ARCO ha vuelto, ya sin rastro de la pandemia, que hizo peligrar la edición de 2020 y aplazó hasta verano la de 2021, y sin el ambiente enrarecido del comienzo de la guerra, que el año pasado estalló el mismo día de su inauguración. En su edición número 42, la feria de arte contemporáneo más importante de España ha querido desquitarse de todo lo ajeno para centrarse en lo que de verdad importa: el mercado.
La feria ha invitado a cerca de 400 coleccionistas internacionales y 200 profesionales, un número récord en su historia. Con ese optimismo y entusiasmo de los grandes reencuentros ha dado comienzo esta mañana la gran cita del arte contemporáneo. Aunque este miércoles solo se esperaba que asistieran prensa y profesionales, la afluencia ha sido tal que sus puertas parecían estar abiertas para el público general.
Cámaras, maletas y acentos se agolpaban a las puertas de los pabellones 7 y 9 de Ifema, ofreciendo una buena imagen de lo que significa este evento. Con la mirada puesta en América Latina, la nueva edición de ARCO ha hecho gala de su internacionalidad, abriéndose a un mercado global en el que ha puesto sus esperanzas.
Sin país invitado, pero con el Mediterráneo como protagonista, este año cuesta encontrar obras icónicas. Su espacio dedicado al mar que une África y Europa se ha olvidado de la crisis migratoria y se queda en un aparte algo descontextualizado y discordante en mitad del pabellón 7. El arte más reivindicativo está prácticamente reservado al carácter social de los artistas sudamericanos, donde llama la atención el proyecto de la chilena Catalina Swinburn en la galería Aninat, llamado Analepsis, un mural hecho a base de los votos para el plebiscito constitucional.
Tampoco hay que perder de vista el debut de la primera galería ucraniana en ARCO. La Voloshyn, que presenta los trabajos de Nikita Kadan y Mykola Ridniyi, con un carácter muy contestatario en relación a la guerra que se está librando en su país.
Sin embargo, la obra que más fotografías atrae es la de un yacente Pablo Picasso, cuyo realismo y posición resulta tan sórdido como cómico. Se trata de una obra del siempre polémico Eugenio Merino, que se encuentra en el stand de la barcelonesa ADN. Enfrente queda la madrileña Max Estrella, con un letrero luminoso que reza un llamativo "Emosido engañado" y un búnker adornado por el Guernica. Llamativos, pero no tan políticos o polémicos como en otros años, pues el objetivo no son tanto los grandes titulares, sino los grandes compradores internacionales.
Para los que prefieren ver obras más clásicas, lo recomendable es ir a grandes casas como la Guillermo de Osma o la Marlborough, donde todavía es posible encontrar algún Francis Bacon; o a la bilbaína CarrerasMugica, galería que puede presumir de tener la obra más cara de toda la edición, una escultura de Chillida valorada en 3,7 millones de euros, aunque ellos mismos muestran cierto escepticismo a la hora de vender algo tan caro. "Si viene alguien y quiere comprarla perfecto, pero con piezas así no suele ser tan fácil".
Aparte de su inquietante cuerpo inerte, una de las grandes ausencias en esta edición es la de Picasso. La dificultad para traer al pintor malagueño se debe a la gran cantidad de exposiciones organizadas con motivo del aniversario de su muerte.
El que sí ha estado ha sido Joan Miró, con la segunda obra más cara de la feria, La femme et l'oiseau (galería Mayoral), valorada en 2 millones de euros. La escasez de obras de Chillida en el mercado y la aceptación internacional de Miró han disparado sus precios.
Trabajos más clásicos y pictóricos en el pabellón 7, obras más rompedoras con textiles, objetos y digitales en la 9, pero lo que aún cuesta ver es la consolidación del NFT o el arte audiovisual. En estos ámbitos pueden verse el proyecto REVERSUS de Boa Mistura que se pasan del muro al blockchain, o probar la experiencia audiovisual de MADATAC con realidad virtual.
Para salir un poco de lo común en un lugar donde en el que la originalidad roza la extravagancia, resulta también interesante darse un paseo por dos espacios reservados para discursos diferentes. Por un lado está el 'Opening by Allianz', donde las galerías más emergentes muestran sus apuestas y proyectos. En el extremo opuesto del pabellón se encuentra la zona de 'Nunca lo mismo. Arte Latinoamericano' donde, a pesar de compartir un mismo lenguaje, las diversidad de perspectivas ofrece una forma distinta de entender el arte.
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