Es un viaje que le ha hecho crecer. Un cruce de historias, de vidas, conocidas en persona, en los lugares visitados o en la lectura de cientos de libros. Comienza en la mitología griega y la antigua Roma y culmina con sus contemporáneas. Faraonas, filósofas, escritoras, científicas, religiosas, historiadoras o periodistas, todas ellas mujeres con vidas valiosas que le han marcado de algún modo. Su madre Elia la encabeza y tras ella casi 200 mujeres que refleja en ‘Una historia compartida’ (Editorial Plaza&Janes), su último libro. Lleva por subtítulo ‘Con ellos, sin ellos, por ellos, frente a ellos’, en referencia al papel jugado por los hombres que las acompañaron, para bien o para mal.
Abarca diosas y reinas, Premios Nobel y mujeres casi desconocidas. Helena de Troya, Nefertiti, Marie Curie, Simone de Beauvoir, Sor Juana Inés de la Cruz, Agatha Christie, Ana María Matute u Oriana Fallaci son sólo algunas. “No podemos contar las historias de estas mujeres sin tenerlos también en cuenta a ellos, a los hombres, porque desde el principio de los tiempos las vidas de hombres y mujeres han estado entrelazadas y no se explican unas sin los otros”.
Se trata de una selección arbitraria, muy personal propia de un libro que no aspira a ser académica “sino meramente personal”. Afirma que el afán de libertad, de no quedarse “detrás de los cristales” y de luchar por tener una identidad propia y el reconocimiento de unos derechos “y ser tratadas como iguales”, se repite en la vida de la mayor parte de estas mujeres. Entre los hombres que las acompañaron ha encontrado quienes les estimularon en esa aspiración y quienes optaron por ignorarlas o enfrentarse a ellas, “no hay un patrón”.
Sin duda, su madre fue su primer referente y uno de los que más le ha influido. “Ella me enseñó que por ser niña, mujer, no tenía ningún techo, que yo podría llegar donde mis fuerzas, inteligencia y voluntad me llevaran. Que no había techos de cristal. Darme esa confianza es muy importante”.
La Historia, contada por los hombres
En su trayectoria profesional Julia Navarro figura como una de las pioneras en el periodismo parlamentario. Junto a otras cinco mujeres, aquella joven generación tuvo que luchar contra los prejuicios y reticencias que la clase política que estrenaba la democracia aún mostraba hacia las mujeres: “Estábamos todos aprendiendo a ser demócratas. A nosotras nos costaba más conseguir entrevistas. Era un reflejo de la época. Había una desconfianza y cierta condescendencia. Terminamos organizando unos desayunos en el Hotel Ritz por el que pasaron políticos, empresarios, banqueros, sindicalistas y hasta cardenales”.
Navarro subraya que la historia “la han contado los hombres” y que en ella “se han olvidado de contar qué hacia la otra mitad de la ciudadanía, las mujeres”. Han sido siglos de invisibilidad que cree que no han desaparecido, más bien han aflorado de otro modo. “Me temo que en este siglo XXI también hay quienes quieren volver a hacernos poco menos que invisibles”, apunta. Apunta a determinados “sectores políticos” a los que acusa de haber recurrido a la ‘ingeniería social’ a costa de las mujeres para negar “que seamos diferentes a los hombres, lo que no presupone la desigualdad y muchos menos que tengamos que tener un derecho menos que ellos”.
Considera que en la actualidad la lucha de las mujeres que más le interesa es la que se libra en países como Irán o Afganistaán. Países en los que las mujeres reclaman lo más esencial, la libertad: “Si tuviera que escribir otro libro de mujeres sin duda hablaría de todas estas mujeres que se están jugando la vida por la libertad”. Concibe la defensa de los derechos básicos de la mujer como una necesidad que debe recaer, fundamentalmente, en las mujeres de cada generación. “Hay que escuchar a las más jóvenes, este es su tiempo y por tanto el presente y el futuro es de ellas y deben ser escuchadas”.
Feminismo "fundamentalista" y 'Adanista'
Se muestra muy crítica con algunas de las corrientes que en España están liderando el mensaje feminista en la actualidad. No comparte la llamada ‘cuarta ola’ “por su actitud fundamentalista y ‘Adanista’”: “Algunas piensan que el mundo y el feminismo han comenzado ahora, con ellas. No, la lucha feminista lleva muchas décadas, es la lucha de muchas mujeres que han estado empujando para que la situación cambie en favor de la consecución de derechos y libertades”. Asegura que un debate como el de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres no se puede plantear desde actitudes propias “de un pensamiento totalitario y uniforme”: “Eso de que es esto lo que hay que pensar porque es lo correcto… No. Vamos a debatir, hablemos, escuchémonos los unos a los otros”.
En este mismo contexto sitúa normas como la ‘Ley Trans’. Defiende que se deba dar una respuesta legal a las personas transexuales, “pero no así”: “Para arreglar un problema no se puede decidir suprimir a las mujeres de un plumazo”, asegura Navarro. Lamenta que en realidad lo que se hace es “borrar a las mujeres”: “Ser mujer no es una decisión, es un hecho biológico y por tanto no se puede reducir a las mujeres a ‘seres gestantes’ o menstruantes. No, yo soy mujer, no lo he elegido, es biológico. Me parece frívolo decir que esto va de algo ‘a la carta’”.
Por último, señala que el debate en torno al feminismo está abierto para todos, también para los hombres que lo deseen, “que pueden participar libremente”. “Hoy no hay ninguna cortapisa para expresar su opinión”. Asegura que la única limitación debería ser hacerlo desde el respeto “y no desde la arrogancia, la soberbia y el intento de imponer una uniformidad en el pensamiento sin mandar al infierno a todo aquel que piensa distinto a nosotros”.
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