Hubo un tiempo, hace no tanto, en el que un violador podía casarse con su víctima para eludir cualquier responsabilidad punitiva. Una determinación que la familia agraviada solía preferir antes que permitir que su hija viviera con la deshonra de quien ha permitido mancillar su virginidad. Como si la culpa fuese de la víctima, como si la solución fuese condenar a la violada a una vida atada a su agresor. En los años 60 en Italia este tipo de abusos legales estaban a la orden del día y así fue hasta que llegó el primer "no". Fue el de Franca Viola en 1966, una joven siciliana de origen humilde que apenas contaba 18 años cuando se convirtió en el símbolo de la lucha contra el conocido como "matrimonio reparatorio".
En su historia se ha inspirado la escritora Viola Ardone (Nápoles, 1947) para dar forma a su última novela La decisión (Seix Barral). "Me decidí a escribir esta historia porque veo que hay una urgencia sobre la vida y la seguridad de las mujeres, sobre su posibilidad de estar en el mundo sin que nadie les diga dónde tienen que estar exactamente", explica Ardone.
Un libro escrito en primera persona para contar la historia de todas esas mujeres a las que alguna vez les dijeron qué palabras podían utilizar, cómo debían caminar, vestirse o mirar. "Afortunadamente esta situación ha cambiado en general en Occidente, pero sigue existiendo una lacra llamada feminicidio. En mi país tenemos casi una muerte al día porque esa mujer que acaba muerta se ha salido del lugar donde le habían dicho que tenía que estar", lamenta la autora.
Las madres son las encargadas de transmitir las reglas, las guardianas del patriarcado”
Oliva Denaro es la protagonista de esta historia contada desde la perspectiva de una chica de 15 años criada en un pequeño pueblo siciliano y que simplemente aspira a tener una vida propia. Sin embargo, su madre se cuida de recordarle continuamente su condición de mujer y la enorme cantidad de limitaciones que ello implica, desde tener estudios superiores, hasta decidir con quién debe casarse. "En esta pequeña sociedad cargada de prejuicios donde las mujeres no tienen una vida propia, las madres son las encargadas de transmitir las reglas, las guardianas del patriarcado".
Viola Ardone vuelve a usar la voz de la inocencia, como ya hizo en El tren de los niños (Seix Barral, 2020), para hablar con sencillez sobre una de esas manchas que la historia reciente todavía continúa arrastrando. Un libro confeccionado desde el pasado, pero pensado para el presente y el futuro. "Las chicas que han leído la novela dicen que se sienten muy cercanas a Oliva -cuenta su autora-, porque aún hoy se sienten juzgadas por su forma de vestir, por la relación que establecen con el otro sexo, por el miedo que sienten cuando van solas por la calle. Sus madres les dicen que tengan cuidado, que se guarden, porque si sucede algo es culpa suya y esto nos lleva a la frase del principio de la novela, cuando la madre le dice Oliva: 'La mujer es un cántaro y quien lo rompe se lo queda'".
En contraposición con el personaje de la madre, el padre de Oliva no corresponde al estereotipo tradicional del sur de Italia, "es un hombre que acompaña a su hija, ni delante ni detrás, sino a su lado y le dice: 'tú eliges y yo estoy aquí, porque si te caes te ayudo a levantarte'". Pues como bien indica Ardone esto no se trata de una "historia de hombres contra mujeres".
No todas somos guerreras ni todas estamos armadas para ello, pero todas merecemos la misma justicia”
Otro de los clichés que la autora se cuida en evitar es la retórica de la mujer rebelde. "Oliva Denaro no es una guerrera, es una chica normal que simplemente quiere vivir su vida sin ser símbolo de nada, porque hay muchas mujeres que simplemente quieren vivir, no todas somos guerreras ni todas estamos armadas para ello, pero todas merecemos la misma justicia".
Y es que el valor de su historia reside precisamente en el hecho de que deja la épica a un lado para hablar desde el realismo. "Hay algunos noes que son pan comido, y otros que tienen un precio muy alto. El mío lo he pagado entero, y conmigo, mi familia. Durante mucho tiempo me sentí sola, juzgada, equivocada, aunque hoy sé que tenía razón y que bien está lo que bien acaba", reflexiona la protagonista de La decisión.
Gracias a ese 'no' hoy las mujeres italianas pueden hablar en pasado de cosas como el matrimonio reparatorio o el delito de honor, un feminicidio legal que defendía el derecho del marido a matar a su mujer si le traicionaba. Leyes que estuvieron vigentes en Italia hasta 1981 y que fueron abolidas gracias a decisiones como la de Franca Viola, que nos enseñó lo verdaderamente revolucionario que puede ser el 'no' de una mujer.
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