Eran los 80. Sonó el teléfono en el viejo estudio del sótano de la calle Caspe número 6 en Barcelona. Un jovencito que ya peina canas y ahora está escribiendo estas líneas, descolgó pensando que se trataba de algún oyente despistado, o de la típica llamada del jefe con las presiones habituales. Pero no. El Director General de cierta compañía discográfica necesitaba mi ayuda.
-Juanma, voy a tratar de arreglar las cosas con mi mujer.
-No lo tienes fácil. ¿Y qué puedo hacer yo?
-¿Cuándo te toca alguna canción bonita de verdad?
-En unos minutos. Aunque no es de tu compañía.
-Da igual. Necesito que nos la dediques.
Yo había sido testigo del enorme enfado de la esposa que iba a ser agasajada. En medio de una sesión de fin de semana de una de las discotecas más emblemáticas de la zona, la mujer explotó y se armó el belén. Pues ahora, en la noche del día de los enamorados, el ejecutivo planeaba reconquistarla a golpe de ramo de flores y dedicatoria en la radio. Tocó Right Here Waiting de Richard Marx.
En los 44 segundos de la entrada instrumental me dio tiempo a hablar, en tono cercano y susurrado, de la importancia del amor, y de las dos criaturas pequeñas que estarían durmiendo a pocos metros, en su habitación. Desconozco cuál es su estado actual, pero sí sé que aquella noche hubo lágrimas, reconciliación, y baile lento en el salón de su casa.
El poder de la voz para expresar emociones es un clásico. Es curioso que el destino y la Asamblea de las Naciones Unidas, reunida en 2012, han querido unir para siempre, uno al lado del otro, la radio y el amor, mientras haya calendario. 13 y 14 de febrero, respectivamente. Y no es menos cierto que esto del medio sonoro por excelencia se ha convertido, más que nunca, en una cuestión de amor. Al arte. Las enormes cargas estructurales de una emisora de las de siempre hacen muy difícil que compitan las radios con la ola de contenidos que está inundando los tiempos dedicados al entretenimiento, sobre todo entre la gente joven. Y el mercado publicitario está invirtiendo cada vez más en el soporte digital y podcast. Mientras el transatlántico de los grandes grupos editoriales, a los que pertenecen las radios más conocidas, vira hacia el nuevo modelo de negocio, miles de trabajadores se han visto con sueldos congelados, en el mejor de los casos. Se quedan por amor al medio que les vio crecer.
Que el día mundial de la radio sea el inmediatamente anterior a San Valentín, no era el deseo inicial de quienes impulsaron la idea. Jorge Álvarez, presidente de la Academia Española de la Radio, hizo la petición ante la UNESCO proponiendo que se celebrase el 30 de octubre. Y es que una noche de Halloween, pero en un remotísimo 1938, ocurrió la mayor muestra de poderío radiofónico. La CBS emitió los 59 minutos más famosos de la historia de las telecomunicaciones y sembró el pánico en Nueva York debido a una ficción sonora de Orson Welles: “La guerra de los mundos”. Básicamente, la gente se tragó que los extraterrestres estaban conquistando la ciudad, y por ende, el planeta Tierra.
No es casual que la radio haya intentado convertir un momento de hace más de 80 años en su bandera. Por mucho que sean buenas las estrellas actuales, ya no hay aquellos García, Del Olmo, Encarna, De La Morena, o incluso Gabilondo. Tampoco triunfarían tanto ahora, en una sociedad ya muy acostumbrada a personas con carisma que llaman la atención.
La jornada de ayer, a pesar de tener este año el tema “Radio y Paz”, ha tenido notables connotaciones reivindicativas. No tanto como en la sanidad pública, pero, como digo, algo está pasando en los pasillos y estudios de esos medios que en tantos momentos fueron nuestra única y mejor compañía.
Por algo todas las emisoras hicieron algo especial ayer. Sin excepción. El punto álgido lo protagonizaron los espacios que han heredado la tradición de los grandes magazines matutinos de las épocas gloriosas de la radio. No fue la primera vez, pero en esta ocasión con motivos más que fundados, emitieron conjuntamente las grandes cadenas generalistas. Àngels Barceló, Carlos Herrera y Carlos Alsina han marcado un hito al unir sus voces y sus habilidades comunicativas en una transmisión simultánea de radio a través de la Cadena SER, COPE y Onda Cero, durante las Jornadas de la Asociación Española de Radiodifusión Comercial (AERC) con motivo de esta celebración. ¿Realmente hay tanta cordialidad? Más que nunca. Nada más eficaz para unirse que un enemigo común, que acecha detrás de cada móvil. Antes, el “Google” del dial de cada localidad arrojaba un par de decenas de opciones. Ahora se cuentan por, literalmente, millones.
Este sector se mantiene en España gracias al buen trabajo de los operadores
Sin embargo, las grandes consultoras internacionales coinciden en afirmar que este sector se mantiene en España gracias al buen trabajo de los operadores. Donde pone “operadores”, es muy probable que veamos a alguien que ha dado los mejores años de su vida a una marca que rara vez ha sabido recompensar en términos de formación, salario, y carrera profesional. He de reconocer que no ha sido mi caso, pero sí el de casi todo el sector. Todo esto hace más meritorio que siga habiendo millones de personas que eligen desde que se despiertan, la compañía de una voz amiga.
En el caso de quien escribe, la celebración del Día de la radio de este año ha venido acompañada del honor de liderar, a partir del próximo 1 de marzo y junto al talento de otra radiofonista con pasión y experiencia como es Mar Barrera, un proyecto que pretende ser esa voz que te acompaña desde muy temprano, para informarte y entretenerte. Este mismo medio, El Independiente, ha dado un paso al frente y se apunta a la creación de contenidos sonoros comenzando por un podcast diario. Un informativo breve pero intenso con alguna sorpresa que ya estamos preparando, no sin ilusión. Es un precioso reto en el que esperamos a todos nuestros lectores.
Acabaré ñoño. Me lo pide el cuerpo nostálgico que se me ha quedado tras repasar aquel momento romántico con el que comenzaba. Esto es todavía más empalagoso que aquella canción que reconcilió a la pareja, pero también tuvo lugar en Barcelona, capital radiofónica por excelencia, y nada más comenzar los años 80. Un entrañable Dyango capturó aquella magia de las voces que durante la noche sonaban en el transistor a pilas. Excúseme por lo naïf del momento, y por enjuagarme una lágrima furtiva al escuchar este tema setentero. Amor y radio son pareja de hecho.
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