotógrafo oficial de la boda entre Grace Kelly y Raniero III en Mónaco en 1956. Su peculiar forma de mirar se convirtió en el objetivo de publicaciones como Vogue, Life o Harper's Bazaar.

Lartigue fue el fotógrafo de las mujeres y las flores, del mundo diario, de la estética casual y de 'el momento', entendido como el instante congelado. Así se puede conocer en esta gran retrospectiva en la que se incluyen dibujos originales, que dan cuenta de su vocación como pintor y fragmentos de sus diarios en los que conocemos de cerca las ideas de este capturador de la felicidad.

Inquieto y curioso, su obsesión consistía en atrapar el tiempo o más bien en luchar contra él, para esquivar su manera de estropear lo bello a través de lo efímero, encontrando en la fotografía la manera más depurada de prometer la felicidad eterna.


Lartigue, el cazador de instantes felices. Fotografías a color está comisariada por Anne Morin y Marion Perceval, podrá visitarse del 8 de febrero hasta el 23 de abril de 2023 en la Fundación Canal en Madrid.