Pablo Picasso es el artista universal por excelencia. Su nombre es sinónimo de arte contemporáneo y su influencia ha sido capaz de trascender cualquier tipo de barrera espacial, cultural y temporal. El homenaje colectivo liderado por el acuerdo hispano-francés en el cincuenta aniversario de su muerte es solo una prueba más de lo que significa su legado. Museos de todo el mundo han aprovechado la ocasión para indagar en una herencia aún por descubrir, sumergiéndose en la innumerable cantidad de lecturas posibles que existen en la trayectoria del pintor malagueño.
"En el arte no hay ni pasado ni futuro", dijo Picasso en una de esas frases lapidarias que tan habitualmente se le atribuyen al artista. Con ese afán por superar cualquier tipo de limitación física y temporal, exploró el pintor español la particularidad enigmática y cautivadora de las formas de expresión más primitivas que se conocen.
Sobre esta faceta del artista inspirado por el arte prehistórico ha querido indagar el Museo del Hombre de París con su exposición Picasso y la Prehistoria. "Al igual que Picasso es de los primeros que incorpora el arte africano, también es de los primeros en entender el arte ibérico y el arte primitivo con unos ojos que no lo ven como algo antiguo, sino desde una visión de que para él todo es presente", explica Carlos Alberdi, comisario del Ministerio de Cultura para la conmemoración del 50º aniversario de la muerte de Pablo Picasso.
Unas cuarenta obras, entre pinturas, dibujos, esculturas y grabados, así como parte de su colección privada de huesos, cráneos de animales, fotos y otros objetos forman parte de esta muestra centrada en el artista malagueño como un fetichista obsesionado con las formas más primitivas y salvajes de expresión. El Museo del Hombre propone un diálogo entre el arte de Picasso y los avances arqueológicos de la época como un mundo nuevo por descubrir.
"Aunque fueran pinturas hechas hace 5.000 o 20.000 años, para él todo es ahora y todo eso lo metaboliza y lo utiliza. Esa capacidad de integrar en el discurso lenguajes artísticos diversos, muchos de ellos fuera de la historia del arte o del arte académico, es una de las mayores virtudes de Picasso. Tiene una visión integradora de las cosas, él es de los primeros que rompe al abrir un camino con el arte prehistórico en su discurso", reflexiona Alberdi.
Y es que si el arte prehistórico ha terminado siendo tan relevante e imitado por los contemporáneos, ha sido en gran parte por la fascinación que Picasso imprimió sobre él. Hoy en día podemos ver en estos hombres y mujeres prehistóricos auténticas inquietudes artísticas que aún resuenan en el eco de la milenaria necesidad de permanecer.
El interés de Picasso por la prehistoria es especialmente evidente en sus creaciones del periodo de entreguerras, pero sus lazos se aprecian desde su infancia: la fascinación del artista deriva de una época marcada por los primeros descubrimientos de pinturas y grabados rupestres, sitios megalíticos, piezas de mobiliario: Picasso nació en 1881, dos años después de que se descubrieran las pinturas prehistóricas de la cueva de Altamira, aunque no se reconocieran como arte rupestre paleolítico original hasta 1902, cuando el joven artista vivía en Barcelona.
La obsesión de Picasso por recopilar estos objetos queda patente en esta exposición, donde el público puede ver por primera vez huesos que el artista guardaba como fetiches y modelos, entre ellos cráneos de animales. Una de las representaciones más explícitas de esta relación fetichista puede verse en una fotografía tomada por Dora Maar en 1937, donde el pintor aparece en la playa de Juan-les-Pins de la Costa Azul, sosteniendo en su mano derecha un cráneo animal con la expresión casi cavernícola de un salvaje. "Amar las cosas y comerlas vivas", escribió en 1935.
La exposición del Museo del Hombre de París cuenta con obras como Mujer lanzando una piedra (1931), donde las formas se desdibujan entre lo humano y lo animal, o El acróbata azul (1929), donde la sensación de movimiento desgarbado y retorcido parece aludir a la naturaleza del homínido en su transición hacia el ser humano bípedo.
Otra de las piezas presentes en la muestra es la Venus del gas (1945), donde la imaginación del artista convierte un quemador de hierro en vertical en una moderna representación de la fertilidad. La única obra ready-made (reconversión artística de un objeto de uso cotidiano) que el malagueño realizó en toda su carrera.
La exhibición se enmarca en la muestra "Arte y Prehistoria", que se inauguró en el Musée de l’Homme de París el pasado mes de noviembre y que cuenta con unas 90 piezas prehistóricas originales y cientos de imágenes digitales de pinturas y grabados. La parte dedicada al pintor malagueño estará expuesta hasta el 12 de junio.
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